4 mars 2013

La barraca de los falsos

HEMOS podido ver, al fin, una exposición de Elmyr de Hory, el más célebre de los falsificadores de obras de arte. No ha sido fácil, nos dicen los organizadores, porque de ese pintor se conservan más falsificaciones que originales. Este de Hory, judío, apátrida, playero, fue toda una leyenda,  pregonada por la película que hizo sobre él Orson Wells y abrochada por su suicidio, la víspera de ser extraditado a su país de origen, donde lo reclamaba la justicia. Cuando yo vi la exposición, estaba abarrotada de gente, casi tanta como en las otras dos exposiciones celebradas al mismo tiempo, en las que se exponían muchos de los pintores que de Hory falsificó.

Presumía de Hory, al que las fotos delatan como un hombre vanidoso, de tener en museos de todo el mundo cientos de sus cuadros, atribuidos a Modigliani, Monet, Sisley, Pisarro, Picasso, Matisse y muchos otros. Era la ocasión de mirar detenidamente sus pinturas. ¿Son en verdad iguales que las de los maestros a los que tratan de imitar? Las pocas que tienen un tema original, algunos retratos de amigos suyos, son mediocres. Las que imitan el estilo de otros, resultan aún más penosas: si Picasso levantase la cabeza y viera los pulpos que de Hory quiere hacer pasar por manos, lo habría denunciado no por fraude, sino por calumnia. Bien. Si uno, que no es un experto, se da cuenta de esas pifias, no cree que no se dieran cuenta los conservadores, galeristas y directores de los museos. Es probable que haya alguna falsificación suya, pongamos por caso, en Barranquilla o en Astorga. Ahora, duda uno mucho que las encontremos en el Quai d’Orsay. Y bastaría para saber si son o no falsos no tanto con mirar las pinturas, sino la gente que rodea al autor en las fotos de época donde aparece, nigromantes y echadoras de cartas, playboys, cortesanas y petrolistas, en fin, el público al que suelen recurrir los directores de los museos serios cuando tratan de dilucidar autorías dudosas. 

Y claro que los grandes pintores pueden pintar de vez en cuando un cuadro suyo fallido (que son los que plagiaba de Hory, especializado en eso, en falsificar todo aquello que los maestros habrían desechado de sí mismos), pero no se conoce ni una sola obra maestra de Hory, ni propia ni atribuida a otro, porque lo verdaderamente original no se puede plagiar; se plagia el estilo, el envoltorio, pero el sentimiento es el adn de una obra. La exposición de Elmyr de Hory es una de las más tristes que hayamos visto, y no sólo porque se siga abusando de la buena fe de los incautos. Lo peor es que con ella se trata de alimentar “el resentimiento de las masas” hacia lo original, sembrando la duda de que todo puede ser falso o, al revés, que no hay nada verdadero y genuino en este mundo. Ha salido uno de allí, sí, un poco irritado, pero no con el pintor, sino con uno mismo: al fin y al cabo nos hemos dejado arrastrar a una barraca de feria, en la que hemos visto un drama: el de alguien que no se contentó con empezar de cero, como aquellos a los que falsificó. Buscaba los aplausos, (¡y de qué publico!), no el arte, pero la posteridad también ha sido cruel con él: hoy sabemos que Van Gogh, a quien Hory trató de plagiar su muerte también, no se suicidó. ¿Qué le queda entonces? Una pobre barraca de feria y el elogio de las masas.
       [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 3 de marzo de 2013]

10 commentaires:

  1. O Andrés Trapiello contra tanto posmodernismo trasnochado.

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  2. La pelicula de O Welles es una pequeña joya. Aqui esta el enlace de un resumen de 9mn que hizo OW
    http://www.youtube.com/watch?v=qv80qRfUxG0

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  3. Merece usted el Ruano por este artículo.

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  4. ALGUNAS PALABRAS DE JRJ SOBRE LAS ARTES
    (Cc.: Galería Gagosian de Chelsea –NY– y visitantes de esta misma tarde)

    EL objeto, el fin del arte, de las artes poéticas (literatura, pintura, música, etc.) es escribir, pintar, cantar el universo “uno”, visible e invisible. Su único sujeto.

    Por lo tanto, cuando se dice que un soneto, una sinfonía, un cuadro debe ser lírico, melodiosa, colorido, y que de tal modo son más fuertes o más exactos o más lógicos o más naturales que del otro, etcétera, se está confundiendo el medio del arte, de las artes, con su fin.

    El arte será más completo cuando reuna más las posibilidades de todas las artes, que no es isla sino continente. Y no son las artes sino modos, partes, lados de espresión de lo mismo, ese “lo mismo” absoluto que es la verdad más profunda y más alta del artista, del poeta.

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    Una obra de arte es imperfecta cuando lo bello se adelanta, en su forma, a lo exacto. Perfecta cuando lo bello y lo exacto coinciden. Preferible, cuando lo exacto domina a lo bello.

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    La filosofía, el arte, la poesía (la poesía concretamente en este caso) nunca podrán ser para la mayoría, nunca. No se trata de un problema de escala social, sino de cultura y cultivo. Si cualquiera de la mayoría inculta llega a comprender la poesía en un grado suficiente, ya no es de la mayoría; por algún motivo, no importa cuál, es de la minoría.

    Cuando yo acepté de Antonio Marichalar el lema “a la inmensa minoría” para mis libros, fue después de haberlo comprendido largamente así, y así lo sigo y lo seguiré comprendiendo y escribiendo. Y siempre pensaré en una minoría inmensa, que un día pudiera llegar a ser total, y como un aristocracia, en relación con la democracia provisional y subjetiva.

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    La poesía (el arte en jeneral) puede tomarse como espresión vital de un instante y en ese caso no se puede volver mucho sobre ella, que podemos estropearla y estropearnos. Pero si se toma como síntesis de un sentimiento, que es como yo la tomo, puede y debe volverse siempre sobre ella sin perjuicio suyo ni nuestro.

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    Tan poco terminada está una obra “terminada” como una obra “sin teminar”

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    Si el arte es la espresión “permanente” de la belleza “pasajera”, ¡qué responsabilidad la suya –la nuestra!

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    En poesía (arte, vida, ciencia) todo paso hacia el delante jeneral es un paso hacia el atrás universal.

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  5. Hory era un buscavidas que no sabia a quien iba el falsificado , supongo el FBI pidió la extradición por pertenencia al crimen organizado , los muchos afectados por el blanqueo y compra de valores refugio no denunciaban a La Mafia que les estafaba ya que estaban cometiendo un delito federal . Hubo magnates texanos que vieron como el 50% de sus obras eran pastiches , pero de todas formas no perdieron dinero .
    Hory seguro se atribuyo cosas que no hizo por darse publicidad y sobrevivir . El motivo de su suicidio fue la extradición . Los " Forbes " americanos tienen debilidad por el arte y los museos son rentables . No creo que los franceses vendieran la Gioconda ni por los 30000 millones de Bankia ( cuando se robó , se vendieron muchas replicas como el original ) , somos iconoclastas y es lógico que la pintura valga tanto , siempre fue así .
    Chao

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  6. Lo que menos he podido comprender es que el Círculo de Bellas Artes haya prestado sus nobles paredes a semejante astracanada, como si la idea pudiera sugerir un debate.

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  7. La dictadura de lo espurio frente a la fragilidad de lo genuino. Parece que lo realmente auténtico y original es poco funcional o forzosamente minoritario. Para integrarse tiene que convertirse en "cultura" y perder así su función más real.

    Si la cultura se transforma en mercancía sujeta a las leyes humanas, que no divinas, ya no sólo sufre el arte, sino cualquier manifestación de la vida que tenga el sello de lo propio.

    “Hiperdemocracia”, llamaba Ortega a esta nueva forma de totalitarismo. "El resentimiento de las masas hacia lo original". Mucho tiene que ver en esto la pedagogía. Parece como si esta claudicación ante "los valores de lo espurio" fuera ineludible requerimiento de adaptación social.

    ***

    «Donde no hay orgullo de ser no hay nada que hacer.(…) El hombre masa se caracteriza por no reconocer ni seguir el ideal de excelencia — ni a las minorías que la encarnan.(…) Es característico de nuestra época no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, sino que el vulgar proclame e imponga el derecho de la vulgaridad, o la vulgaridad como un derecho».

    Testigo y también "avant la lettre" Ortega en su "Rebelión de las Masas".

    Elmyr de Hory no parece más que una humilde metáfora de lo que hay.

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  8. Felipe Benítez Reyes4 mars 2013 à 20:05

    Excelente artículo, Andrés.
    En mi novela MERCADO DE ESPEJISMOS escribí sobre este pájaro:

    "Aquella tarde, tía Corina propuso que fuésemos a ver "F for Fake", la película de Orson Welles, híbrido de documental y fantasía, como ustedes saben. La echaban en la Casa de la Cultura, en versión original, con cinefórum posterior, a la manera de los viejos tiempos, cuando la gente confiaba en el intercambio enriquecedor de las opiniones peregrinas. Tía Corina tenía interés en volver a verla porque conoció mucho al protagonista principal: aquel falsificador húngaro que se hacía llamar Elmyr d´Hory cuando no se hacía llamar Joseph Dory, Elmyr Herzog o Louis Cassou, entre otros pseudónimos, que salen gratis, y que pasó en Ibiza los últimos años de su vida en rosa, reclamado por tribunales de varios países, hasta que el gobierno francés obtuvo una orden de extradición en 1976 y, según se dice, Elmyr, ante la perspectiva cierta del encarcelamiento, se suicidó. “¿Cómo iba a suicidarse Elmyr?”, se preguntaba tía Corina. “Elmyr es muy blando de carácter, y coquetea con el suicidio por la misma razón por la que coquetea con todos los hombres menores de cincuenta años que se le ponen por delante. Es decir, sencillamente porque es un coqueto. Pero ¿suicidarse? ¿Elmyr? No. Aquello fue una farsa, su penúltimo fraude. Seguro que Elmyr anda por ahí bajo quién sabe qué nombre, vendiendo a los marchantes sin escrúpulos esas falsificaciones tan horribles que hace de Modigliani, de Matisse y de Picasso, organizando fiestas y persiguiendo pantalones.”

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  9. Gracias, Felipe. Y de aquellos barros, estos lodos.

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  10. En algunos periódicos y almanaques había un recuadrillo de viejas noticias titulado HACE CINCUENTA AÑOS. Hace algo más, SESENTA, el pintor Ramón Gaya escribió estas entradas sobre las palomas y las artes de pintar y vivir (su bastardilla, comillas aquí).

    “Venezia, 18 de febrero de 1953”. Toda obra suprema parece estar asomada a una especie de... abismo. Incluso la de Velázquez ―tan firme, tan segura, tan... justa― parece estar al borde de algo sin fondo, sin fin, que no acaba, que no concluye.

    “París, 14 de enero de 1953”. Todavía no he podido hacer nada; ni siquiera un dibujo. Sin duda, no puedo lograr ese “vacío” que se necesita para el trabajo, para el trabajo de creación; todo tira de mí, me reclama, me exige. Mientras estamos vivamente ocupados, habitados por el presente, no podemos... “hacer”. La mayor dificultad del arte es, acaso, tener que hacerlo y cumplirlo “fuera”, diríase, de la vida, del presente de la vida, sin que por otra parte, nos salgamos de ella nosotros; es como si desde “aquí y ahora” tuviéramos que hacer ese “algo” ―ese “algo” que es el arte― en otro lugar y tiempo, o mejor, sin lugar ni tiempo alguno. Lo propio, y propicio, para la creación, es el vacío, una “ausencia” de presente (un “no presente” que no es el pasado), un vacío puro, virginal, original.

    “Venezia, 12 de febrero de 1953”. Creo en Dios, en la naturaleza, en la realidad, pero absolutamente nada en la sociedad ―sea la que sea―; y creo también en la persona, en las personas, incluso creo en las gentes, y, sobre todo, “me gustan” las gentes, aunque espero muy poco de ellas, ya que su autenticidad parece como “entumecida” desde hace siglos.

    “Venezia, 17 de febrero de 1953 (martes de carnaval)”. Restos del Carnaval. Al anochecer veo máscaras volviendo de no se sabe dónde, ya de retiro a sus casas húmedas. Se siente muy bien que vienen de un “fracaso”, de una “desilusión”. ¿En busca de qué han podido salir así vestidos a la calle? Se nota que esperaban de eso mucho más, y, sobre todo, que esperaban... “otra cosa”.

    “Venezia, 19 de febrero de 1953”. Al mediodía, en la Piazza. Las palomas, como las góndolas, no se tropiezan nunca. Las palomas están familiarizadas con todo, menos, al parecer, con el sonido de las campanas, ya que emprenden el vuelo de pronto como despavoridas. Después me he dado cuenta de que no se asustan, sino que aprovechan ese ruido, que no las asusta en absoluto, como señal, o mejor, como pretexto para ir alegremente de un lado para otro. Aparentemente se produce un pánico general, pero no es más que una... “mentira” colectiva, cínica y... llena de humor.

    “Venezia, 1 de marzo de 1953”. Al principio cree uno que las palomas no son más que eso: “palomas”, mantenidas allí para “entretenimiento” vivo en la Piazza, una simple diversión, pero después se comprende que lo que hacen es “dibujar” la plaza, darle su amplitud, su espacio, y ponerle techo, y cielo, o sea, hacer patente su tamaño, su ámbito; no rellenar, sino subrayar un vacío.

    “París 28 de abril de 1953”. La razón, en su afán de razonar, tiende a separar una cosas de otras, y por eso desemboca tan pronto en la abstracción, en la pura abstracción; pero la vida está, precisamente, “entre” las cosas. La vida, la realidad, no está en las cosas, ni siquiera en los seres, sino en la “relación”, en la “comunicación”, en la “conversación”, en la muy estrecha y amistosa “unión” de las cosas y los seres.

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