El deseo de ser otro no es exclusivo de las personas, también es propio de los objetos, que ocultan en un pliegue de sí mismos ese secreto advertido únicamente por casualidad, como en el caso de la tetera. Sólo al ser dejada al revés, para que escurriese su agua y se sacase, mostró su dedo dibujado pacientemente por muchas gotas de té. Y lo más hermoso es que esa otra naturaleza suya durará muy poco, apenas unos minutos, como tantas manifestaciones poéticas de la naturaleza, rosa, aurora, un té caliente.
Madrid, 11 de noviembre de 2011 |
Imagino que la realidad siempre puede ser otra. Basta con darle la vuelta. Saludos
RépondreSupprimerO, con permiso, el tacón de aguja del zapato de una top-modelo, o, con perdón, el mismo pecho en agujas de esa top-modelo, que con el nombre de la cosa, el saco de las tetas en temblor, igual que el té,calentóse un poco, y eso.
RépondreSupprimerAyer tarde tuve ocasión de escucharte en el Circulo de Bellas Artes en ese extraño baile de personas que se produjo. Quiero agradecer tu amable paciencia ante este fenómeno y ante las preguntas de supuestos lectores. Preguntas que, cualquiera que haya leído una parte, por pequeña que sea de tu obra, sabe que aparecen allí contestadas. Un abrazo. Salvador
RépondreSupprimerNo me extrañaría que ese dedo quisiese señalarnos la luna, que ayer brillaba majestuosa, incluso sobre el círculo de bellas artes.
RépondreSupprimerYo también asistí al encuentro del Círculo y al igual que el anterior compañero quería decirle que admiro su sentido del humor ante lo que es un signo de los tiempos.
RépondreSupprimerUno quiere asistir a tres conferencias exprés, dos lecturas y un concierto en tres cuartos de hora y, claro, al final no asiste a nada.(Aunque colgará en facebook las fotos de todos los eventos que abarcó,eso sí).
Habló usted de cómo la tecnología afectaba a la hora de percibir la realidad y también de cómo uno puede acabar haciendo de su vida un escenario. Bueno, pues si algo le faltaba a su maravillosa exposición de ayer, se le otorgó de la mano de todos aquellos ejemplos vivientes de la urgencia. Entraban, salían, corrían, hablaban... y olvidaban a qué habían acudido.
Fue un placer escucharle.
El dedo gordo de la tetera , no podría ser otro dedo ,añado de la mano izquierda, no podría ser la mano derecha porque veríamos más dedos. Manuel Eugenio.
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