3 avril 2017

Subrogados

LA ciencia camina a su paso  por delante de la moral. No hay descubrimiento científico de relieve, principalmente en el terreno de la biología y la genética, que no apareje debates y controversias teológicas, filosóficas,  éticas. Ha sucedido antes con la clonación. A veces son disputas viejas como el mundo, y en algunas, no del todo resueltas, algo se ha avanzado. Véase la desaparición de la pena de muerte o la despenalización del aborto en muchos estados, o la persecución de la violencia de género. La complejidad  de estos asuntos no impide que tengamos respecto de ellos una opinión firme, defendida con vehemencia y a veces poco respetuosa para con aquellos que no piensan igual.

El último de estos debates está siendo  enconado y significativo. Puestos de lado  los aspectos científicos de la cuestión, intrincados y fuera del alcance de muchos de nosotros, cuando nos centramos en los aspectos éticos, advertimos que son igualmente  difíciles y alquitarados, de los que se dejan en el serpentín razonamientos sutiles. ¿Cómo proceder entonces, de quién o qué nos fiaremos?

La cuestión ha dividido una vez más a la sociedad, pero no como cabría suponer: por un lado, con sus excepciones, gays y extrema izquierda se han mostrado a favor, tras maquillar el sintagma: gestación subrogada; feministas y derecha, por otro, se han puesto de acuerdo incluso en llamarlo de la manera más cruda: vientres de alquiler. Los primeros dicen defender la libertad individual; los segundos, aunque por razones diferentes, saben que donde hay miseria, no hay libertad. Nueve de cada diez prostitutas dejarían su oficio si pudieran, y la liberalización del mercado de úteros ha llevado a países pobres como la India a convertirse en “granjas de mujeres”, en expresión descarnada, pero exacta, de los colectivos feministas. ¿Qué hacer entonces? Las legislaciones de los países más desarrollados, aquellos que tienden  al bien común, son cautas. Y en eso estamos: esperando una regulación que no menoscabe derechos individuales, pero que al mismo tiempo no erosione el bien común, que no es otro que un niño. Nos mira fijamente, en silencio, y parece preguntar algo en nombre del genero humano, y debe de ser una pregunta importante, porque no hay para ella una respuesta clara o sencilla.

   [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 2 de abril de 2017]

29 commentaires:

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  2. La ciencia cada vez creará más dilemas de este tipo. Una tiene la impresión de que, de un tiempo a esta parte, sólo se avanza en tecnología. En todo lo demás (derechos sociales, dignidad humana, suficiencia económica, acceso a la vivienda...) no se avanza: seguimos igual, o incluso se retrocede.

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  3. En ese niño que mira (el feto Trudy o miles e Trudys) tal vez se inspiró Mc Ewan para escribir su "Cáscara de nuez", novela, por cierto, que estoy leyendo y recomiendo a quienes sean de tierras sombrías y lluviosas como yo.
    Desde luego, legislar cuando el bien se confunde con el mal se va haciendo cada vez más complicado. Y tampoco parece que la justicia, en general, avance por el camino de la lucidez, precisamente, sino por la senda errática que permite estar a la izquierda y a la derecha al mismo tiempo.

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  4. TODO el núcleo y la médula de este debate está contenido en la máxima de Andrés Trapiello: "Donde hay miseria no hay libertad". A esta máxima se agarran los prohibicionistas, según los cuales legalizar la prostitución y el alquiler de úteros es autorizar la esclavitud y dar por bueno el poder ejercido por los pudientes sobre los cuerpos de los desfavorecidos. (Algunos proponen incluso la persecución judicial del cliente).

    Por contra, los permisivos denuncian la hipocresía que supone obligar a una indigente a que deje tal vez a sus hijos malnutridos, por no poder alquilar sexualmente su cuerpo a voluntad ("a voluntad" = obligada por las circunstancias), o por no poder alquilar su útero a quienes quieren ser padres y no pueden. A la indigente, la miseria le coarta la libertad.

    Critican los permisivos que los que están por la prohibición con frecuencia son políticos, profesores o líderes religiosos con una desahogada situación económica, desde la que resuelta muy fácil esgrimir elevados principios morales que a ellos no les van a afectar.

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    1. Poder practicar la exégesis para ayudar a la chusma en su intrigada interpretación de las divinas palabras de AT se merece un reconocimiento tan especial que solo Dios se lo puede pagar.

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    2. Intrincada interpretación. Intrigada lo ha escrito el Motorola

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    3. Lisandro Torreblanca7 avril 2017 à 17:56

      "Por contra, los permisivos..."

      "Por contra" no existe en español. Es un catalanismo o un galicismo.

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  5. Me pasma la imposición, la coacción contra la sexualidad venal o la reproducción de pago. Nuestra sociedad trafica constantemente con habilidades, capacidades, cualidades y destrezas. Hay masajistas que venden su habilidad para relajar el cuerpo; nodrizas que venden su leche; cirujanos que venden caro su tajo preciso y su buen pulso. Miles de oficinistas alquilan sus capacidades mecanográficas; algunas mujeres de senos o piernas bellas prestan su imagen para anuncios o portadas; los ingenieros alquilan al empresario sus saberes y habilidades; se venden órganos, y es sabido. Limpiadores de letrinas de ambos sexos venden su fuerza muscular y su capacidad de resistir las arcadas; dependientas casi adolescentes, por 600 u 800 euros/mes venden su don de gentes y su habilidad para "colocar el producto".

    Pero he aquí que, de pronto, parece haber un par de ámbitos vetados para este incesante tráfico: el sexo y la reproducción. O la capacidad de reproducirse y la habilidad para fornicar. ¿Qué les ha acaecido a las cabezas de los vetadores? ¿Qué ven aquí que no vean en el resto del tráfico?

    "Es que no es lo mismo", me han dicho a veces, "ser dependienta que prostituta". "Lo primero implica una entrega más íntima". Falso. Lo más íntimo es el pensamiento. Y lo tienen secuestrado a diario miles de empleados de banca, por ejemplo, obligados a leer y clasificar facturas o legajos irrelevantes para ellos.

    Les va a costar mucho a los vetadores y prohibidores convencer a la gente en general de que no son sino rehenes del puritanismo, que no hacen más que prolongar el pavor a todo lo sexual-reproductor inherente a la educación católica.

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    1. Lo bueno de la educación católica es que gracias a ella nos irresponsabilizamos de todos nuestros errores y además quedamos como intelectuales de izquierdas.
      Qué sería de nosotros sin la Iglesia, no Rey?

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    2. El mayor problema que tenemos últimamente es la creencia colectiva en el "todo es igual y todo vale". No es así, no es igual clasificar legajos a que te folle un desconocido por dinero, como tampoco es igual limpiar, aunque sea letrinas, que alquilar tu cuerpo para gestar el hijo de otro. No echemos la culpa a la religión, hasta ahí podíamos llegar, me puedo imaginar un mundo sin religión, pero no un mundo sin el más mínimo interés por diferenciar lo esencial y definitorio de lo superficial. La prohibición no es religiosa, es inherente a la necesidad de supervivencia de la sociedad tal y como la entendemos. No todo vale, al menos para mí.

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  6. Si usted no se responsabiliza de sus errores, por favor, hable por usted. Aquí se trata de justicia, equidad, libertades, bienestar de las personas. No de izquierda-derecha. Y "quedar como" en un foro de desconocidos suena a cierto desajuste.

    ¿Sin la Iglesia? Las clínicas psiquiátricas se resentirían de pérdida de clientela. Y la mezquita de Córdoba sería propiedad del Estado. Por ejemplo.

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    1. Siendo usté tan contundente y revolucionario parece mentira que para identificarse se haya decantado por la monarquía. Una pena, ese error no se lo va a poder reprochar a la Iglesia. Y cuando la vaya a palmar mantenga sus firmes convicciones lanzando un corte de manga al cielo como Dios manda. Suelo decirles a los bizarros de su talla, tan aficionaos a la porta gayola frente al espejo, que me gustaría estar delante en ese preciso momento para ver cómo se acongojan. Ocurre muchísimo, no lo ponga en duda, Sire.

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    2. Algún día, un alma con vocación didáctica le explicará qué es un revolucionario. No va a dar crédito.

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    3. Un sentimiento, éste del Anónimo, nada cristiano. Lo propio sería desear no la congoja, sino la buena muerte, a quien a fin de cuentas es su hermano. Me recuerda usted la barbaridad de Tertuliano, capaz de imaginarse la contemplación del sufrimiento de los condenados en el infierno como parte del goce celestial.

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    4. Quizá, compañero Anónimo, me ha tocado contemplar varios casos de adioses muy dolorosos y hago proselitismo para evitar arrepentimientos patéticos. Como mal cristiano que soy, siempre deseo el bien más que el recule final. Pero admito penitencia si he incurrido en premoniciones equivocadas, faltaría más. La época es la ideal para cumplirla vestido de nazareno.

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    5. José María Bergés5 avril 2017 à 23:42

      El arrepentimiento y la consecuente vuelta al redil de la fe ante el espanto de la muerte deberían de tener la misma validez que una confesión obtenida bajo tortura.

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    6. Pero los acongojes son numerosísimos, amigo Berges. Yo me he planteado el momento y usted seguro que también. Claro, que tal vez no seamos igual de cobardes y carezca yo de su monolítica integridad.

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    7. Debería no existir el fuego eterno,pero eso solo muy pocos lo saben. Yo, entre chamuscarme un rato bajo la tortura o para siempre, me quedo con el ratito.

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    8. José María Bergés6 avril 2017 à 16:16

      ¿Monolítica integridad?

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  8. La pregunta no es si la basura es mala. Simplemente, no es buena. La pregunta es (y siempre ha sido): ¿cuánta basura más podemos barrer bajo la alfombra?

    Porque ese mal hábito higiénico ya se ha vuelto ley humana. Y siempre nos podemos habituar a lo peor, ese es el riesgo.

    En cuanto a las “granjas de mujeres”, me recuerdan a las antiguas nodrizas a las que compadecía R. L. Stevenson en un ensayo. Lamentando que las cosificasen mezquinamente las mismas familias que las usaban y se desentendían luego de ellas, hasta la humillación de negarles el saludo. Cuando las nodrizas eran viejas ya y morían solas. Tras haber sacrificado todo a una familia pudiente, incluida la posibilidad de casarse y formar su propio nido.

    No es lo mismo exactamente, pero es que la miseria (como la basura) también se puede reciclar, metamorfoseándose en el tiempo. Así que moralismos no, pero ojo con lo que damos por bueno por inercia.

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  9. Este debate es muy interesante. Creo que se aportan ideas valiosas.

    A la vez me temo que sea un debate baldío, por una razón que no he visto apuntada. Porque si se decreta la prohibición, será impracticable, como la Ley Seca. Se contratarán madres subrogadas en la clandestinidad y se arreglarán negocios secretos, se traficará a escondidas y aparecerán mafias. Ocurre siempre con las prohibiciones de actos muy deseados. Los realizan aquellos que disponen de recursos. Los demás quizás también, algunos, de peor manera, con riesgos para la salud y al borde del delito. Por eso no creo que el debate sea prohibir o tolerar. En la práctica, va a ser tolerar, pero qué tolerancia.

    Sobre la prostitución, quisiera recordar que en la actualidad es minoritaria la decidida individualmente. La mayor parte de la prostitución es hoy coactiva, bajo amenazas, incluso a punta de cuchillo o de pistola. Esta circunstancia es suficiente para cambiar la percepción de esta práctica. O debería serlo.

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    1. ¿Incluso a punta de cuchillo o de pistola? Lo pregunto porque no asisto a ese mercado de práctica coactiva y lo ignoro todo al respecto, lo cual significa una carencia cultural estimable.

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  10. Puertas gayolas, infierno, nazarenos... Camiones y volquetes de caspa.

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    1. Lo casposo es decir puerta en vez de porta, va usted a llenar de motas blancas la piel negra del astado. Para corregir primero hay que informarse, porque si no el burlador hace el ridículo. Le decía Napoleón a un díscolo mariscal que solía llegar tarde a los maitines debido a su propensión a las juergas nocturnas, que para ser revolucionario hay que madrugar.
      Mire por donde ha conocido usted una anécdota de aquella época sin camiones ni volquetes.

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    2. No se preocupe tanto, Anónimo taurópata, de la caspa que cae como una plaga desde los tendidos al lomo del noble animal. Preocúpese de la costra de sangre, baba y excrementos pegada a las patas y a los ijares. Esa sangre que

      "ilumina los tendidos y se vuelca
      sobre la pana y el cuero de muchedumbre sedienta".

      Preocúpese de los berridos agónicos. Un poco de espíritu franciscano. Solidarícese con "el astado". Piense en todo lo que tiene en común con él. Un plan corporal, un sistema nervioso muy parecido, unos órganos de los sentidos casi iguales, mismo modo de sentir dolor y angustia. Desde luego. Mal cristiano.

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  11. Es cuestión de mentalidad, y la mentalidad cambia con el tiempo. Al final, se impone la necesidad. Y si hay medios científicos, se termina acudiendo a ellos para restituir lo que nos falta. .
    Se podrían dar situaciones legales y vivenciales que ahora no contemplamos. ¿Y si se llegara a una componenda legal en la que la maternidad fuese compartida entre la gestante y quien puso el óvulo? Cuesta creer que lo que se anhela no termine haciéndose real, si existen medios materiales que pudieran satisfacer ese afán irreprimible.
    Hay culturas en las que el hombre tiene varias esposa; pueblos primitivos en los que la mujer lo es de varios hombre: ¿por qué no pudiera llegar a darse la maternidad compartida? Por dinero o sin dinero: un asunto puñetero.

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