SE ha hablado aquí otras veces de los abrecartas. Estos cuatro aparecieron a lo largo del curso que acaba, el último hace unos días, grande, ancho y corto. Un gladio, dijo Guillermo que parecía. Tiene algo de asirio, como el casco de un guerrero, y de secesión vienesa lo que recuerda a un loto. Entre ellos, una plegadera, que es a los abrecartas lo que los patitos feos a los cisnes. ¿Qué nos fascina tanto en esos pequeños artilugios que permanecen en nuestra mano mientras vamos abriendo las páginas del libro intonso? Nos acompañan en la aventura, trazan con nosotros, como machetes en la selva, el camino desconocido, el camino hacia lo desconocido, y en las cartas que llegan, abren con delicadeza la puerta, por si quien viene de tan lejos es tímido.
Buenas tardes, Andrés:
RépondreSupprimerHace días que paso por aquí, quiero decir por Abrecartas (3), y como no veo a nadie he decidido entrar y quedarme un rato. Sé que estas letras no son de papel, y también sé que esta no es una carta tradicional, como esas que abre con cierta delicadez y que tanto le gusta recibir, según me parece a mi. Serán, pues, de cristal las letras y virtual, qué horror, será la carta esta que le escribo, pero nada tan real como mi gratitud, la de un lector lejano y tímido.
Un buen abrazo.
Pablo A Sande Garcia