ESTE, que era modesto hace 120 años, despierta la mirada del niño ante un tesoro: no hay mapa que no lance por delante nuestra imaginación. Sus dorados colores y la compañía que lo hizo seguramente para regalo de sus clientes, The Easter Extension Telegraph Company, con oficinas en el 50 y 11 de Old Broad St., de Londres, nos llevan hasta Kipling y con él a tiempos en los que la palabra lealtad valía por sí lo que ningún imperio.
En su mango figura un calendario, 1895. Todos aquellos días son hoy ya muy lejanos. Este en que los escoceses tienen ante ellos, intonso aún por veinticuatro horas, el libro de su futuro, la ventura o desventura que les deparará mañana su triste referéndum, este, decía, también será lejano día para hombres y mujeres acaso más felices que nosotros porque habrán aprendido a no jugarse la vida a cara o cruz, lanzando una moneda al aire en nombre de la mitología y de la Historia.
Septiembre de 2014. Otras entradas de abrecartas: 1, 2 y 3. |
A mí, además de los mapas (aquellos mapas de hule que surcábamos con el puntero del maestro) me enardecía la imaginación como ninguna otra cosa leer las novelas de Emilio Salgari. Recuerdo con nitidez la primera obra que leí del autor, "El Rey de los Cangrejos". Once o doce años tendría el que suscribe y hacía uso por primera vez de su flamante carnet de lector de la biblioteca pública del Instituto aquel. Lejos dese un relato localizado en alguna isla del Pacífico, o que contara las singladuras de aguerridos filibusteros (que esos vendrían más tarde), se trataba de una novela del far west, con indios malos y buenos, y blancos honestos y otros poco recomendables.
RépondreSupprimerCuento esto porque considero que el deslumbramiento por la cubierta policroma de un libro de aventuras, o por unos cromos que coleccionara con ilusión incomparable, o aquel cine intrépido de los años sin televisión..., me cuesta creer que no superara al de los adolescentes de hoy ante sus sofisticados juguetes electrónicos, estando como están tan dotados de estímulos visuales y que viven un perpetuo castillo de fuegos de artificio.
Dicen que todos tendemos a idealizar la infancia, pero con aquella escasez de recursos y aquella limpieza de la mente me inclino a pensar que disfrutábamos mucho más..., con mucho menos.
Interesante descripcion. Remitiendonos a Kipling me recuerda lo que nos contaba de objetos Indios asimilados por los ingleses para propaganda o uso comerciales. Los rickshaw o los punkaw (abanicos) entre otros.
RépondreSupprimerEn otro orden de cosas, he encontrado en una libreria (Alejandria) de León su libro El arca de las palabras que no tenian hasta ahora y que llevaba tiempo buscando.
Brillante reflexión: En su mango figura un calendario, 1895. Todos aquellos días son hoy ya muy lejanos.
RépondreSupprimerPero, por qué triste referéndum? A mí cualquier acto democrático me parece una fiesta.
En Escocia saldrá el No , pero el referente para las regiones europeas independentista es Ucrania .
RépondreSupprimer¿Qué querrá decir este Anónimo con que el referente para las regiones europeas independentistas es Ucrania?
RépondreSupprimerLos procesos que apuntan hacia una eventual independencia de Escocia y de Cataluña se desarrollan en el marco de cierta "normalidad" democrática (he estado a punto de entrecomillar la última palabra pero la dejo tal cual); lo de Ucrania es bien distinto: parte de un golpe de estado previo, orquestado por "Occidente", que derribó un gobierno legítimo ( estarían de más objeciones de cuál fuese su calaña, que aquí sabemos mucho de eso y lo vamos a callar por no liar el discurso), con la incorporación a él de notorios elementos NAZIS, que no han tenido empacho en reconocer su propia filiación. Y, claro, hay muchos que no quieren que les gobierne semejante tropa que, además, los mira mal y los discrimina. Y que carece de LEGITIMIDAD, por mucho que lo jaleen opiniones interesadas.
El caso español no tiene nada que ver..., aunque es cierto que se mira mal a los catalanes: yo visito frecuentemente Barcelona y JAMÁS he notado el menor rastro de desconsideración hacia mí, pese a mi evidente condición de español. Por el contrario, tengo que escuchar por aquí, con más frecuencia de lo saludable, improperios irracionales contra TODO lo catalán: solemne burricie, porque si no se saben deslindar los elementos de discrepancia razonables de lo que las vísceras nos dictan..., pues eso, saquemos billete para Tordesillas y disfrutemos el Toro de la Vega de 2015. Aunque más vale que no nos precipitemos; estoy por asegurar que espectáculo tan edificante se va a caer del calendario de festejos del año que viene. Al tiempo.
Tu evidente condición de español no la veo para nada, los españoles estamos con España , si España es un mito , ya se vera pues los mitos aglutinan a la gente . ¿ Que te hace pensar que somos mejor que los ucranios ? estamos hablando de valientes
RépondreSupprimerno de timoratos , tu también eres anónimo , que es eso de " este anónimo " , y tanta letra mayúscula , ¡ Un poco de humildad !
Pues, don Pedro, español sí que soy, principalmente porque no me queda otro remedio. Le confieso que me hubiese gustado ser neozelandés (holandés en segunda opción), pero el Destino hizo que naciera en esta esquina meridional de Europa, guapa como pocas (se lo digo yo que soy viajado). Me pasa por causa del carácter, que lo tengo algo menos sanguíneo que el promedio de mis compatriotas.
RépondreSupprimerNo le niego que me desazona que estemos a la cola entre lo más ignorante del continente, pero reconozco que tenemos otras virtudes que escasean entre los anglosajones, eslavos y demás (ese jodido toro de la Vega nos sobra, habrá que devolverlo a los corrales, lo dice un taurino que admiraba a Ponce, a Finito de Córdoba y a de Paula).
Y en cuanto a que seamos o no mejores que los "ucranios",..., pues que así y en genérico que no sé que decirle (Ucrania es una asignatura pendiente que tengo y desde el desastre de Chernobyl como que me da reparo irme por allí); pero mejore sque los nazis de Svoboda, eso segurísimo.
Saludos.
PS.- ¿Cómo que voy de anónimo, don Roberto? Mi padrino -un anarquista que admiraba a Zola- me bautizó de Germinal (Arruabarrena, si quiere saber el apellido paterno). Me llaman Germ (pronuncian Ger), y aquí estoy para servirles.