LUCIÉRNAGAS, de Camilo Bargiela, es probablemente el más raro e inencontrable libro de la generación del 98 y uno de los más curiosos de toda la literatura española. Reúne en sí los tres famosos adjetivos de la sala de la Biblioteca Nacional: "Raros, curiosos y olvidados". En cuarenta años que lleva uno andando por librerías de viejo y rastros y almonedas de medio mundo no lo había visto jamás.
Al acabar la presentación de El final de Sancho Panza en Sevilla el pasado noviembre se acercó un joven. Al parecer le había dicho uno en uno de esos efímeros encuentros en la Feria del Retiro que la mejor manera para aprender tipografía era comprar libros viejos. Me hizo caso y desde entonces, cuatro o cinco años, los busca por internet. Acababa de encontrar este que le parecía curioso, y lo traía para mostrármelo. Cuando le dije que era uno de los libros que llevaba buscando casi medio siglo, no lo dudó, y allí mismo me lo regaló. Estaba delante casualmente ALinares, que asistió a la escena con esa gravedad de los padrinos taurinos durante una alternativa. Tampoco él lo tenía, pese a haberlo reeditado en su editorial de Renacimiento, con un estudio de Emilio Gavilanes. Para JMBonet, Abelardo o yo mismo Luciérnagas también hubiera podido titularse Unicornios.
Me dijo su nombre, Miguel Bohórquez, y me comprometí a corresponderle con algunos otros libros. Rehusó con vehemencia. Nada le podía hacer más feliz, confesó, que hacerme aquel presente. Sólo forzado, acabó escribiendo su dirección en un papel, que he perdido. Su correo electrónico, que creía recordar, me lo devuelve el servidor. No sé a quién recurrir, porque no querría dejar incumplida aquella promesa.
Pero no acaba aquí esta bonita historia.
¡Que buen regalo para estas vacaciones!
RépondreSupprimerUn libro raro para nuestro anfitrión y una novela en marcha para sus admiradores.
Se merece AT que sea cierta. Victoria.
Las guías de aquellos bigotes apuntando al cielo todavía, by God, qué vértigo dan.
RépondreSupprimerLas letras góticas y la capital, parece una página del Beato de Liébana. Las góticas tras el nazismo que las declaró tipografía oficial han quedado marcadas por esta ideología, y en esta portada el retrato dibuja un personaje de rasgos un tanto caricaturescos que recuerda las imágenes del hebreo tipificado en la propaganda antisemita. Las tipografías tambièn tienen historia y es recomendable conocerla.
RépondreSupprimerSimplemente una puntualización: Pese a que popularmente se identifica a la tipografía gótica (fraktur) con la dictadura nacionalsocialista – y fue efectivamente ampliamente utilizada en la propaganda estatal y del NSDAP especialmente hasta 1941 – nunca fue declarada “tipografía oficial”. De hecho, al propio Hitler le parecía un elemento desfasado, oscurantista, no compatible con los aires de renovación que proclamaban los nazis. Es más, a partir de 1941 la fraktur es considerada letra judía (Judenschrift) y es la antiqua la que pasa a ser el tipo de letra si bien no oficial, si oficioso (Normal-Schrift) del Reich.
SupprimerEn efecto el regimen nazi declaró posteriormente orígenes judíos, pero ya toda la propaganda fundamental había sido impresa con esta familia de caracteres, es parte fundamental de la historia de la fraktur.
SupprimerY otra puntualización: el maravilloso Beato de Líbano, como todos los beatos, no está escrito en letra gótica, sino visigótica. El paso de esta última a la anterior marcó el que quizá fuera el cambio más radical en la escritura manuscrita de la Edad Media.
SupprimerAndrés, enhorabuena por la ¿feliz? posesión de ese ejemplar de Luciérnagas con la portada ilustrada, y sobre todo enhorabuena a su generoso donante, por su bonhomía. Me viene bien saber estos detalles sobre la insigne rareza de este libro, ya que tengo un ejemplar, que adquirí en una librería de viejo en Bloomington, Indiana, hace algo más de diez años. Costó la friolera de... 4.95 dólares. Saludos.
Sospecho (pero sin seguridad) que el "Beato de Libano" de que aquí se habla pueda ser el Beato de Liébana. Si es así, no hay por qué exportarlo, hombre.
SupprimerEse jocoso "Beato de Líbano" de mi anterior comentario es hijo de la aviesa escritura predictiva y de mi imperdonable desidia al no comprobar lo escrito antes de accionar el clic postrero. Es, por supuesto, el "Beato de Liébana"...
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