LOS libros o son intimidad o no son nada. Tienen algo de nuestra ropa, limpia y ordenada en un armario, y de armarios, ¿quién presume?
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NI tren sin sueño ni avión con sobresalto.
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LA ilusión de cada libro nuevo le hace a uno olvidarse del fracaso del anterior.
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¿EL Quijote o don Quijote? Don Quijote no lo dudaría: el Quijote. Cervantes tampoco: don Quijote.
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MÁS aún que en el terno del difunto, cuánta desolación en los zapatos de un muerto, saber que todo lo que sustentaron es ya el aire que respiramos.
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TAN o más importante que el inventor del teléfono fue aquel al que se le ocurrió dotarlo de un timbre que habla en trinos.
Tren Madrid Ávila, 17 de noviembre de 2014 |
¡Qué bonita cantoría!
RépondreSupprimerBeatus ille...
Nuestro anfitrión no mal dijo :
RépondreSupprimer""LOS libros o son intimidad o no son nada. Tienen algo de nuestra ropa, limpia y ordenada en un armario, y de armarios, ¿quién presume?""
Los libros toman, con flexibilidad, la forma siempre del que los lee. Y eso es lo bueno para el lector y el autor a la vez; lo malo para el insostenible -por contínuo y desbridado- incremento de la entropía del lenguaje.
De libros desordenados y llenos de polvo por mesas, paredes y suelo, tampoco hay que presumir.
RépondreSupprimerEl joven de la foto tiene cara... de pintura de Solana
RépondreSupprimerDavid Fdez.
Ni santas ni santos padecen trastorno-obsesivo-compulsivo por la limpieza alguno. No hay que descalzarse para entrar en el Reino de los Cielos. Aleluya.
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