HA escrito uno aquí otras veces de su fascinación por las tarjetas o cartas postales, como se las llamaba. Al igual que los relojes de sol, sólo marcan las horas apacibles, sólo portan buenas noticias, el deseo de quien la envía de hacer saber que piensa en su destinatario, y compartir con él o ella la belleza de un lugar, una ciudad, un monumento.
A menudo sucede en una postal, como en esta, de los años diez o veinte del siglo pasado, que nos llegan además en ella modos de vida que han desaparecido, y nos sume en ensoñaciones y consideraciones más o menos filosóficas sobre la brevedad de todo. Y ese viaje al pasado es aún más misterioso y grato que ninguno de los que nos esperan en el futuro, preludio de fugas ideales.
Postal del Rastro. |
Querido Andrés:
RépondreSupprimerAdmiro el oficio y el ejercicio en el que últimamente andas por el mundo, enderezando tuertos y desfaciendo agravios a tu manera, pero lo que de verdad me gusta es esta vuelta tuya hacia sí ¿hacia ti? de hoy. Ya sabes, horas non numero nisi serenas.
Un buen abrazo. Recuerdos.
Pablo A Sande García.
Y tan misterioso , ahí esos cráneos alargados ( Nefertiti ) y la revolución en el saber que supusieron los faraones . Es creíble
RépondreSupprimerque fueron extraterrestres que intervinieron genéticamente en un simio para lograr trabajadores rentables , mucho más creíble que los milagros que nos han endosado las diferentes religiones . Pensamos que un mono se hizo inteligente porque sí , sin intervención ajena , es la versión oficial ; es posible
que algún día se demuestre estuvieron aquí , al fin y al cabo parece seamos un virus planetario . La postal es curiosa y me gusta.
El misterio de los faraones , la osamenta craneal ( Nefertiti ) , muchos opinan que fueron extraterrestres que nos manipularon , para ser esclavos productivos , una versión sobre el eslabón perdido . Me gusta la postal , causa sorpresa ve algo así
RépondreSupprimerDesde mi puesto de trabajo en Correos CTA Vallecas, le envío un saludo afectuoso como tarjeta postal....
RépondreSupprimerSiempre me fascinó el prodigioso equilibrio de los cántaros sobre la columna cervical de las mujeres de los pueblos primitivos... Además, llegan a soportar pesos enormes para la fragilidad de aquellos huesecillos. Pero pasa lo mismo que con los huevos de ave: si se los presiona en los polos, por muy grande que sea la fuerza resisten sin quebrarse: puro conocimiento empirico de la arquitectura corporal; seguro que algunos arcos imposibles de nuestras catedrales las ideó alguien que observaba a una mujer portando un cántaro sobre la cabeza.
RépondreSupprimer- Oh, señor Pablo, nuestro amo, ¿donde se llenan los cántaros de inagotable demagogia?
RépondreSupprimer- A estribor, a estribor, inocentes mujeres.
Aguadores y panificadores: no haber ido mucho más allá. Nos hemos pasado muchos pueblos egipciacos: menos aciago sería el ser humano solo gitano.
RépondreSupprimerEstribor es la banda derecha y babor la izquierda del barco, pero mirado desde atrás o de popa a proa. Miradas las aguadoras del mismo modo, diríamos que llenan sus cántaros a babor. Eso sí, agua no falta, mire uno desde donde mire.
RépondreSupprimerEstimado Pablo A, yo me refería a Pablo I. No sé si me explico.
SupprimerTampoco ha entendido usted el juego, aunque es muy de agradecer que le esté aclarando a un asturiano de puerto de mar lo que es babor y estribor. Con este tipo de enseñanzas y las que aportan los anónimos de las 7 y cuarto que responden al anónimo de las tres y media cuando increpaba al anónimo de las doce menos diez se culturiza uno una barbaridad.
Se lo diré educadamente, según propia costumbre: no se equivoque usted conmigo. No soy su interlocutor ni harto de petulancia lo sería, salvo esta excepcional ocasión. Le ruego, pues, que en lo sucesivo haga usted conmigo lo mismo que con tanto placer hago yo con usted: ignorarle.
RépondreSupprimerEs curiosa su reacción. Resulta que hablo de estribor, puntualiza usted después lo que es babor y estribor y ahora me viene a decir que ese comentario suyo no era respuesta al mío, aclarando que "no es mi interlocutor". Y además se ofende, se enfada y contesta muy airado, casi amenazante. No, Pablo, no vea usted fantasmas ni petulancia en mi persona porque se equivocaría muchísimo. Bastante tenemos con la impertinencia de los anónimos como para que los habituales inventemos enemigos y batallas. Un saludo sincero y haya paz.
SupprimerLamento haberle podido parecer -esto es lo peor- amenazante, o casi. Nada más lejos de mi, se lo aseguro; pero como no es cosa de hablar de uno mismo porque aquí se viene a hablar, digo yo, a propósito de las cosas que nos cuenta nuestro anfitrión, ahora le ruego que acepte mis disculpas con mi sincero -como el suyo- saludo.
RépondreSupprimerLos correos producen a veces malos entendidos incluso entre buena gente. No hay nada que disculpar, amigo Pablo. Un abrazo.
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