LO maravilloso de la
vida en el campo es que la mayor parte de los dramas y tragedias de la
naturaleza (una rama a la que partió el viento, un fruto que cayó del ábol
antes de madurar, la golondrina que aparece muerta en medio del camino –drama
este que imaginamos grandísimo, según son las golondrinas para esconder su
muerte–, la hormiga a la que vemos desorientada sobre la mesa sin encontrar el
camino de vuelta) tienen lugar sin que dejen de cantar los pájaros ni de salir
la luna ni de sonreír la aurora. Que a nadie, excepto al hombre, se le pase por la cabeza preguntar con apremio: “¿Qué
hay de lo mío?”.
Porque en la naturaleza todo es de todos, y todos, de nadie, y nadie a ciencia cierta sabe si es un fue, un será o un estoy siendo, y esto siempre en un grado de superior conciencia.
Hormigas vivas en el tarro del azúcar. Las Viñas, junio de 2014 |
Aquí de “sherpas” en un dulce Himalaya. Tampoco eternas, muy merecidamente nos sobrevivirán.
RépondreSupprimerSe podría endulzar el café con hormigas golosas. Que agradable y cierto ese "en la naturaleza todo es de todos, y todos, de nadie, y nadie a ciencia cierta sabe si es un fue, un será o un estoy siendo, y esto siempre en un grado de superior conciencia".
RépondreSupprimerSi se pierde conciencia se pierde consciencia , hace 30 años no teníamos plástico en nuestro en nuestro organismo y hoy todos los humanos lo hemos incorporado , está ya en nuestro ADN , No hay espacio respirable en el planeta que no esté contaminado .
RépondreSupprimerDe Antonio Machado :
Junto al agua fría,
en la senda clara,
sombra dará algún día
ese arbolillo que nadie repara
su flor nadie la vio. .¿ Cuando florece ?
ese arbolillo crece
no más que para el ave de una cita,
que es alma - canto y plumas - de un instante
un pajarillo azul y petulante
que a la hora de la tarde lo visita.
Es que vivir en el campo es vivir bajo el único orden verdadero, que es el que sabiamente impone el ritmo de la naturaleza. Las demás vidas que estamos condenados a soportar son sucedáneos aberrantes.
RépondreSupprimer¿Qué hay de lo mío?: ―La preguntita es chunga ―dijo el gitano.
RépondreSupprimerhttp://etimologias.dechile.net/?golondrina
RépondreSupprimer« GOLONDRINA
La palabra “golondrina” que designa a la conocida y pequeña ave migratoria cuyo nombre científico es “Hirundo rustica”, viene del latín “hirundo, hirundinis” (golondrina), cuyo nombre llegó a confundirse en muchas áreas de habla de latín vulgar con una palabra latina muy parecida, “harundo, harundinis”, que propiamente significaba vara, caña, bastón o caña de pescar. A partir de una forma de acusativo “hirundine(m)” o “harundine(m)”, se produjo una síncopa dando lugar a *hirondne/harondne, que por disimilación de la n daría *hirondre/harondre, sufriendo después una disimilación en l de la erre central y una asimilación d la primera vocal con la segunda, dando una forma *olondre. La g inicial fue un apéndice gutural que adquirió como apoyo para evitar el hiato con el artículo la, surgiendo así la forma *golondre, que casi a la vez adquirió un sufijo diminutivo -ina, que según Corominas vendría también favorecido para evitar la confusión de las formas *olondre/*golondre con el muy parecido nombre de la alondra, de distinto origen y que designa a un pájaro diferente.
La palabra latina “hirundo, hirundinis” tiene una etimología oscura sin claros paralelos indoeuropeos, salvo la gran similitud estructural y fonética con el griego χελιδών ("chelidón", golondrina), que hace pensar que ambos vocablos, el griego y el latino proceden como préstamo de una misma fuente, otra lengua previa poco determinada, quizá una lengua mediterránea preindoeuropea, pues los esfuerzos de Pokorny por asociar estos vocablos a una raíz indoeuropea *ghel- (gritar) son forzados, artificiales y de poco fundamento, y menos fundamentados todavía los intentos de relacionarlo con vocablos semíticos, como el acadio “sinuntu” (golondrina).
En todas las lenguas romances el nombre de la golondrina viene de la misma palabra, que frecuentemente adquiere sufijos diminutivos. En francés es “hirondelle”, en italiano “rondine” o “rondinella” (con aféresis de la primera sílaba de hirundinem), en catalán “oreneta” u “oroneta” es forma que popularmente ha cambiado el sufijo a partir de otras variantes más etimológicas como orendella y orenella. En gallego y en portugués, respectivamente “andoriña” y “andorinha”, es forma que claramente procede de la palabra confundida “harundine(m)”, con una metátesis de *arondina a *andorina, quizá también favorecida porla idea de "andar" dado el carácter migratorio, por así decir vagabundo y "andariego" de la avecilla. Sin duda la adaptación de los finales de casi todas estas palabras a sufijos diminutivos tiene que ver con una consideración afectivo-familiar de esta pequeña ave, que al menos por Europa nos anuncia con su regreso la llegada de la primavera y es vista con cariño por todos. Muy conocidas son las primeras estrofas de una rima del poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer:
" Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán! "
- Gracias: Helena »