ENTRE enero y febrero de 1939
cruzaron la frontera unos cientos de miles de españoles en condiciones penosas
y conocidas por todos: vencidos, muchos de ellos enfermos, la mayoría
hambrientos, arrecidos y humillados por las autoridades franceses y los
guardias senegaleses que los trataban con saña y desprecio. En vista de ello la
mayor parte luchó desesperadamente por escapar de los campos, primero, y,
después, de la condición de refugiados que les obligaba a vagar por territorio
francés como apestados, sin papeles, sin dinero y sin idioma. De ese casi medio
millón de españoles lograron subir al Sinaia el 24 de mayo de 1939 mil
quinientos noventa y nueve. Al día siguiente zarparían de Sète, en el
Mediterráneo, rumbo a Méjico. ¿Cómo lo lograron? ¿Quiénes eran?
Las historias grandes están
hechas de pequeñas historias, pero es raro encontrar una historia pequeña que
observada con atención a la debida distancia, si es humana, no muestre su
grandeza. Es el caso de la de ese buque.
Por los días que escribió uno Días
y noches (2000),
una novela que relata esa travesía, alguien donó a la Fundación Pablo Iglesias
un documento excepcional, el listado de pasajeros del Sinaia. En él figura
nombre, edad, oficio o profesión, militancia política y sindical y cargos
desempeñados antes y durante la guerra de la mayor parte de esos pasajeros.
Están excluidos de él los nombre de las mujeres, de los ancianos y de los niños
que viajaban en condición de familiares. Hombres: 953; Mujeres: 393; menores de
15 años: 253. Total: 1599. Escalas: Madeira, Puerto Rico y Veracruz, adonde
llegaron el 13 de junio. “Porcentaje de analfabetos: 1,1%” (18 individuos; tasa de analfabetos en España en 1931, 38%). En este último dato
se halla en parte la razón del embarque.
El Sinaia era un vapor de bandera francesa, fabricado en 1924. Había servido como buque mercante, pero en los últimos años se había pasado al transporte, más rentable, de soldados y peregrinos musulmanes a la Meca, y en la travesía mejicana sobrepasó su capacidad, por lo que muchos debieron viajar en bodegas y sollados asfixiantes en condiciones de suma incomodidad. Lo fletó el gobierno mejicano y organizó el embarque, por orden de Negrín, el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (Sere), tras una invitación del presidente mejicano Lázaro Cárdenas que vio en aquellos refugiados una contribución preciosa a la modernización de su país. La Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (Jare), creada en Méjico por los socialistas, acusó al Sere de favorecer a los comunistas, confirmando así que en el bando republicano seguían con la guerra civil. ¿Eran todos comunistas? Desde luego que no. A esas alturas probablemente no eran ni negrinistas. En Puerto Rico Negrín subió a bordo del Sinaia para dar a “sus” 1599 refugiados la bienvenida a tierras americanas –traje impoluto de hilo blanco, camisa de seda, corbata, zapatos de rejilla, canotier– y esos 1599 refugiados amordazaron su indignación y perplejidad –mangas de camisa, ropa vieja, alpargatas– con un tensísimo silencio. En el barco viajaban, en efecto, algunos destacados comunistas, Pedro Garfias o Juan Rejano, que editaron mientras duró la travesía un periódico ciclostilado, y un fotógrafo que llegaría a ser tan famoso como Capa, David Seymour, Chim. Leyendo el periódico y viendo las fotos de Chim se diría que aquel fue un crucero de placer. Pero lo cierto es que a bordo del Sinaia viajaban 1599 personas tan entristecidas como esperanzadas, enzarzadas a menudo en agrias y sordas disputas políticas, y entre aquellas algunas de las mejor preparadas de la República Española, abogados, médicos, ingenieros, maquinistas, intelectuales, artistas y operarios cualificados que correspondieron a la generosidad y visión de Cárdenas trabajando en Méjico como en patria propia. Recordaban acaso aquello que había dicho un antepasado de todos ellos, gachupines y mejicanos, cuatro siglos antes: sólo es patria “donde se halla el remedio”.
[Publicado en El País el 20 de julio de 2014]El Sinaia era un vapor de bandera francesa, fabricado en 1924. Había servido como buque mercante, pero en los últimos años se había pasado al transporte, más rentable, de soldados y peregrinos musulmanes a la Meca, y en la travesía mejicana sobrepasó su capacidad, por lo que muchos debieron viajar en bodegas y sollados asfixiantes en condiciones de suma incomodidad. Lo fletó el gobierno mejicano y organizó el embarque, por orden de Negrín, el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (Sere), tras una invitación del presidente mejicano Lázaro Cárdenas que vio en aquellos refugiados una contribución preciosa a la modernización de su país. La Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (Jare), creada en Méjico por los socialistas, acusó al Sere de favorecer a los comunistas, confirmando así que en el bando republicano seguían con la guerra civil. ¿Eran todos comunistas? Desde luego que no. A esas alturas probablemente no eran ni negrinistas. En Puerto Rico Negrín subió a bordo del Sinaia para dar a “sus” 1599 refugiados la bienvenida a tierras americanas –traje impoluto de hilo blanco, camisa de seda, corbata, zapatos de rejilla, canotier– y esos 1599 refugiados amordazaron su indignación y perplejidad –mangas de camisa, ropa vieja, alpargatas– con un tensísimo silencio. En el barco viajaban, en efecto, algunos destacados comunistas, Pedro Garfias o Juan Rejano, que editaron mientras duró la travesía un periódico ciclostilado, y un fotógrafo que llegaría a ser tan famoso como Capa, David Seymour, Chim. Leyendo el periódico y viendo las fotos de Chim se diría que aquel fue un crucero de placer. Pero lo cierto es que a bordo del Sinaia viajaban 1599 personas tan entristecidas como esperanzadas, enzarzadas a menudo en agrias y sordas disputas políticas, y entre aquellas algunas de las mejor preparadas de la República Española, abogados, médicos, ingenieros, maquinistas, intelectuales, artistas y operarios cualificados que correspondieron a la generosidad y visión de Cárdenas trabajando en Méjico como en patria propia. Recordaban acaso aquello que había dicho un antepasado de todos ellos, gachupines y mejicanos, cuatro siglos antes: sólo es patria “donde se halla el remedio”.
Maqueta del Sinaia. Foto: Carlos Rosillo |
"Lo fletó el gobierno mejicano y organizó el embarque, por orden de Negrín, el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (Sere), tras una invitación del presidente mejicano Lázaro Cárdenas que vio en aquellos refugiados una contribución preciosa a la modernización de su país. La Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (Jare), creada en Méjico por los socialistas, acusó al Sere de favorecer a los comunistas, confirmando así que en el bando republicano seguían con la guerra civil. ¿Eran todos comunistas?"
RépondreSupprimerLeo y releo el relato de este episodio que desconocía y no consigo salir de la perplejidad. Resulta que un selecto grupo de españoles consigue segregarse del medio millón de compañeros cautivos, hambrientos y maltratados gracias a gestiones mejicanas pero también españolas porque encuentran muy aprovechables sus vidas. Y por si no fuera poco hubo problemas porque socialistas y comunistas se mostraron recelosos ante el favoritismo con que los vuestros eran tratados respecto a los nuestros. Asombroso. ¿Pero no eran los fascistas los que sí podían continuar en su país después de haber expulsado salvajemente a los vencidos? ¿De verdad en los campos de refugiados se produjo tamaña discriminación entre letrados e iletrados? Asombroso, vuelvo a decir. Unas veces se nos llena la boca de democracia, rasgándonos las vestiduras ante cualquier atisbo de sectarismo, y otras aceptamos que los cultos se pongan a salvo de las cloacas que corresponden a los ignorantes. De repente dos categorías de humanos cuya clasificación se justifica. ¿Rubios arios y el resto? Esto me recuerda a aquella noticia de la posguerra aparecida en un periódico, creo que gallego. Decía más o menos así: "Como consecuencia del descarriamiento del expreso fallecieron cinco pasajeros; afortunadamente todos ellos viajaban en tercera clase."
Qué falaz es usted!.El caso del Winnipeg es similar. Resulta que siempre hay condiciones y el Presidente chileno quiere salvar vidas pero pide trabajadores ( no intelectuales! le dijo a Neruda).Los españoles que llegan a Arica y Valparaíso pronto contribuyen al nuevo país...mejor que no venga ninguno? ¿que mueran todos en la arena de Argelès?
SupprimerUna historia conmovedora y hermosa. Creo que en ese barco iba el maravilloso pintor Ramón Gaya.
RépondreSupprimerCasi tan conmovedora y hermosa como la fuga del matrimonio Alberti a las tierras de Orán, siempre luminosas y hospitalarias. Creo que en esa avioneta al final no pudo subirse el maravilloso poeta Miguel Hernández. Pero había que poner el culo a salvo y una cosa es ser solidario con los vencidos y vencidas y otra muy distinto ser tonto, debió decirle la inteligente María Teresa al íntegro Rafael cuando desde el cielo observaba la debacle.
Supprimer¡Exacto! "Más vale morir de pie que vivir de rodillas" exclamó la Pasionaria antes de subir al avión donde con el querido salvaría el culo, heróicamente, eso si. Se puede estar en las antípodas de todo lo que representaba Miguel Hernández y reconocer al tiempo que era un gran poeta, pero sobre todo, que le cupo la honra de recibir un bofetón por parte de la mujer de otro que, tan gran poeta como él, fue sencillamente un tan baboso como asqueroso personaje por mucho que le gustara vestir con chaquetas de colores.
SupprimerPrecisamente en "Las armas y las letras" conocí yo la repugnante personalidad de Alberti, buen poeta pero de menor grado que el que se le concede. Algún día tal vez AT se anime a escribir un ensayo donde se clarifique cómo el azar y una buena dosis de papanatismo han elevado a altares demasiado altos a quienes no los merecen, mientras otros han quedado postergados al rincón de los malditos.
SupprimerLo mejor sería que gente como usted no leyese las Armas y Las letras, como hay gente que no debería leer el Mein Kampf. No le sienta bien, "amigo"; un veneno demasiado fuerte para su débil inteligencia.
SupprimerLa ayuga mexicana exigió que los exiliados fuesen gente de letras -profesores de todo tipo, periodistas y escritores- y profesionales cualificados en todos los ámbitos para mejorar las necesidades de México. Se debería saber también cuantos de los exiliados eran analfabetos como punto de partida para sacar conclusiones más afinadas. Tambien estaría bien saber què proporción de militancia tenían los exiliados de los campos de concentración porque es evidente que no todos los pasajeros eran comunistas. Mis tíos abuelos, profesores de la República, recordanan que se pidieron voluntarios para ir a México y que no fue una opción mayoritaría porque parecía una aventura demasiado lejana.
RépondreSupprimerQué alegría! alguien prudente y cuerdo por estos lares; en efecto, los barcos de refugiados eran "interdisciplinares" si se me permite el término. Resulta que fueron organizados por ...El Gobierno Repúblicano! (¿Negrín? sí, el que tenía un maletín Vuitton) y acogieron refugiados de hasta 33 grupos políticos diferentes.
SupprimerQue alegría, dice, ya será ¡que tabarra! que no es lo mismo. Otro que dale que te pego con el cuento, eso sí, con tufos de repartidor de carnets de intelectual. ¿A qué gobierno republicano de qué república se refiere? ¿A la de Prieto el multimillonario ful residente en un fincón con casa colonial -comprado a nombre del hijo, que oportunamente se dedicó a viajar, gratis, mientras otros se dejaban el pellejo en las trincheras-, o a la de Negrín el ladrón amaestrado por Moscú? ¿Gobierno? ¿República? ¿33 grupos políticos diferentes? ganarían la guerra ¿no? porque vaya abundancia. Que bien ha elegido el apellido, lo hace a intención y no lo supera. No hay manera: ¡ni olvidan ni aprenden!
SupprimerMexico después de su independencia contra España , tuvo que derrotar a Maxilmiliano el austrohungaro y a Napoleon III , ambos añadieron Mexico a sus colonias de ultramar , más de medio siglo de conflicto ( 1930 - 1980 ) , aparte de perder la guerra de Texas , hizo que muchos mejicanos emigraran a España y en principio podría ser la causa de está acción reciproca con los españoles .
RépondreSupprimerTambién acogieron a los que sucesivamente escaparon de los campos de concentración .
Lo de las mujeres y los niños primero , no deja de ser una proclama de intenciones , no hace tanto se hundió el Costa Concordia . Los españoles adultos y artistas hicieron en Mexico una obra española no una obra mexicana , ya que nunca dejaron de sentirse españoles ( les trataron muy bien )
Robert Capa zarpó en 1939 destino Nueva York al verse cercado por los nazis en Francia y ser judío , el hecho dio lugar a la mitica historia de " la maleta mexicana " , una historia muy interesante sobre Capa , Chim y Gerda Taro .
RépondreSupprimerRamón Gaya sí que viajó en el Sinaia. En aquel paquebote escribió un apunte titulado "La pintura mexicana (lo que sé de vosotros)", seguramente publicado en el diario que se editó a bordo: "en este barco de españoles verdaderos...", leemos en ese apunte. Firmada en junio de 1939, esa nota la encontramos hoy en la Obra Completa de Ramón Gaya, Pre-Textos, 2010, una edición prologada por el poeta Tomás Segovia, entonces un niño, quiero decir cuando también él viajó en el Sinaia. Cosas de la vida.
RépondreSupprimer¿Españoles varios o no varios, buscar más pistolitas chulas de cinto rojo o azul, vestir o desvestir santos en altares o rincones malditos o benditos? Amar las letras ―que no es fácil―, no armarlas; u otra vez…
RépondreSupprimer―Sinaia de Sinaí ―dicen muchos pasajeros―, ya no quiero estar aquí.