FUE uno de los encuentros más felices de los que guardemos recuerdo. La historia de Romanillos, uno de los grandes violeros de todos los tiempos, sólo se hallaría parecida en las Mil y una noches. Parte de ella la cuenta él mismo en el discurso que aquí puede oírse. Debemos aquella visita a los guitarristas Carles Trepat y a Ignacio Rodes, que ha promovido ahora la investidura de Romanillos como doctor honoris causa en la Universidad de Alicante.
Hace unos días me escribía el también guitarrista Gabriel García Santos, a quien debemos asimismo la amistad con los queridos Carles y Nacho:
"Andrés,
el pasado 30 de junio le hicieron a Romanillos doctor honoris causa en Alicante.
Sale en Youtube. Vete al minuto 45 y verás a Carles tocar dos piezas. Después, una griega, después le imponen los trastos a Romanillos, y después toca Nacho con David Russell (*). Por fin, dice su discurso el eximio violero. Bonito discurso, en castellano llano. Al final dice "vale", al estilo antiguo. Un abrazo, Gabriel".
Hacedlo como dice Gabriel, desde el minuto 45, y habréis hecho mucho por la armonía del mundo.
Gracias Gabriel, alma pura; gracias Carles, cada día más caballero de la mano en el pecho; gracias ¡Antígona!; gracias David; gracias Nacho, delicado siempre. Y, por último, gracias maestro de violeros, José Romanillos.
Hasta su nombre parece haber salido de un relato de Cervantes.
(*) Y para los amantes de los detalles exactos, aquí lo que cada cual interpretó y el nombre del instrumento (todos de Romanillos y todos con su nombre propio, pues pone el guitarrero nombre a todas y cada una de sus guitarras, como ha de hacerse con las criaturas vivas de cierta consideración). Carles Trepat interpetó con La Amistad (fabricada en 2005) "Sonata de Elami", de Miguel García (Padre Basilio), y "El testament d'Amèlia", de Miguel Llobet. Antigoni Goni, tocando la guitarra llamada La Boda (de 1989), "Vidalita" y la mazurca "Sarita", de Agustín Barrios. Ignacio Rodes, con La Tierno Galván (de 1986) y David Russell con La Por qué (de 1998), la "Polonesa concertante", op. 137, de Mauro Giuliani, "Berceuse", de Gabriel Fauré y "Castilla" (Seguidillas), de Isaac Albéniz.
Hasta su nombre parece haber salido de un relato de Cervantes.
(*) Y para los amantes de los detalles exactos, aquí lo que cada cual interpretó y el nombre del instrumento (todos de Romanillos y todos con su nombre propio, pues pone el guitarrero nombre a todas y cada una de sus guitarras, como ha de hacerse con las criaturas vivas de cierta consideración). Carles Trepat interpetó con La Amistad (fabricada en 2005) "Sonata de Elami", de Miguel García (Padre Basilio), y "El testament d'Amèlia", de Miguel Llobet. Antigoni Goni, tocando la guitarra llamada La Boda (de 1989), "Vidalita" y la mazurca "Sarita", de Agustín Barrios. Ignacio Rodes, con La Tierno Galván (de 1986) y David Russell con La Por qué (de 1998), la "Polonesa concertante", op. 137, de Mauro Giuliani, "Berceuse", de Gabriel Fauré y "Castilla" (Seguidillas), de Isaac Albéniz.
Guitarra La Por qué de José Romanillos (1998), en cuya etiqueta se lee de puño y letra del violero "Para Ignacio Rodes". |
En guitarra española hay grandes talentos , ahora es el festival de Cordoba de guitarra y está el David Russell en cartel , cuya cabecera son Joe Satriani , Pat Metheny ( que a los 19 años ya era profesor en Berklee - Boston ) y Mike Stern ( otro genio que salió de Berklee ) . Suelo escuchar a Pablo Sainz Villegas , un joven guitarrista riojano , que está triunfando en los mejores auditorios del mundo ; tocó en San Diego en presencia de un agradecido y entusiasta Dalai Lama .
RépondreSupprimerNi siquiera las guitarras pueden ahorrar el horror de los birretes y togas en alto tecnicolor. (“El violero violentado o El desagravio agraviante”).
RépondreSupprimerTanto oscilante fleco y colorín, tanta ilustrísima y excelentísimo, tantas medallas y puñetas… Estos ritos académicos de jurisdicción y autobombo, ¿no podrían aliviarse ya un poco?
“Para aplacar el hostigamiento emocional que me dejó el desagravio del destino”: el bajo color blanco del niño que amaba la lectura y quería estudiar Filosofía y Letras y ser escritor; la mula blanca que monta un obispo entrando en la Orihuela de un lejano artículo suyo para una revista de cárceles. Leyendo valientemente sus palabras, o callado con Marian Harris al final, solo Romanillos conjura ese cierto horror académico-forense que tanto aleja a la universidad de la crítica y el gozo. El gaudeamus ahora, vale.
He escuchado desde el recomendado minuto 45 y verdaderamente merece la pena, pese a que la calidad de la grabación es poco más que aceptable. Como modestísimo guitarrista autodidacta de música pop sé apreciar con admiración talentos y dificultades. De Albéniz o Granados (o Tárrega) es el comentario amargo - aplicable a otros muchos ámbitos, no solo musicales - "El drama de la guitarra española es no haber sido creación francesa o vienesa".
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