ESTÁ acreditada desde hace muchos años la importancia que tuvo Poesía española. Antología 1915-1931 o "Antología de Gerardo Diego", como se la conoce, en la poesía española y en la poesía en español, tanto en su primera edición (esta que se ve en la imagen), como en la segunda, de 1934.
Que ochenta años después haya aparecido en el Rastro el bronce que sirvió para dorar su cubierta es, desde luego, un hecho irrelevante. Pero acaso lata en ese pequeño y oscuro trozo de metal la misma luz que llega a nosotros en el corazón de un trozo oscuro e inerme de meteorito, luz de una estrella no por fugaz menos intensa.
Si ha sido usted el autor del hallazgo, qué bonito haberlo encontrado. En cualquier caso, a mí la tipografía empleada en la cubierta me gusta mucho.
RépondreSupprimerEn cualquier lata
RépondreSupprimerlaten demonios y ángeles
que no descansan.
A esta Antología elaborada por Gerardo Diego se refiere el dramaturgo Antonio Buero Vallejo en un poema dedicado precisamente a aquél (Buero no era proclive a la poesía, pero algún poema escribió). Lo copiopego:
RépondreSupprimerTe contaré, Gerardo,
cierta historia secreta.
Dentro de los pupitres
tu Antología brillaba.
Capturábamos versos cual luciérnagas
de Juan Ramón, Alberti, Lorca, Huidobro.
Y tuyos. El pocillo
de tinta violeta
aún competía con la estilográfica.
Albert Samain diría, Vallejo dice...
Y yo, sin decir nada.
Yo no era aquel Vallejo.
(Pensando en otra cosa
cuarenta años más tarde
repito, sin embargo, esas palabras
como un raro estribillo esquizofrénico.)
Estalló la bombona
de sangre, frío, piojos.
Entre disparos, miles de estudiantes
musitaban aún cercanos versos.
Supervivientes joyas
contadas una a una
después, en grises celdas.
Nuestro pobre tesoro.
De tarde en tarde alguna gema nueva.
En un viejo envoltorio de sardinas
hallé la luz verdosa
de tu farol cantábrico
y nunca me abandona el reverbero
de su jugosa pulpa azucarada.
Tu giratoria lluvia
robé mas tarde
y en mayo siempre es mía.
Ahora nos acompañas
en el café, a unos pocos que quedamos,
como si en vez de ser Gerardo Diego
un jubilado fueses.
El luminoso nácar
de una bella cercana nos ignora.
Aún no está dicha la palabra Dicha,
piensas, y yo contigo.
Pero el verso la encierra
nombrada y poseída.
Otros adolescentes
(limpios o ensangrentados, no se sabe)
acopiarán, dichosos, el tesoro.
Renovados Quevedos
te han de oír con sus ojos.
Gracias, Gerardo, por tu centelleo
de claros rayos en mi vida oscura.
La astucia excusarás de estos renglones;
no ignoro, bien lo sabes, que son prosa.
El último párrafo, también de antología, para no ser menos.
RépondreSupprimerEse bronce es una maravilla. Un rescate excepcional.
RépondreSupprimerHay una canción muy buena , creo del 73 , de Patxi Andion sobre el Rastro de la que pongo una estrofa :
RépondreSupprimerEsto es el rastro señores,
vengan y animensé ,
que aquí estamos nosotros ,
somos Papá Noel
Cúmulos de galaxias o cuarks extraños o encantadores: lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño, ¿no serán la misma cosa en el Gran Rastro del mundo? Que venga Dios y lo vea.
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