29 décembre 2014

Indumentos


NO tendría nada de extraño que la política española de los próximos meses la decidieran los indumentos. En realidad, en épocas de crisis y revueltas, la ropa acaba cobrando una gran importancia identitaria. Sucedió en el motín de Esquilache, desatado por una ordenanza que pretendía acortar las capas y reducir el chambergo de ala ancha, muy apreciados por el pueblo llano. Sucedió en la Revolución Francesa, en manos en un primer momento de los sans culottes (“sin calzones” literalmente, y por extensión desarrapados y parias). Volvería a pasar en el Tercer Reich, con sus camisas pardas; en la Italia del Duce, con las camisas negras; en el franquismo, con las camisas azules. Con la irrupción de Podemos, España ha entrado en la era de las camisas blancas sin corbata (o con una de nudo flojo). 

Y que estas van a jugar un papel importante lo tenemos en el hecho de que el líder de los podemos ya ha acusado al de los socialistas de estar copiándole las camisas, a lo que éste ha respondido que aquél le ha copiado el programa, al tiempo que otros recuerdan que el último en hacer política en mangas de camisa fue José Antonio, quien decía también “nosotros no somos de izquierdas ni de derechas, sino un movimiento social”. Las camisas del líder de Izquierda Unida, sin cuello y sin planchar, parecen proceder de unos extras de Novecento, de Bertolucci, y probablemente hayan sido las causantes de su fracaso: huelen a atrezo proletario y naftalina incluso por televisión. Las del Pp (y en parte Ciu) suelen ser de Ralph Lauren o de camisero, estas con las iniciales de su dueño en la tetilla, cuellos  blancos y tela de color y puños dobles para botón o gemelo, en fin, cualquier cosa que las distinga de las sufridas camisas de empleados y oficinistas que se venden amontonadas en las rebajas. Bildu y la Cup son más de camisetas (sudadas).

El triunfo de los socialistas en 1982 vino precedido del triunfo de la pana, que desapareció de la escena política en muy poco tiempo, en cuanto alcanzaron el poder. En los años ochenta del siglo pasado se puso de moda una canción de letra bastante graciosa. Se diría que hablaba de todo esto: “Estoy preparando una expedición al Congo, busco entre lo que tengo para ver lo que me pongo”. Veremos los próximos meses elegir cuidadosamente sus camisas sobre todo a aquellos que quieren ocultar que ya están cambiando de chaqueta.
   [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 28 de diciembre de 2014]

10 commentaires:

  1. Hablando del PSOE, ayer por la noche me tope con casualidad en Cuatro con un programa de ese gran comunicador que es el alpinista Calleja, y en el que Pedro Sánchez le mostraba el Congreso. Al llegar al Salón de los Pasos Perdidos y al preguntar Calleja por la procedencia del nombre, Sánchez le dijo que es porque en ese salón se negocia mucho. Está claro que no es lector suyo de usted...

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  2. Si Pablo se nos conforma con vestir camisa blanca porque en un ramalazo de lucidez su cuerpo menudo ha decidido renunciar al chándal maduriano y su testa al sombrero de ala ancha, tipo saó, tan de Bolivia, podemos estar tranquilos.

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  3. No hay que perder la perspectiva. A los mercados, mercaderes de la compra de la prima y expositores del riesgo solo les gustan las camisas de marca y a ser posible de camisero a medida, por lo tanto si en Grecia tienen la osadía, para su desgracia, de votar a Szyrza, o como se escriba, veremos el severo escarmiento a que será sometido el atrevido país y en este solar de cabras quedarán espantadas la ganas de podemos. Solo la derecha bienpensante, bienvestida, bienvenida, será la que dirija el rumbo, la deriva de la incipiente recuperación. Amén.

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  4. Era un tipo extraño aquel, si alguna vez cambiaba de chaqueta era por mera higiene, dándole lo mismo, por lo tanto, la forma o el color de dicha prenda. Esa indiferencia rayana en lo patológico, según criterio de sus vecinos, hacía que nunca reparase ni por asomo en la indumentaria ajena, y que su ignorancia sobre marcas, modas y tendencias resultase poco menos que escandalosa.

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    1. Los que cambian de chaqueta, bajo tierra no podrán cambiar jamás de madera. (O sea, que nunca resurgirán de sabe Dios qué forma en sabe Dios qué Universo).

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  5. Le envío un abrazo de Año Nuevo y deseos de éxitos para sus libros...

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  6. Una de las pequeñas patologías de la casta oligárquica que padecemos, esa que la hace particularmente repulsiva a los ojos del espectador es la salivilla coagulada que se refugia en la comisura de los labios cuando mienten, es decir, siempre. El diccionario de la RAE define bocera como “residuo que queda pegado a la parte exterior de los labios después de haber comido o bebido” y “excoriación que se forma en las comisuras de los labios de las personas y les impide abrir la boca con facilidad ” . La RAE siempre tan atenta, tan doña Concha con su toquilla gris, tan estúpida camiseta (sudada), tan viejuna y miserable.

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  7. Los de Podemos van contra los otros, o sea, los de No Pueden. Estos no serían tan malos si no fuera porque en realidad No Quisieron Poder, a la vista de la corrupción gigantesca, que esto es un carnaval, que con poner la lista de los que no han robado acababan antes los periódicos.
    Y se ve bien que Podemos estorba, y si tanto les ladran es porque cabalgan.
    Lo de la camisa blanca, dejadlo ya, por favor. No sabéis qué decir...

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  8. Una de las pequeñas patologías de la casta oligárquica que padecemos, esa que la hace particularmente repulsiva a los ojos del espectador es la salivilla coagulada que se refugia en la comisura de los labios cuando mienten, es decir, siempre. El diccionario de la RAE define bocera como “residuo que queda pegado a la parte exterior de los labios después de haber comido o bebido” y “excoriación que se forma en las comisuras de los labios de las personas y les impide abrir la boca con facilidad ” . La RAE siempre tan atenta, tan doña Concha con su toquilla gris.

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  9. sobrecogedora la escena de los turnos de obreros saliendo y entrando en Metrópolis, todos uniformados, cabizbajos, sujet..os a una dictadura que no necesitaba un ejercito para someterlos, bastaba una mujer, María ( una cyborg ) Una escena con lirismo y violencia

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