y pareció su canto arma en voz baja,
como un suave “decíamos ayer”
a todos y a ninguno.
Y si su hermano no temió a la azada,
el hacha que hacía leña de unos viejos sarmientos
tampoco le asustó, lengua intratable.
Juntos hicimos tan vernal jornada,
él cantando la dulce primavera
y preparando yo el próximo invierno,
uno al lado del otro como orillas
de una apartada senda solitaria.
Cuantas veces dejé de trabajar,
embelesado en su canción de gesta,
y levanté los ojos por mirarle,
nunca le descubrí, con estar él
justo encima de mí, sólo a dos metros,
una hoja entre hojas, caballero
embozado del lilo. Todo el lilo
en realidad cantaba, fuego azul
en el que ardía el día, y cuando al fin,
por una sola vez, medio le vi,
se hurtó esquivo en qué hondura sin dejar
su brío un solo instante,
haciendo su canción más prodigiosa aún
y tampoco sé cómo. A mayor sombra
más dulce es la armonía, no es misterio,
sólo un modo de darse a ninguno y a todos
y de justar a pecho descubierto
con quien lleva en su escudo figuradas,
Gracias, Sr Trapiello, por traernos también al ruiseñor del lilo.Lo esperábamos desde ayer.Y gracias por esa relación - anclaje entre imagen y texto.Un prodigio de almanaque.
RépondreSupprimerDel lilo al laurel con sus alas: nuestras eles no suenan tan bien.
RépondreSupprimerCon permiso.
SupprimerDel lilo al laurel
con sus alas: nuestras eles
también suenan bien.
Qué caramba.
A partir de ahora, Sr. Trapiello, menos prosa y más poemas por favor. (Poeta es el que llama a las cosas por su nombre.) Gracias.
RépondreSupprimerCon obras paralizadas hace años, una valla metálica impide el acceso a esa parte del muelle de los cruceros. Enfrente de la estación, para que lo vean los turistas que desembarcan unas cuantas horas, la valla tiene cosido un cartel: “TRAIN PANORAMIC”, en este orden, con una flecha apuntando a los aparcamientos. Justo ahí, por detrás de la valla, sobre el hormigón del quizá pequeño muelle para embarcaciones deportivas, una gaviota lleva muriéndose tres días.
SupprimerSobre su muro desmadejada, a veces despliega el ala derecha para arrastrarse un poco, evitando siempre caer al agua. Luego la pliega y muy tranquila, sigue moviendo el cuello, esperando. Agitamos los brazos y los sigue. Como si le sacara algo de comer, de vez en cuando picotea un plástico rojo y amarillo que tiene cerca. La otra noche llovió y pudo mitigar la sed.
No tienen buena fama las gaviotas. Pero ésta se muere. Hoy es el cuarto día. El teléfono no suele dar resultado. Ayer y antesdeayer, sin suerte, estuvimos esperando el paso del 4X4 de la policía portuaria para ver si, tomándonos en serio, hacían algo por ella. No sabemos si llevan armas: ellos sí pueden traspasar la valla, y despenarla no sería la peor solución.
En nuestro paseo de antes de comer, iremos ahora a visitarla. Hay poesía y ruiseñores, y prosa y señoresruiz, o señoras: periodistas en paro, o “free-lance” pero tirados, como la gaviota. Seguiremos informando.
Una historia conmovedora; parece que hasta entre las aves hay categorías y escalafón: pongo seriamente en duda que una gaviota del PP, extraviada y enferma, tardara mucho tiempo en ser socorrida.
SupprimerUNA CHAPINA MUY PARTICULAR
SupprimerDesde detrás de la valla miramos lo mejor posible, pero de la gaviota ni rastro: ahogada, o canibalizada por otras gaviotas o, Dios lo quiera, resucitada al cuarto día. Ayer sí vimos el coche de los guardas portuarios. Con la desaparición de la gaviota, sobra pararlo, nos dijimos. Pero la pistola del periodismo levantó nuestros brazos. Iba solo el conductor. Contra lo esperado, nos contestó amable y sonriente. Ayer, por las fiestas, sustituía a un compañero: sentía mucho no saber nada “del tema”.
En nuestro paseo tratamos de olvidarnos de la gaviota oyendo lo que alcanzábamos a entender adelantando a quienes iban más despacio que nosotros y charlaban. Así, una señora mayor con un hijo interesado en saber de su abuela:
―¿Y la abuela qué hacía?
―Punto, croché. Leía novelas…
También aprovechamos el paseo para ver la última secuencia del juego que nos traemos con Ana, sobrina nuestra de 8 años. Hace un año más o menos, paseando con ella descubrimos una única losa rota en aquellas aceras de la estación de cruceros, bien cerca del refugio de la gaviota desaparecida. Nada más ver una losa tan rota y tan rosa, Ana, que no soporta ese color, pidió el rotulador, y en los tres pedazos más grandes escribió uno de los mensajes con los que se divirtió y nos divirtió unas cuantas semanas. De este tipo: “No me arreglen nunca, por favor”, firmando “Ana de Guatemala” (ella nació allá); o “Loseta nueva, sí, / [trozo segundo] pero morada. No pide mucho: [último trozo] Ana la Chapina”. Ni rosa ni morada: sigue rota. Fracasar no le importó nada. Al revés, así se le ocurrió que podríamos intercambiar mensajes, nada electrónicos, en papelitos escondidos debajo de los trozos de la losa. En nuestros paseos independientes (con nuestros hermanos ella), los buscaríamos, leeríamos y escribiríamos preguntando y contestando lo que se nos ocurriera mejor.
Debieron pasear por allí una de estas tardes, porque en el lugar yacía ayer un papelito. Con tan solo una corta pregunta (en mayúsculas aquí), no creemos que para pincharnos acerca de un par de experiencias hospitalarias suyas. Su brío de niña tampoco la deja a ella un solo instante. Tratando de desconcertarla, como siempre y cosa nada fácil, antes de comer ayer, cocinamos la respuesta con las hojas más recientes del almanaque.
“¿QUÉ ME RECETA, DOCTOR?
―Buenas tisanas de tila
y cantos de ruiseñor.
Sabe Dios ahora por dónde saldrá la muy particular guatemalteca en su próximo papelito.
[“TRAIN PANORAMIC, en este orden”: Falso. Dolosamente me equivoqué en el primer comentario. Perdón. “PANORAMIC-TRAIN 3 €”: El cartel cosido a la valla, lo comprobamos ayer, respeta el orden sintáctico anglosajón]
Cuando la gripe aviar una señora le hizo un boca a pico a una gaviota moribunda , la señora puso la radio y se enteró de la pandemia por lo que le entró un ataque de hipocondría y asistió a los servicios de urgencias , se activaron los protocolos y se armó
RépondreSupprimermas gorda que la de Ramales , la gente no solo quedo conmovida
sino que pasó miedo y hubo quien pidió se sancionase a la señora
;
Juan Salvador Gaviota de Richard Bach es un gran librito que gusta a niños y mayores ( la película está en Youtube )
Estupendos poemas .
"...Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
RépondreSupprimerestos reyes celestes, torpes y avergonzados,
dejan penosamente arrastrando las alas,
sus grandes alas blancas semejantes a remos..."
Da igual un albatros que una gaviota.La insensibilidad ancestral de algunos humanos...
Pero...¡qué hermosa evocación la de estos ruiseñores!
Intrincado. He de leerlo más veces para gozarlo más.
RépondreSupprimer"Todo el lilo
RépondreSupprimeren realidad cantaba, fuego azul
en el que ardía el día, y cuando al fin,
por una sola vez, medio le vi,
se hurtó esquivo en qué hondura sin dejar
su brío un solo instante",
"LE respondió desde el vetusto lilo
RépondreSupprimery pareció su canto arma en voz baja,
como un suave “decíamos ayer”
a todos y a ninguno."