CON frecuencia leemos y aun usamos dichos cuya verdadero significado estamos lejos de comprender, si acaso llegamos a entenderlos correctamente (como tantos, creyó uno hasta la edad adulta que en cierta canción de la tuna se decía: "no te enamores, con porcelana", donde sólo había un "no me enamores, compostelana").
Era el caso del dicho "En ojo de boticario", hasta que mi buen amigo Javier Puerto, escritor, catedrático farmacéutico, director del Museo de Farmacia y máxima autoridad española en la historia de la Farmacia (su discurso de ingreso en la Academia de Farmacia, sobre la triaca habría entusiasmado a Cunqueiro y Castroviejo) y compañero de Rastro, vino en nuestra ayuda con esta carta, que no me resisto a poner aquí:
"Ese dicho, como todos, tiene varias interpretaciones. La que yo prefiero es la siguiente: El “ojo del boticario” es, desde la baja Edad Media, un cajón dividido en gavetas o un armarito o alhacena también dividido, en donde los boticarios artesanos guardaban las drogas medicinales más preciadas (en el Museo tenemos tres): las especies exóticas, las más activas y, sobre todo, las piedras preciosas, tan utilizadas en la terapéutica galénica clásica, con nulo provecho para el paciente, muchísimo gasto y gran peligro si no estaban bien molidas. A partir del siglo XVIII, cuando el boticario y catedrático de química Glaser se vio envuelto en el escándalo de los envenenamientos de la Marquesa de Brinvillers, se convirtió en el armario de tóxicos, de obligatoria tenencia en las oficinas de Farmacia y en la actualidad es el de estupefacientes, también obligatorio.
"Pues bien, si daban una pedrada en ese “ojo de boticario”, que el maestro guardaba con esmero, vigilaba constantemente y no dejaba manejar a los mancebos, como si de su propio ojo se tratara, se suponía que caería al suelo y se mezclarían todas las drogas medicinales allí conservadas. Por eso, muchas personas creen que es una expresión mediante la cual se manifiesta algo malo o enredoso. En España, sin embargo, se tiene por algo bueno, algo que te produce un bien producto de la suerte, porque se supone que si sucediera tal cosa, el maestro, al ordenar las drogas medicinales de nuevo, pondría las de menos precio en el lugar de las de mayor y así, sin haber querido adulterar los medicamentos por propia iniciativa, merced a un azar de la suerte, se podría “equivocar” en favor de sus intereses económicos, sin sentirse culpable por su picaresca actitud.
Que pasa: ¿algo te ha venido como pedrada en ojo de boticario?
Un abrazo fuerte. Javier Puerto
PD. Ejemplos:
Este premio de lotería me viene como pedrada en ojo de boticario: Aunque no es el gordo, me permitirá pagar la hipoteca.
Además de palabras moribundas, existen frases o dichos moribundos, como ese "ojo de boticario", o también otro ojo: el "de buen cubero". Qué bonita expresión, pero hay que resignarse a su inminente pérdida.
RépondreSupprimerOtras veces las palabras perduran, fosilizadas, sin darnos cuenta de que son otra cosa. La carretera sigue llamándose así aunque hace mucho que por ellas no pasan carros ni carretas. El salpicadero de los coches sigue teniendo ese nombre aunque ya no sirve para resguardarnos de las salpicaduras de barro. A las neveras, para enfriar, ya no se les mete la nieve de las montañas.
El otro día mi hija me preguntó por qué al hecho de vaciar la cisterna se le llama "tirar de la cadena" (hace mucho que las cisternas no tienen cadena). Bueno, es otro ejemplo.
Bellas las pinturas rastreras de la fotografía, vive Dios. ¿Cuál adquirió voacé, maese Trapiello? Mejor que un Rothko...
RépondreSupprimerel ojo de boticario... o el ojo de halcón en el tenis, porque el ojo de paloma erraría, pues se equivocó la paloma, se equivo ca ba.
RépondreSupprimersaludos
No conocía esta expresión . Sí " ojo de buen cubero " o " hay de todo como en botica " . Mancebo es una palabra moribunda y difícil de recuperar ¡ Mancebo/a dame unas aspirinas ¡ , no creo siente bien a la persona aludida , en fin.
RépondreSupprimerChao