LA frontera entre la antigüedad y la modernidad es bien confusa a menudo. Entre el día y la noche no hay pared, dice un refrán. Cuesta adivinar, por la caligrafía, me cuesta a mí, quiero decir, cuándo fue escrita esta carta, encontrada hace dos días en el Rastro, sobre la acera. Sabemos algo más por el papel de hilo en que está escrita, por los dobleces que fueron hechos en ella para ser enviada así como por el color de la tinta, pero todo ello es insuficiente para determinar el año o la época de una grafía que podría parecer de ayer mismo.
Tal vez algún lector de estas líneas, conocedor de los secretos de la paleografía y de la lengua española, nos confirme o desmienta el suponerla del siglo XVIII. Cosa segura es que la escribió persona de limitada instrucción, pero expresiva.
Quede aquí como espejo del pasado reflejando una modernidad que entonces, cuando se escribió, ya había sucedido.
De una madre a su hija, es una carta bellísima en la que aún late la vida, la misma que unió hace tanto tiempo a aquellas dos personas a las que el sino había separado:
"Día veinte y siete de mayo
Mi estimada hija Carmen:
Me parece cosa extraña el no haberme respondido a mi carta, por lo que estoy con cuidado. Quiera Dios que no sea farta [falta] de salud. Yo estoy aquí muy triste siempre pensando en lo peor, de modo que esto es no vivir. En la noche me desvelo siempre asustada sin motivo, pero no puedo remediarlo, por lo que te digo que me digas lo que he de hacer o irme allá o pasar aquí mi sino.
Más quería decirte, pero tengo los ojos malos y me se ponen peores.
Y así memorias para todos y tú recibe el cariño de tu madre que te estima mucho y verte desea.
María de la Rosa".
PD. En la transcripción he restituido la ortografía y puntuación actuales, aunque el curioso podrá hallar en su reproducción indicios que le lleven a una datación menos vaporosa que la mía.
a mi modo de ver esta carta no es ni por la letra ni por la expresión un escrito del XVII. Me parece de bien avanzado el XIX. Y desde luego es muy hermosa; eso no hace "farta" decirlo.
RépondreSupprimerLamentablemente ya no se escriben cartas. Es como si nos hubiéramos deshumanizado y en ese esfuerzo absurdo encontráramos la coartada para alcanzar la ansiada madurez que recetan los psicólogos.
RépondreSupprimerQue una comunicación entre madre e hija, como la que se transcribe, sea hoy considerada como cursi, da bastante pena, porque parece que demostrar los afectos, con toda la ternura que conllevan,ya ha prescrito.
Por fin, ya todo efímero y caduco. De eso se trataba.
No serán ojos y no gozos?
RépondreSupprimerEs posible. La autora escribe "los sogos", confundiendo quizá g con j, y añadiendo una s a la palabra. Eso confunde. Pero tiene sentido, disculpándose de no hacer más larga la carta porque tiene mal la vista (¿por eso es su letra tan desmesurada?). Lo corrijo. Gracias.
SupprimerSí, los ojos malos. Correjido. Confusión de poeta. Pero gracias a ella ahora tenemos “los gozos malos” y las sombras buenas.
SupprimerA) Cervantes resucitado usted, don Andrés, de aceras y arroyos rescatando y leyendo papeles. Gracias.
RépondreSupprimerB) Pasando allí su sino María de la Rosa entonces. Suena mucho mejor que Mariarrosa. Más queríamos decir, pero cuitados estamos; malos tenemos los gozos y se nos ponen peores. Jugosa lengua, jugosa carta. De lo que quedaba de lengua y pueblo. Y algo queda siempre.
C) Hoy tuve que caer. Etiquetas de su blog:
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¿Literartura? También se ha jugado con Literadura frente a Liberatura. No, parece errata, e-rata. Memorias para todos.
Sea de cuando sea, para esas personas (madre e hija) eran tiempos difíciles aquellos. Claro que éstos tampoco son fáciles. ¿Hubo alguna vez tiempos fáciles?
RépondreSupprimer... más quisiera decirte, pero tengo los ojos malos y me se ponen peores...
RépondreSupprimerese arte supremo de cómo en la elipsis cinematográfica decirlo todo sin apenas decir nada del amor de una madre a una hija, que vale también para dos novios en la distancia.
saludos
Memorias en vez de recuerdos y te estima en vez de te quiere es lo que más me llama la atención , desconozco cuando el idioma adoptó una " despedida " más cordial y bonita .
RépondreSupprimerChao.
El papel, tal y como lo conocemos, obtenido de la celulosa de la madera no llegó a uso común hasta finales del siglo XIX, pues la patente para el procedimiento de su obtención data de mediados de este siglo.
RépondreSupprimerHasta entonces se usaba papel de hilo o de fibras vegetales, como lino y cáñamo, lo que originó durante los siglos XVII y XVIII una escasez de trapos, como materia prima del papel, ante el auge de su uso. Debemos suponer que esta escasez causó su subida de precios y su poca accesibilidad para la mayoría de la población cuyos recursos eran escasos.
Supongamos razonablemente que la carta entonces fue escrita en una fecha anterior al último tercio del siglo XIX.
Lo que en ella me llama la atención, aparte de expresiones hoy en desuso, como sino en vez de destino, memorias en vez de recuerdos, es la filigrana de la rúbrica, en forma de esos bucles tan característicos que podemos ver, por ejemplo, en la firma de Cervantes. No tengo ni idea de paleografía, pero me atrevo a afirmar, por una cuestión de sentido común, que las firmas están sometidas también a las modas y usos del tiempo, lo cual situaría a la carta en el XVII, por analogía con otras firmas de esa época.
Me quedo, sin embargo, con la imagen personal de esa mujer escribiendo aplicada y esmeradamente, con letra grande y con toda la habilidad de que era capaz, una carta de amor desde su soledad.