RECORDÁBAMOS ayer la frase de Tolstoi sobre los críticos, pero no querríamos que nadie se diera por aludido. Y recordábamos también que a nuestros críticos y reseñistas les debemos sobre todo gratitud, porque como decía Unamuno, lo importante es que hablen de nosotros, aunque sea bien, y ay del día en que ni siquiera lo hagan mal, sin olvidar, por supuesto a aquellos pocos críticos inteligentes que al margen del trato que nos dieran o le dieran a otros, nos ayudaron a entender mejor la literatura, la nuestra y la de los demás.
Aunque no ha leído uno ninguno de sus estudios académicos, que doy por doctísimos, no siente uno por Ricardo Senabre ni frío ni calor como crítico de novelas contemporáneas. Seguramente sería un crítico que pasaría desapercibido, ya que es de los que en ese terreno no se le conoce una sola idea original, pero tiene el prurito de afear y corregir las que en su opinión son incorrecciones o abusos del autor reseñado, y ahí pierde su discreción, pues a menudo sus observaciones no pasan de ser pequeñas chorradas o irrelevancias que suele presentar como pruebas de su gran sagacidad.
Aunque no ha leído uno ninguno de sus estudios académicos, que doy por doctísimos, no siente uno por Ricardo Senabre ni frío ni calor como crítico de novelas contemporáneas. Seguramente sería un crítico que pasaría desapercibido, ya que es de los que en ese terreno no se le conoce una sola idea original, pero tiene el prurito de afear y corregir las que en su opinión son incorrecciones o abusos del autor reseñado, y ahí pierde su discreción, pues a menudo sus observaciones no pasan de ser pequeñas chorradas o irrelevancias que suele presentar como pruebas de su gran sagacidad.
En las reseñas que ha escrito de mis novelas, que le agradezco, siempre le ha arrimado a uno esos sus bienintencionados réspices y siempre se ha quedado uno con ganas de rebatírselos, aunque sólo fuese por pasar un poco el rato.
"Novela interesante y bien planteada –esperable en un autor de tan caudalosa obra como Trapiello–, Ayer no más sólo ofrece pequeños deslices", ha dicho de la última.
Malicio en ese "sólo" su decepción, como si hubiese deseado que hubiese uno "ofrecido" algunos más, como los que enumera: "algún tópico expresivo («frente surcada por extensas y profundas arrugas», pág 37); «desaparecido como por ensalmo», p. 50), una construcción sintáctica inadmisible («ni siquiera se dignaba a preguntarle», p. 104) y algún despiste: un lugareño lleva «un pantalón de franela azul que arrastraba los fondillos por el suelo y en el que desaparecían dos piernas como palitroques y unas nalgas escuálidas» (p- 52), detalles de imposible perfección si el pantalón se tiene puesto".
No sé, cualquiera, menos Ricardo Senabre, sabe que las obras de los clásicos están llenas de tópicos expresivos y construcciones sintácticas inadmisibles. Sin salirse de su crítica, el mismo Senabre emplea algunos tópicos: "toca un tema de indudable actualidad", "razones inconfesables, que acabarán descubriéndose". Las obras de los clásicos están llenas de tópicos y construcciones sintácticas inadmisibles, como se ve, empezando por Cervantes y acabando por Senabre, que desde luego se achantará ante Unamuno, de quien prepara sus obras completas, cuando don Miguel escribe cosas como esta: "me están haciéndome avergonzarme de ser español". Pero acaso lo que le deja a uno pensativo es lo que ese buen hombre llama despiste, pues, sí, todo el mundo puede llegar a saber si las piernas de alguien son palitroques y sus nalgas escuálidas sin necesidad, afortunadamente, de quitarle el pantalón, como cualquiera puede saber lo que hay en la cabeza de Senabre sin abrírsela para mirar dentro.
"Novela interesante y bien planteada –esperable en un autor de tan caudalosa obra como Trapiello–, Ayer no más sólo ofrece pequeños deslices", ha dicho de la última.
Malicio en ese "sólo" su decepción, como si hubiese deseado que hubiese uno "ofrecido" algunos más, como los que enumera: "algún tópico expresivo («frente surcada por extensas y profundas arrugas», pág 37); «desaparecido como por ensalmo», p. 50), una construcción sintáctica inadmisible («ni siquiera se dignaba a preguntarle», p. 104) y algún despiste: un lugareño lleva «un pantalón de franela azul que arrastraba los fondillos por el suelo y en el que desaparecían dos piernas como palitroques y unas nalgas escuálidas» (p- 52), detalles de imposible perfección si el pantalón se tiene puesto".
No sé, cualquiera, menos Ricardo Senabre, sabe que las obras de los clásicos están llenas de tópicos expresivos y construcciones sintácticas inadmisibles. Sin salirse de su crítica, el mismo Senabre emplea algunos tópicos: "toca un tema de indudable actualidad", "razones inconfesables, que acabarán descubriéndose". Las obras de los clásicos están llenas de tópicos y construcciones sintácticas inadmisibles, como se ve, empezando por Cervantes y acabando por Senabre, que desde luego se achantará ante Unamuno, de quien prepara sus obras completas, cuando don Miguel escribe cosas como esta: "me están haciéndome avergonzarme de ser español". Pero acaso lo que le deja a uno pensativo es lo que ese buen hombre llama despiste, pues, sí, todo el mundo puede llegar a saber si las piernas de alguien son palitroques y sus nalgas escuálidas sin necesidad, afortunadamente, de quitarle el pantalón, como cualquiera puede saber lo que hay en la cabeza de Senabre sin abrírsela para mirar dentro.
En fin, puede creerme Ricardo Senabre que me divierten sus observaciones, y ya que va de confesiones inconfesables, también le agradezco en esta ocasión que escribiera de Ayer no más, aunque haya sido bien.
Decir que tiene deslices me parece un comentario de mal escritor , es un eufemismo y una argucia .
RépondreSupprimerUno de los logros de su novela es que el lenguaje que emplea te pone en las fechas y trasmite a la perfección las sensaciones de los personajes . Es un texto sin insuflar y palabras muy precisas , tiene una lectura fácil y lúdica . El tema es interesante pero al ser hechos reales Intuimos los acontecimientos .
La novela ha sido bien acogida y usted esta en la poole position para escribir una obra antológica , con más paginas para que no se haga corta . Por otro lado usted tiene fans , un privilegio que casi nadie posee y que dice mucho de un autor ya que para tener fans hay que tener carisma .
En fin esta es mi humilde pero certera critica ( creo ) de su libro .
Saludos
No había acabado de reírme con la entrada (y las salidas) de Andrés, cuando me encuentro con su "Es un texto sin insuflar". Muy bueno, pero que muy bueno. Mucho nivel en este blog, y no aólo el del propietario.
SupprimerNo entre al trapo, don Andrés, ni vale la pena ni se lo merece
RépondreSupprimerHace once años, cuando se publicó el fascinante libro de Gil Bera sobre Baroja, "Baroja o el miedo", R. Senabre perpetró en El Cultural una crítica furibunda contra el libro. Afortunadamente no le hice caso y luego, al leerlo, descubrí la razón: una alusión, al inicio de libro, de G.B. muy poco cariñosa hacia R.S. La reseña no era pues más que una vendetta cultural de la más baja estofa. Y El Mundo permitiendo que un crítico aludido en el libro lo reseñara, cuando era evidente que no iba a ser justo en su crítica.
RépondreSupprimerNo he leído su novela, pero es que mi comentario es, creo, general.
RépondreSupprimerLa cosa es que yo nunca he entendido esas críticas literarias que destacan tal o cual anacoluto, o ésta construcción sintáctica forzada de la página bla.
Yo no veo que los libros de arquitectura se paren a advertirte de que en una de las columnas del transepto de la iglesia Tal hay una gárgola cuya nariz el escoplo del cantero melló en exceso; lo cual se ve en que la tal nariz es claramente más pequeña que la de las otras gárgolas.
La iglesia es bonita, o es fea. Y si tiene errores y disimilitudes, será, digo yo, porque es obra de artesanos.
"Este encontraría un cabo suelto hasta en los diez mandamientos". (En bandeja de plata)
RépondreSupprimerSin duda es repetirme, como el gazpacho o el ajoblanco (éste más), pero insisto en que los suplementos culturales deberían reducir el espacio dedicado a reseñas sesudas de críticos (que nadie duda es gente mu culta y mu intelectuá) y, en su lugar, ofrecer pasajes o fragmentos de novedades literarias.
RépondreSupprimerEl lector no es cegato ni tonto de capirote y por ello no necesita un crítico que, cual cicerone o lazarillo, le guíe y conduzca por el proceloso océano de los libros.
El lector sabe leer (de ahí el nombre) y conoce lo que le gusta y lo que no, tanto por el fondo como por la forma (estilo), de modo que para decidir comprar un libro siempre le será más útil leer un capítulo de éste que la reseña de un crítico (quien además, muchas veces, se va por ubetenses cerros).
Como para tenerle de profesor, sería de los que te cogen de la oreja y no te sueltan hasta que copias la misma frase cien veces. Estoy de acuerdo con los comentarios, en especial con el primer anónimo. Acabo de recordar que yo había leído esa crítica, aunque como es costumbre había pasado por alto las correcciones sintácticas. Quién sabe, quizá de aquí nazca el club de fans de Ricardo Senabre. Apuesto a que arrasaría en facebook.
RépondreSupprimera menudo, es sintomático, se leen más las reseñas de los críticos que las mismas obras, pues cada vez menos gente aguanta un libro, tal es la velocidad a la q se consumen los productos culturales hoy, q ya casi no se leen, se escanean con la mirada por la mayoría. Claro, es la imagen, la que pone hoy el autor,la que prima ahora, ese riego, sí. saludos
RépondreSupprimerEl que hace una crítica, emite un juicio o analiza un texto, en este caso de ficción basada en la realidad (tópico) y solo se fija en pequeños e insignificantes detalles se descalifica a si mismo como crítico, juez o analista y por lo tanto pierden la poca validez que pudieran tener sus palabras. José M. Sánchez-Paulete
RépondreSupprimerA mí no me parece mal que un crítico señale las incorrecciones de una novela,pero no entiendo que con algunos autores se sea tan exigente,y con otros(Vargas Llosa)se aplaudan los errores y se presente el texto como un modelo de prosa(reseña de El sueño del celta en El Cultural).
RépondreSupprimerEn este libro considero que la prosa de Andrés no es tan magnífica como en otros suyos pero pienso que es premeditado. El peso de este libro es moral, está en el argumento. Los personajes están muy bien construidos. Pienso que quedará como referente de una etapa de la historia que nadie sabe mirar con la honradez del autor. A mí me ha conmivido. Carmen Oteo
RépondreSupprimerA Vargas Llosa no le critican errores ni lapsus lingüísticos porque a los del Boom Latino todo se les permite. Lo suyo no son vulgarismos ni despistes sino localismos, indigenismos, americanismos...
RépondreSupprimerAh, puede que Senabre sea en extremo quisquilloso, pero a mí también me da dentera el barbarismo "en base a", y también los palabros archisílabos (posicionamiento por posición, recepcionar por recibir, audicionar por oír, etc). Así que me pongo en su lugar.
Cómo he disfrutado de su remeneo a RS, el dómine cabra salmanticense proclive al palmetazo que sentó plaza (nadie sabe cómo, ni por qué, ni con qué méritos) de crítico literario, bien muñido de su Catón y de su bendita simpleza. Sano y meritorio ejercicio de ironía, don Andrés, culminado con esa fotografía y, sobre todo, su antifrástico pie. Saludos.
RépondreSupprimerHe estado leyendo, por recomendación, 'El gato encerrado'. Espero leer, ahora, 'Locuras sin fundamento'.
RépondreSupprimerCree uno que no serán tan perdidos esos pasos.
Un saludo.