COMO acaso sepan los lectores de este almanaque, raramente se traen aquí cartas particulares. Confío en no ser indiscreto publicando ahora esta de un remitente para mí desconocido, pero que trae hasta nosotros ecos cervantinos, galdosianos. Sólo hubiese querido velar los elogios que se contienen en ella, y lo habría hecho de no haber sido estos precisamente los que motivaron el escribirla y enviarla a la editorial Destino, de donde se la han remitido a uno:
"Málaga, 15 de octubre de 2012.
Acabo de terminar de leer su novela Ayer no más y no he podido reprimir el deseo de ponerle unas letras para felicitarle y agradecerle su trabajo.Me imagino que son más los que le escriben para quejarse o protestar, que los que lo hacemos para decir que su libro nos ha gustado. Pero eso no quiere decir que seamos menos, sino que es más fácil coger la pluma cuando uno se siente ultrajado o enfadado, que cuando, simplemente, está satisfecho.
Aunque nací en León hace 63 años, he vivido casi toda mi vida lejos. Sin embargo, mis abuelos, uno asturiano y otro vasco, pasaron allí la guerra civil, y allí se conocieron y se casaron mis padres.
Estoy convencido, como usted, que casi todo el mundo miente cuando habla de la guerra civil. Unas veces para protegerse, otras para justificarse. Y también de que el interés por esa etapa de la historia que ha producido muchos más libros en castellano que la de Lepanto, las dos Carlistas, las de Cuna y Filipinas y las dos terribles Guerras Mundiales, acabará con nosotros, pues a nuestros hijos la Guerra Civil les suena tan lejana como la de Corea.
Quiero, al mismo tiempo que le felicito por su novela, enviarle un documento sencillo y humilde en el que no se percibe más que la realidad de aquellos momentos. Es una carta de agradecimiento a mi abuelo Venancio que mi padre conservó entre los muchos de aquella época que le tocó vivir: primero como soldado-gudari movilizado por el Ejército Vasco y luego como enfermero en el Ejército llamado Nacional, después de cambiar de bando.
La razón de enviarle este humilde documento, es que en ella, se menciona al señor Canseco (Don Miguel Díez Canseco) que curiosamente coincide con el apellido del protagonista –de los protagonistas, padre e hijo– de su novela.
Difícilmente las novelas se parecen tanto a la realidad.
Un saludo, E.L.I.".
(Continuará mañana con la publicación de la carta que adjunta)
Zamboas. Las Viñas, 30 de octubre de 2012 |
La intriga que nos plantea Andrés y la promesa de la continuación me recuerdan a mis años infantiles en Asturias, cuando los domingos aguardaba ilusionado la siguiente entrega de El Capitán Trueno asegurada en la semana anterior mediante la insinuación: "No os perdáis el próximo capítulo de La Carta misteriosa".
RépondreSupprimerA mí, desde que años atrás me dejé inocular, también me apasiona todo lo relacionado con la Guerra Civil.
Una primera carta que nos acerca al lado más profundamente íntimo y humano de este generoso lector.
RépondreSupprimerNo creo que nadie escriba para quejarse , mantenemos el suspense .
RépondreSupprimerSu libro cobra más actualidad , el Parlamento Europeo exige a un juzgado de Cordoba que el caso de Anselmo Gutierrez , asesinado y desaparecido por el franquismo debe seguir abierto y exige a las instituciones den facilidades a las victimas .
Desde Europa nos dan lecciones de democracia , es muy fácil decir que hay que perdonar cuando tu no eres la víctima y quien sabe si eres beneficiario de la herencia de un asesino ,¿ Que miedos hay ? . Los asesinatos posteriores a la guerra son puro terrorismo y quien crea que una víctima no tiene derecho a información sobre un asesinado y su paradero es un apologista del terrorismo fascista . Al fin y al cabo los criminales están en el infierno y no se exige vendetta .
Los paradigmas cambian y los españoles no somos nadie para saltarnos las
leyes democráticas de los grandes países y a la vez pedirles dinero que no se
va a devolver .
Chao
Chao
Quizá manejar los conceptos sea más difícil de lo que parece. Con manejar me refiero a ser lo suficientemente sabios para discernir si procede el perdón y el olvido o debe prevalecer el afán legítimo de justicia. En este segundo caso la conciencia debería alertarnos del riesgo de confundir justicia con deseo de venganza.
SupprimerNo es el momento de extendernos con la filosofía. Una parte de españoles (tal vez los nuevos integrantes de la "tercera España") creemos que la ley de la Memoria Histórica reabrió las cicatrices. Del mismo modo que la honestidad intelectual está obligada a reconocer que si los perdedores hubieran ganado la guerra no se habrían comportado con menos inclemencia.
Y reconocer, también, que quienes enarbolan el estandarte de la democracia con frivolidad no tienen inconveniente en distinguir los muertos de primera y los de segunda. Léase la conmoción ante Iraq y la indiferencia ante Siria, por ejemplo. Y cualquier masacre inhumana que depara o no rentas políticas.
Yo creo, y es probable que me equivoque, que el encono de los españoles viene de una larga y difícil ignorancia de la historia de este solar de cabras, como lo llamaba Valle-Inclán. Durante siglos por un lado las precarias condiciones económicas y por otro la infatigable labor de la iglesia católica, aliada en gran parte con los poderes dirigentes se empecinaron en dar una visión sesgada del pasado dando a éste un carácter épico que nada tenía que ver con la realidad. Ahora se impone el sesgo del seudonacionalismo ridículo y disparatado, venden la realidad como un producto del mercado y de esa forma nunca podremos llegar a un entendimiento inteligente, sosegado y con un horizonte utópico que haga posible un futuro compartido por todos.
RépondreSupprimerNo seré yo quien exculpe a la iglesia de los gravísimos errores cometidos en el pasado. Pero convertirla en el cul de sac de todas las culpas es tan obsceno y absurdo como atribuirle a monseñor Zapatero la responsabilidad de todas las amarguras que padecemos. Digamos que lo políticamente correcto es como la senda que siguen los burros por el monte.
SupprimerMi pregunta es relativa a la imagen "zamboas". ¿Son estas zamboas fruto del membrillero como el vulgar membrillo, o es lo mismo?
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