Hoy a mí y mañana a ti leemos en uno de los dos dibujos con los que José Gutiérrez-Solana quiso ilustrar la edición de su inolvidable Florencio Cornejo. Se traen a este almanaque por parecer apropiados en una fecha tan señalada. Al igual que la postal que acaba de ponernos en el correo nuestro amigo JM desde París; continúa un asunto del que ya se trató aquí hace unos meses. Y por último esta magnífica panorámica de La Petite École, uno de los lugares de la red de los que siempre se sale con la sonrisa en los ojos, como de las películas de Charlot.
1. Autorretrato con Florencio Cornejo, de Solana. 2. Postal del Cabaret du Néant o Cabaret del Acabose. 3. Bella y sensible señorita copulando con rosa. |
Lo tanático y lo erótico; pulsión de muerte y pulsión de vida en estas imágenes.
RépondreSupprimerLe ha salido un post muy surrealista ( lo de la piba estuvo genial ) como fueron el gran Charlot y Gutierrez - Solana .
RépondreSupprimerEn " Monsieur Verdoux " , no sales con la sonrisa en la boca claro que se basaba en un guión de Orson Welles y en un hecho real , fue la mejor actuación de Charles Chaplin . Donde más me reí con Charlot es en " tiempos modernos " , revolucionó el arte y ha sido el artista más importante del siglo XX
Charlot era un gran escritor como demuestra en las 600 paginas de " Charles Chaplin , mi autobiografía " que voy a releer en cuanto acabe " ayer no más "
En fin , fue un hombre fascinante que tuvo pasión por vivir , pasión por crear .
Saludos
Una anécdota que cuenta Charlot en el libro y que le animará todavía más a releerlo. (Las mesas representando los placeres del mundo hacen recordar hoy las charlas de Agustín García Calvo en Radio 3; años 80, mañanas de los viernes como ahora. Suspendidas por los poderes puede que socialistas de la época. Algunas las dedicó a los siete pecados capitales, tratando de enseñar a neutralizar unos con otros).
Supprimer«(...) Mientras estábamos cenando en mi casa, Igor Stravinsky sugirió que debíamos hacer una película juntos. Yo inventé un argumento. Debía ser surrealista, dije; un night-club decadente, con mesas alrededor de la pista de baile, y en cada mesa grupos y parejas representando los placeres del mundo: en una mesa la avaricia, en otra la hipocresía, en otra la crueldad. En la pista se representa la Pasión, y mientras se lleva a cabo la crucifixión del Salvador, los grupos de las distintas mesas la miran con indiferencia: unos encargan la cena, otros hablan de negocios, y tampoco se preocupan gran cosa de los demás. El gentío, los Sumos Pontífices y los fariseos alzan los puños ante la Cruz, gritando: “Si eres el Hijo de Dios, desciende y sálvate a Ti mismo”. En una mesa cercana un grupo de hombres de negocios están hablando con animación de una transacción importante. Uno chupa nerviosamente su cigarrillo, mirando hacia el Salvador y echando humo, sin darse cuenta, en su dirección.
En otra mesa, un hombre de negocios y su mujer están sentados, estudiando el menú. Ella levanta la vista; luego, nerviosamente, pone su silla de espaldas adonde se está representando el espectáculo.
-No puedo comprender por qué viene la gente aquí –dice, molesta–; resulta deprimente.
–Es una buena distracción –dice el hombre de negocios–. El local estaba en quiebra hasta que montaron este espectáculo. Ahora ya no tienen pérdidas.
–Esto me parece sacrílego –dijo su mujer.
–Hace mucho bien –afirma el hombre–. La gente que no ha estado nunca en una iglesia viene aquí y aprende la historia del cristianismo.
A medida que el espectáculo avanza, un borracho, que está bajo la influencia del alcohol, se encuentra en un plano diferente: está sentado solo y empieza a llorar, gritando:
–¡Mirad! Lo están crucificando, ¡y a nadie le importa!
Se tambalea sobre sus pies y alarga sus brazos, suplicante, hacia la Cruz. La mujer de un ministro, que está sentada cerca, se queja al maître y sacan de allí al borracho, que sigue llorando y profiriendo reproches:
–¡Mirad! ¡A nadie le importa! ¡Bonita pandilla de cristianos sois vosotros!
–¿Comprende usted? –le dije a Stravinski–. Lo echan porque está perturbando el espectáculo.
Expliqué que representar la Pasión en la pista de baile de un night-club era demostrar lo cínico y convencional que se ha hecho el mundo, mientras profesa el cristianismo.
La cara del maestro adquirió un aspecto muy serio:
–¡Pero eso es sacrílego! –exclamó.
–¿Sí? –dije–. No tenía intención de que lo fuera. Creí que era un crítica de la actitud del mundo hacia el cristianismo. Quizá como he ido contando la historia según se me iba ocurriendo no me he expresado en forma muy clara.
Y así quedó desechado el tema. Pero varias semanas después Stravinski me escribió; deseaba saber si seguía yo considerando la idea de hacer juntos una película. Sin embargo, mi entusiasmo se había enfriado ya y yo estaba interesado en hacer una película por mi cuenta».
Párrafos de "Mi autobiografía" que recuerdan a Mark Twain afirmando que si Jesucristo viviese en la actualidad hay una cosa que seguro no sería: cristiano. Quizá fue él mismo, Mr. Twain, quien llegó a decir que el anticristo eran justamente los cristianos de su época (¿de su o de la época?).
una rosa es... bueno, no, lo de hoy son dos rosas golosas.
RépondreSupprimersaludos
Con lo bien que se está vendiendo su novela no debería usted fotografiarse entre lo malo y lo peor. A no ser que hacia cuestión tan seria como la muerte padezca un incontrolable enamoramiento.
RépondreSupprimerGracias anónimo , excelente elección . Gutierrez Solana fue muy amigo del genial Ramon Gomez de la Serna , como vimos hace unos post . El caso es que Ramón en 1933 escribió la opera " Charlot " , dando un varapalo a la absurda solemnidad de la opera al introducir en el papel principal un mimo ( es imposible ser más ingenioso , supongo ) .
RépondreSupprimerLa opera se estreno en 1988 y Ramon dejó dicho " una opera que se ha escrito y no se estrena pasa de ser un sueño a un ensueño " .
Sobre el " charlotismo " dice Ramón : Es algo así como el baile de un hombre solo en medio de las vanidades y las fiestas engoladas del mundo " .
Ramón compartió el honor de ser junto a Chaplin de ser uno de los 3 miembros no franceses de la Academia Francesa del Humor . José GS es de mis pintores favoritos .
Saludos
CHARLOT SOBRE SU MADRE Y EL CRUCIFICADO
RépondreSupprimer«Contaba [la madre de Charlot] anécdotas y las representaba, refiriendo, por ejemplo, un episodio de la vida del emperador Napoleón: éste se halla de puntillas en su biblioteca para coger un libro, pero le interrumpe el mariscal Ney (mi madre representaba ambos papeles, pero siempre con fino humor): “Señor, permítame que se lo alcance. Yo soy más grande.” A lo que Napoleón replica con gesto ceñudo: “¿Más grande? ¡Querrás decir más alto!” [...]
Me acuerdo de una tarde en nuestra única habitación de la planta baja de de la calle Oakley. Estaba yo en la cama convaleciente de unas fiebres. Sidney [hermano de Charlot] se había ido a la escuela nocturna y mi madre y yo estábamos solos. Ya casi anochecía, y ella, sentada, leía de espaldas a la ventana, representando y explicando en su estilo inimitable el Nuevo Testamento, el amor y la piedad del Cristo de los párvulos. Acaso su emoción se debió a mi enfermedad, pero hizo la interpretación más luminosa e impresionante que jamás he visto u oído. Habló de su tolerante comprensión, de la mujer que había pecado, que iba a ser lapidada por el populacho, y de sus palabras: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
Leía entre dos luces, deteniéndose sólo para encender la lámpara. Luego me habló de la fe que Jesucristo inspiraba a los enfermos, quienes no tenían más que tocar sus vestiduras para quedar curados.
Me habló del odio y de la envidia de los Sumos Sacerdotes y de los fariseos, y describió a Jesús y su prendimiento; su serena dignidad ante Poncio Pilato, quien, lavándose las manos, dijo (esto lo representaba ella teatralmente): “No encuentro culpa alguna en este hombre.” Me contó cómo lo desnudaron y lo azotaron y cómo, colocando una corona de espinas en su cabeza, se burlaron de Él y le escupieron, diciendo: “¡Salve, Rey de los Judíos!”.
Y al contarlo se le llenaban los ojos de lágrimas. Me contó que Simón le ayudó a llevar la cruz y que Cristo le dirigió una elocuente mirada de gratitud; me habló del ladrón arrepentido, muriendo con Él en otra cruz y pidiendo perdón, y que Jesús decía: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Y desde la cruz miraba a su madre, diciendo: “Mujer, mira a tu hijo”. Y exclamando en su agonía: “¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”. Y los dos llorábamos.
––¿No ves ––dijo mi madre–– qué humano era Él? Como todos nosotros, Él también dudó.
Tanto me impresionó mi madre, que yo quería morir aquella misma noche para unirme a Jesús. Pero mi madre no era entusiasta hasta ese punto.
––Jesús quiere primero que tú vivas y cumplas aquí tu destino ––me dijo.
En aquella oscura habitación del sótano de la calle Oakley mi madre encendió en mí la luz más benigna que jamás conociera el mundo, la que ha dado a la literatura y al teatro sus temas más grandiosos y ricos: el amor, la compasión y la humanidad.
DESDE UNOS FOLIOS PARA CLASES DE INSTITUTO CHARLOT SE DESPIDE
RépondreSupprimer«Ocurrió un accidente notable en aquel período. Al final de nuestra calle había un matadero y las ovejas pasaban delante de casa, en su camino hacia el sacrificio. Recuerdo que una se escapó y echó a correr calle abajo, ante la algazara de los espectadores. Algunos intentaron echarle mano, tropezando entre ellos. Yo me reía, encantado de su pánico y de sus ágiles saltos. ¡La escena parecía tan cómica! Pero cuando la cogieron y se la llevaron al matadero me di cuenta de la realidad de la tragedia, y me metí corriendo en casa, gritando y llorando:
––¡Van a matarla! ¡Van a matarla!
Aquella bella tarde de primavera y aquella cacería cómica no se apartaron de mi imaginación en varios días. Me pregunto si aquel episodio no estableció los cimientos de mis futuras películas: la combinación de lo trágico y lo cómico.
La escuela era ahora la iniciación de nuevos horizontes: historia, poesía, ciencias. Pero algunas de las asignaturas eran prosaicas y aburridas, especialmente la aritmética; la suma y la resta me ofrecían la imagen de un oficinista y de una caja registradora; su utilidad era, en el mejor de los casos, una protección para no ser engañados cuando nos dan un cambio.
La historia era una serie de maldades y violencias, una sucesión continua de regicidios y de monarcas que asesinaban a sus mujeres, hermanos y sobrinos; la geografía, sólo una colocación de mapas; la poesía, nada más que un ejercicio memorístico. La enseñanza me aturdía con un montón de conocimientos y de hechos por los que sentía yo muy poco interés.
Si alguien hubiera tenido habilidad, si me hubiera trazado un prólogo estimulante para cada materia de estudio que hubiese iluminado mi pensamiento, si me hubiera nutrido de fantasías y no de hechos, si me hubiese divertido e intrigado con el cubileteo de los números, si hubiera poetizado los mapas, si me hubiese dado una visión histórica y enseñado la música de la poesía, acaso yo hubiera sido un hombre culto y estudioso».