Los fotógrafos llaman “una foto robada” a aquella que ha sido obtenida sin el consentimiento de quien va a aparecer en ella, cuando presumiblemente negaría tal consentimiento si se le solicitara. ¿Pero en el caso de un hombre que duerme en la calle a la vista de todos? Este lo hacía en Mira el Río Baja, en el Rastro, hace cinco años, cuando los primeros vendedores desplegaban sobre las aceras sus poquiterías, al lado de la almoneda Verona, que ahora precisamente anuncia su final. Se hubiera dicho que también él quería ofrecer lo mejor suyo, su completa despreocupación, el abandono que le había llevado a echarse allí, un abandono de por fuera y un abandono de dentro, íntimo, sólo suyo, sin temor a nada, que le volvía inexpugnable. Vaya hoy esta foto que tanto nos recuerda el Argos velazqueño como recuerdo de aquel día lejano y de esta mañana, aquí, en Las Viñas, cuando aquel vagabundo, ¿dónde hoy?, hablaba por nosotros bajo sus párpados.
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