Del primero, un tarjetón de los años sesenta, hay poco que decir. Se hizo para promover el arte, presumimos que supremo, de Pedro de Córdoba, El "Picasso" de la Danza, y salió del laboratorio de Fotos Alfredo, de Barcelona, aunque si nos hubieran asegurado que detrás estaba la mano de Man Ray, Picabia o Arp, esa precisamente que sale cerval de la cabeza del bailaor, también lo creeríamos.
No menos interesante es el segundo de estos impromptus, un libro del raro y misterioso Hámlet-Gómez. ¡Qué gran pseudónimo! Pocos habrá en la literatura española más dignos de admiración. Sólo por él habría merecido Antonio Sánchez Ruiz haber escrito libros inmortales. Del insigne Hámlet-Gómez (él acentuó también el Hamlet, y si tenía que hablar de sí mismo, lo hacía en tercera persona, llamándose con seriedad Hámlet-Gómez) apenas hemos rastreado esto en internet. Y de la lectura de los relatos de este Verdes, negros, azules, rojos, esto: el autor, un bohemio anarquista de la estirpe de Sawa y hechuras de Pedro Luis de Gálvez, era alguien con imaginación disparatada, que le sirvió para escribir relatos truculentos a lo Parmeno o fantasías orientales a lo Isaac Muñoz o a lo Gómez Carillo, su amigo y necrólogo. Apareció Verdes, negros, azules, rojos sin año de edición, pero en vida de su autor, desde luego, antes de 1910 (vendía los ejemplares en su casa de Santa Engracia, 49, de Madrid). Es por esa fecha temprana ejemplo de vanguardia tipográfica clarividente, aunque en la nota biográfica antecitada se dice algo muy misterioso, a saber, que Hámlet-Gómez empezó a colaborar en la revista La Alhambra en 1898, "en cuyas páginas seguiría firmando incluso después de muerto". ¿Editaría también después de muerto, vendería ejemplares en Santa Engracia vestido de fantasma?
Cuánto le habría gustado al colorista y circense Gómez de la Serna (y a cualquiera de nosotros) copiarle esta cubierta, pero más a él, supongo, porque por esa fecha estaba entrando en fuego, dejando atrás la evanescente voluta modernista y ensayando el do de pecho en las escalas cromáticas de Delaunay, de las que esta de aquí es un precedente.
También tenemos al Hamlet García de Paulino Masip, extraordinaria novela sobre el Madrid en guerra / revolución... David Fdez
RépondreSupprimerCarmen Amaya triunfó sobre todo en USA y Sabicas y otros guitarristas más de lo mismo y eso parece que sucedió con Pedro. Por cierto hay un Pedro de Cordoba nacido en Nueva York que triunfó en el cine mudo e hizo un papelillo en Sabotaje de Alfred Hitchcock , saludos
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