LA realidad, sin que Baudelaire tuviera que ver en ello más que Newton en la ley de la gravedad, se hace sólo soportable por estar horadada de secretas galerías, de vasos comunicantes y correspondencias, que al mismo tiempo que nos permiten circular y llegar de unos lugares a otros, nos sirven para ir a ellos o para irnos de ellos, y quien habla de lugares está pensando en ideas y sentimientos que quedarán hermanados precisamente por esos conductos, por esos fluidos que los mantienen unidos.
Eso fue lo que ocurrió con el hallazgo de este libro, de título y edición tan genuinamente románticos, y pocos minutos después el de esta tarjeta postal de uno de los cabarets parisinos de finales del mesmérico siglo XIX que hizo furor en un tiempo entre gentes tan serias como Pessoa o Yeats, que acudían de vez en cuando a tenebrosos gabinetes para ponerse en contacto con los difuntos.
Nada más. Queden aquí estas ingenuas Melancolías becquerianas de don Antonio Arnao (cuya lectura resultó decepcionante, hemos de decir) y la lámpara del Cabaret du Néant, que me he permitido traducir como Cabaret del Acabose, y del que el curioso podrá hallar en internet no pocas noticias.
Sólo, y a modo de curiosidad, decir que apenas había empezado a redactar el presente asiento se produjo un hecho harto extraño por insólito: el altavoz de mi ordenador se conectó sólo en un acorde horrísono de órgano, que se extinguió del mismo modo en que apareció, como un relámpago acústico, como un trallazo que le hizo a uno apresurarse para acabar y salirse cuanto antes de esta entrada, sin que a estas alturas quiera preguntarme nada, para no tener que responderme.
Supongo que de lejos se ven igual de blancos los montes nevados que las montañas de guano. Sobre todo en la línea de actuación que imprime el 'confunde y vencerás'. Pero eso no le resta verdad y fuerza a la fluidez de los sentimientos que son, y tampoco a las ideas que se sostienen por sí mismas y no por imposición.
RépondreSupprimerUna palabra me viene a la cabeza: hermanecer.
Tenga usted feliz día.
Ni te preguntes ni te respondas; acabose.
RépondreSupprimeren ocasiones hasta los ordenadores ven cabaretes de la muerte
RépondreSupprimersaludos
El iPad a veces te cambia las palabras, es una maquina que quiere intuir la palabra que vas a poner para ahorrarte teclear y al no conocer bien el castellano te hace la pirula, así todo es preferible al arcaico portatil , es mucho más lúdico , rápido y no pilla virus
RépondreSupprimerEsto de los huesos parece de la época que empezaron a construir muros con los osarios en las catacumbas de Paris, supongo, saludos
Las preguntas y las respuestas pertenecen al silencio íntimo del misántropo.
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