HACE unos días nuestro amigo Ernesto Baltar, autor él mismo de un magnífico calidoscopio benjaminiano a propósito de los collages filosfóficos de Walter Benjamin (en El pensador vagabundo, Ed. Eutelequia, 2011), nos hizo llegar, por sorpresa, un breve volumen con las narraciones del escritor alemán. El obsequio, y su inesperada irrupción, improntó en ellas una huella que lo volvía aún más útil, como el que acompaña una carta con un mapa.
De las narraciones, memorable la del fumador de jachís en la ciudad de Marsella. Recordaba uno haberla leído, pero al leerla comprendí que sólo recordaba eso, haberla leído, pero no la historia, es decir, que recordaba lo que menos importancia tenía. ¿Cómo, dónde se quedan en nosotros tantas páginas, a menudo maestras, que desaparecen sin dejar rastro y que reencontradas, a veces por casualidad, como ahora, hacen que nos sintamos, más que nunca, fruto de nuestros olvidos, sus criaturas? Claro que esto no tendría que melancolizarnos, pues la reviviscencia viene en este caso acompañada del milagro de vivir el pasado como algo sólo nuevo. Y de ese modo, si el olvido es un pliegue hacia adentro, la memoria es un despliegue, carta y mapa al mismo tiempo.
De las narraciones, memorable la del fumador de jachís en la ciudad de Marsella. Recordaba uno haberla leído, pero al leerla comprendí que sólo recordaba eso, haberla leído, pero no la historia, es decir, que recordaba lo que menos importancia tenía. ¿Cómo, dónde se quedan en nosotros tantas páginas, a menudo maestras, que desaparecen sin dejar rastro y que reencontradas, a veces por casualidad, como ahora, hacen que nos sintamos, más que nunca, fruto de nuestros olvidos, sus criaturas? Claro que esto no tendría que melancolizarnos, pues la reviviscencia viene en este caso acompañada del milagro de vivir el pasado como algo sólo nuevo. Y de ese modo, si el olvido es un pliegue hacia adentro, la memoria es un despliegue, carta y mapa al mismo tiempo.
En una de esas narraciones, esta reflexión sobre los periódicos, donde Benjamin señala el origen del descrédito de la prensa. A la frase de un personaje ("Nada se aprende de los periódicos. La gente pretende explicárselo todo a uno"), el narrador añade: "Y de hecho, ¿no radica la virtud de la información periodística en soslayar toda información? ¿No fueron ejemplares en este aspecto los antiguos que por decirlo de alguna manera, drenaban los hechos desde el momento en que los despojaban de toda fundamentación psicológica, de cualquier opinión? Habría que reconocer al menos que sus historias estaban libres de explicaciones superfluas sin que, a mi modo de ver, perdiesen por ello su jugo".
El Rastro, "La Historia según Benjamin". 29 de enero de 2012 |
recordar haber leído...
RépondreSupprimerde eso se tratan muchas veces los trajines y los (decimos) recuentos
hoy, nada más, un abrazo por este cruce, culpa del recuerdo, casi instantáneo, que un último poema de otro, nos brindó, nos trajo...
hombre, ese fragmento de las explicaciones superfluas en boca de uno de los principales mentores de la Escuela de Frankfurth de solipsismo tiene un rato.
RépondreSupprimersaludos
Cuando me dispongo a releer algo leído hace veinte o treinta años, primero hago inventario de lo que objetivamente recuerdo de aquello. Es asombroso comprobar como se han extinguido personajes y episodios completos y sobrevive en cambio una frase como "la diafanidad del vaso que no ha contenido más que agua" ¿Alguien sabe a qué novela me refiero? (no vale usar google).
RépondreSupprimerUn saludo
Como alguien dijo vivimos gracias al olvido, si pudiésemos recordar todo no podríamos seguir viviendo, seria una constante tortura. Yo no se donde se van las palabras y mucho menos las imágenes aunque quedan algunas amontonadas como en la foto del rastro del blog. ¿Que diría W Benjamin de los periódicos actuales ?,¿ en que medida han cambiado la información o desinformación de los periódicos de aquellas épocas a los de hoy en día?. Seguro que AT tiene alguna opinión al respecto por conocer bien las hemerotecas. Saludos
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