19 novembre 2012

La vida misma

EL milagro de la realidad se cifra en estas pequeñas cosas, como la que aparece en la imagen. En medio de la miseria, sin contaminarse de ella pero sin darle la espalda, brilla luminoso algo que nos recuerda que la poesía es posible no sólo después de Auschwitz, sino que es aún más necesaria en Auschwitz. Y que la realidad es la que mejor compone

El Rastro, 18 de noviembre de 2012

11 commentaires:

  1. La poesía es una fuente imprescindible de vida, "un arma cargada de futuro", como dijera Gabriel Celaya. A uno también le gusta la poesía que hace reflexionar sobre la sociedad de nuestro tiempo, la que sensibiliza frente a las injusticias. Por qué no decirlo: la denostada poesía social, tan necesaria para no caer en una resignación conformista.

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    1. AT social, serio, político. Con el dolor. “Do fuir” en Cuba.

      «EN LA PUERTA [del hotel] esperaba una docena de putas, en su mayor parte mulatas o negras, muy jóvenes, que ninguna parecía haber cumplido aún los veinte años. Llevaban unos trapos ceñidos y cortos, arrancados a los saldos de un mercadillo, y unos zapatos rescatados de un basurero, como delataban los altos tacones recompuestos y entablillados como huesos rotos. Poco acostumbradas a marchar sobre tales plataformas, las pobres mujeres daban traspiés de continuo, quizá porque al repararlos habían dejado un tacón más alto que otro. Daba tanta más lástima verlas caricaturizadas de prostitutas, con esos bolsitos en los que acaso pudieran guardar una cajetilla de cigarrillos, una barra pintalabios y, ya con dificultad y de canto, un preservativo, daba más pena, digo, la caricatura que su triste vida, si no eran ambas la misma cosa.

      [...] EN EL ASCENSOR me encontré con un viejo alemán, obrero sin lugar a dudas, quizá capataz de turcos. Tendría unos sesenta años, cara de carnicero, con el pelo blanco y poderosas patillas en forma de chuleta. Tenía pocos dientes y los que tenía eran de color amarillo y grandes como los de los burros. Iba en pantalón corto, sandalias ortopédicas, con calcetines grises, y unas piernas flacas, deformadas y llenas de bultos flebíticos y unas varices del tamaño de nueces, azules y repulsivas. Tenía una gran barriga cervecera que apenas podía contener un niqui color naranja, con el cuello de color vainilla y unas rayas aerodinámicas que le atravesaban el tórax. Llevaba a su lado una putilla de quince o dieciséis años, negra, espantosamente fea y con una expresión oligofrénica irresoluble. La muchacha vestía cuatro trapos baratos, pero nuevos, recién comprados. El ascensor subía muy lentamente, haciendo una parada en cada piso. Durante todo ese tiempo no se hablaron, no se miraron siquiera a la cara ni se rozaron. Al lado uno de otro, como si hubieran pasado juntos toda la jornada en la playa. Se bajaron conmigo. Los vi caminar delante. Seguían sin hablarse. La muchacha, en cambio, se me había quedado mirando de una manera estúpida. Quizá sólo fuera tristeza. O dolor. Quizá pensara que podía optar a un cambio de pareja que le fuese ventajoso en algo. Se metieron en la habitación. No tenía aquello el aspecto de que fuese a terminar en una gran orgía sexual.

      [...] MIENTRAS CENÁBAMOS a la luz de las velas (este hotel es así, con acordeón y violines sirviéndonos de guarnición; y qué escarnio cenar en penumbra por lujo a tener que hacerlo, como lo estaba haciendo en ese momento media Habana, por miseria), vimos una vez más a la pareja del alemán y su mulata. Siguen sin dirigirse la palabra. No se hablan, no se miran, ni una sola caricia. La habrá contratado para sus vacaciones. Quizá los médicos le han diagnosticado a él un cáncer y ha venido aquí a gastarse sus ahorros. Eso explicaría que tampoco él esté para mayores celebraciones. Tal vez ni siquiera tenga fuerzas para ultrajarla. Quizá haya comprado únicamente su compañía. Y eso explicaría también una novela más hermosa que la que a primera vista se lee. Pero podría hablar a la muchacha. Aunque, ¿en qué lengua? Porque la gente sufre, y ni siquiera puede decirlo; el pobre empieza siéndolo de palabras.

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    2. [CONTINUACIÓN]

      «SIGUE NUBLADO. Aunque no llueve, lo parece. Es un tiempo propicio para las reflexiones cargadas de aparato eléctrico.

      No hay nada comparable a un infierno con una puerta de salida, es incluso más seductor que el cielo. Y eso es Cuba para los turistas: un infierno con fecha límite. Al final, nos iremos de aquí. ¿Y la suerte de poder tener esclavos a tan bajo precio? ¿Y el privilegio, para tantos, de saber que muchos de esos esclavos son comunistas? ¿Y el placer miserable de tener un limpiabotas de rodillas, sabiéndolo licenciado en ciencias políticas por la Universidad de Moscú y confeso leninista? No se puede entender, si no, que la gente elija Cuba como un lugar de veraneo, sobre todo aquellos que dicen apoyar la Revolución: les atrae el fuerte olor de los negros, la sumisión de los siervos, la sonrisa de los funcionarios corruptos y los embustes de las jineteras asegurando, por cinco dólares, que “nunca antes” las habían follado de esa manera, sin comprender que eso puede no ser ni siquiera un halago.

      Es difícil no pensar en términos políticos mientras se está aquí.

      Podríamos repetir, como decía Nietzsche: “Sólo la belleza me va a tener de su parte, no se me oirá que desprestigie la vida”. Pero resulta difícil conducirse de tal modo en un lugar en el que la belleza únicamente se descubre en los niños y en los poetas, los seres más vulnerables de la creación. Lo demás es dolor. Y el dolor no es hermoso nunca; primero es injusto; luego, incomprensible y, por último, patético».

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    3. La Habana nunca fue un burdel, eso es una mentira, una falsedad que la propaganda política se ha encargado de promover. Como todas las ciudades con puerto tenía servicios sexuales para los marineros de paso, había putas cubanas, francesas, españolas, hay un novelista cubano de los años 20, Miguel de Carrión que describe muy bien la vida de La Habana y sus lupanares; hoy, más que un burdel en muchos sitios y a determinadas horas es un paseo por la corte de los milagros. La miseria material sostenida, la destrucción no pueden ser edificantes para la vida espiritual de los niños y tampoco creo de los poetas. La descripción de las vestimentas y los zapatos son un detalle de lo que significa el medioevo comunista y su política de austeridad sopstenida hasta aniquilaer la economía. En los países que salieron de la dictadura comunista en Europa la prostitución y todas las lacras que la acompañan corrupción, consumo de drogas han florecido, es el resultado de la humillación y la indefensión de las personas, y de la brutalidad de un estado en el que las mujeres son las personas más frágiles después de los niños, por supuesto los que no pertenecen a la nomenclatura y a las pocas familias que controlan los negocios casi todos en manos de los militares. Hemos leído denuncias sobre la prostitución infantil que es cada vez más preocupante, niños solicitados y pagados por turistas pedófilos heterosexuales y homosexuales. La revolución cubana y su estela de miseria y que sigan viajando en visitas oficiales actores, cantantes y soplando el globo del mito revolucionario y salvador.

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  2. Abusando de su amabilidad transcribo un texto sobre el tema:

    Theodor W. Adorno, en un ensayo inmediatamente después de la II Guerra Mundial, dijo que no era posible escribir poesía después de Auschwitz. El nihilismo aterrador que supuso la gestación y desarrollo del universo concentracionario propició la extenuación de la ética humanística y la instrumentalización del lenguaje como patología semántica con el único fin de difundir el engaño, la falsedad y la degradación, encumbrando la mentira y el asesinato como dogmas filosóficos. La mineralización del ser humano como ente histórico arrojó la dialéctica de Hegel al fuego de la deshumanización absoluta. Adorno tenía razón, por aquellos años era imposible, no solo escribir poesía sino escribir cualquier tipo de ensayo, ficción o simple entretenimiento, y por eso solo se pudo recobrar la capacidad fabuladora y la posibilidad ensayística o poética desde el corazón mismo del infierno, es decir desde Auschwitz, es el caso singular del poeta Paul Celán y de algunos escritores de postguerra como Gunter Grass, Heinrich Böll, Albert Camus y Emile Cioran. Ha tenido que pasar el tiempo demoledor para que nos demos cuenta que la poesía sólo se puede escribir desde el centro mismo del dolor, de la náusea, de la postración suprema, para saber que no es posible levantar el vuelo y que ese cielo azul que vemos algunos días es solo una patética ilusión. Por esto debe quedar claro que la poesía es solo un intento de distanciamiento de la muerte y un juego terrible entre el yo y la nada, entre el ser y el infinito, un pacto ignorado desde el principio de los siglos donde la imagen del hombre se opone al poder hipnótico de la naturaleza. El lejano horizonte de lo increado y la amable suavidad del murmullo de las olas con-fundidos en un iris ciego. La poesía es ese camino nunca hoyado, ese árbol desconocido pero esperado, esa sed insaciable y dolorosamente agradable, los ojos del animal esquivo en lo profundo del bosque que solo existe en el misterio de la mente de un perturbado, la imagen apocalíptica reflejada en la sangre negra y seca de los caídos en una batalla por venir y al final la incapacidad humana para la vida y la eterna esperanza de la muerte como desarraigo existencial, como meta de un devenir truncado, la voz perdida en un desierto de siglos por donde aúllan las palabras errantes que nos precedieron en un tiempo de risible miseria y que proclaman la opacidad del ser. Por todo ello no es fácil ponerse a ensayar con la memoria y la palabra, sin caer en la tentación inconsciente de la retórica vacía y carente de sentido, que confunde las buenas intenciones con el mal oficio. Abrir la caja de Pandora conlleva asumir el riesgo inefable de equivocarse y ser arrastrado por las aguas turbias del río que nos lleva hacia el tumulto desconocido de un mar de silencio. Que sepamos ver con acierto los trazos del dolor depositado por el tiempo en el fondo de nuestras pupilas es el reto y el fin.

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  3. Rita en la acera: "Esa ropa no es mía". Ríe el payaso.

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    1. Quizá mejor Rita en El Rastro... En la acera ya se ve que está.

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  4. Santa Rita, bendita, los sueños en que nos sumiste/nos mirabas al biés/nos mirabas los pies/... esos nadie nos los quita.
    saludos blogueros
    (don Andrés... nada... que me he autoeditado una novela, y eso, que salió el mismo día q el libro de JJ Vázquez.Ya sabe, a lo Dickens diríamos: "Historia de dos libros")
    saludos

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  5. en honor a Rita

    http://www.youtube.com/watch_popup?v=mz3CPzdCDws
    saludos
    txema

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  6. Guapísima Margarita Cansino ( prima del excelente Rafael Cansino ) .
    Qué pequeño se siente el payaso ante la diva, su amor inalcanzable le llevará por una cruel trayectoria surrealista . Me parece una metáfora de " Balada triste de trompeta "
    Hay obras maestras del cine cuya mayor cualidad es su alto contenido poético , me viene a la memoria : Melancholia ( Lars V.T. ) , el árbol de la vida ( Malick ) y la cueva de los sueños olvidados ( Herzog )
    Chao

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  7. La poesia es imprescindible , es mucho más que un texto bonito y con contenido . La poesia tiene un duende ( escalofrios al leerlo ) que te permite mimetizarte con el autor y sentir euforia . Hay muchos buenos pero la clave es el poder de llegada y la emoción , mis preferidos son Borges y Wislawa y en España me gusta mucho Gamoneda , en el aspecto de poesia social Miguel Hernandez y la generación Beat-punk americana están de actualidad y son dificil de superar. Creo que gracias a Internet la poesía está mejor posicionada que nunca .
    Felicidades José Antonio

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