17 janvier 2013

Rotaciones a tres bandas

EL crítico Ignacio Echevarría se despepitaba el viernes pasado al comprobar cómo los críticos literarios de su periódico siempre meten en sus recuentos anuales a los mismos, y aunque no a todos, como si hubiese alguno al que tratara de poner a salvo de su escabechina sacándolo de la colla, citaba a algunos de esos novelistas seleccionados: “Es decir, más de lo mismo: los autores consabidos en constante rotación, según hayan publicado o no libro nuevo”. 
Son palabras a tres bandas. Oímos en ellas no ya la suficiencia del que se cree superior a sus colegas y por supuesto a tales escritorejos (primera banda), sino una sedicente venganza, pues a diferencia de aquellos a los que se resiste a soportar "según hayan publicado o no libro nuevo", de él se podría asegurar que no rota, como Baroja decía de los vascos, "que no datan", quiero decir que ese crítico está siempre ahí recortándoles cada semana, sin faltar una, a quienes son más-de-lo-mismo: “Jodeos, yo siempre estoy” (segunda banda). Lo cual tampoco es exactamente así, pues acaso toda esa enajenación suya provenga de que antes él estaba en El País, y ahora no le queda otra que seguir compartiendo páginas con los críticos a su entender más ineptos en El Cultural, que así de voltaria y caprichosa es la rueda de la Fortuna, mientras espera que esta cambie para apoderarse él mismo de El Cultural y administrarlo, como habría hecho con Babelia si no lo hubieran echado antes, y poner al fin un poco de orden (tercera banda) en la crítica, la literatura, los periódicos y el mundo con unas cuantas depuraciones imprescindibles.


Dos retratos y un autorretrato. El Rastro, 13 de enero de 2013

26 commentaires:

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    1. ¿Echando balones fuera del campo?
      Hombre, visto así sobraría hasta el Parlamento.

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    2. El Parlamento no. Quizás los parlamentarios.

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  2. Yo suelo leer los suplementos literarios, sobre todo Babelia, porque el de El Mundo ahora hay que pagarlo aparte y no lo tienen en la cafetería. Pero vamos, que los leo por leerlos, porque lo que me gustaría es que, en vez de críticas, vinieran fragmentos o pasajes de libros, para así juzgar por mí misma.

    Leemos poemas de un autor y, con leer unos pocos, ya sabemos si ese poeta nos gusta o no. Y si nos gusta, pues compramos el libro. En cambio, si leemos una crítica, pues al final nos quedamos a dos velas, porque sí: el crítico demuestra que es muy culto y muy leído etc, pero al final no sabemos si el libro nos gustará o no. Y lo mismo vale para la narrativa.

    Menos críticas y más fragmentos y pasajes de libros.

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    1. Lleva razón, Narrativa en corto. Del SALOON al Salón.

      Andrés Trapiello en su Salón. "El fanal hialino" (1997). Pre-textos, diciembre 2002.

      Le pego unos cuantos párrafos copiados en su día para alguna clase de Ciencias Naturales. Están en una sola página pero con fuente 8. Por el número de caracteres el texto tendrá que ir, calculo, en tres entregas: hoy, mañana y pasado; más que por pereza por el suspense.


      «(...) A veces uno anota las cosas, como ayer, de manera atropellada, vencido por el cansancio o el aburrimiento. Había trabajado muchas horas seguidas, desde el mediodía hasta la noche. Y al mismo tiempo algo por dentro le está empujando fuera, al campo, a la vida. Se dice, vida también es esto, el trabajo, los libros, la poesía en esta hoja. Pero no logra engañarse; si compara la hoja con los versos y la naturaleza de donde los tomó, como podría hacer un pintor con su modelo, encontraría escaso parecido. Así que está uno deseando dejarlo todo y salir corriendo, y andar como esas inglesas locas que emigran a tierras meridionales, que se meten en largos vestidos blancos, se trenzan coronas de flores y pancarpias, y triscan por el campo dando brincos, como las almas benditas del Paraíso. (...)

      ES Jueves Santo. Eran las nueve y media de la noche y al salir de Las Viñas los faros del coche deslumbraron a un lebrato que se puso a correr delante de nosotros como las inglesas locas, a saltos, con las orejas tiesas y el trasero en pompa, lo que le daba un aspecto cómico. No se hubiese podido asegurar que huía de nosotros, sino que botando de un lado a otro de la calleja, estaba jugando a la rayuela o a Caperucita Roja. Iban con nosotros los chicos, que empezaron a gritar y a reír excitadísimos por la proximidad de una animal tan asustadizo y recatado.

      Yo aceleraba el coche y lo frenaba, como el "partenaire" que ha de conducir a la bailarina a lo largo del escenario, hasta situarse cerca de ella para cogerla en brazos cuando descienda de su brinco.

      Era como un juego, y lo hubiera sido si las piedras del camino no amenazaran con destrozar el cárter del coche o uno de los paliers. La torpeza de la liebre era insólita. Estaba tratando de ganar uno de los costados y perderse en las sombras, pero al mismo tiempo parecía subyugada por las luces de los faros, era, como si dijéramos, una artista. Correteó más de doscientos metros delante de nosotros, con las orejas tiesas, marisabidilla. De vez en cuando se detenía en seco, y yo tenía que frenar igualmente en seco, para no atropellarla. Volvía la cabeza, nos miraba, y salía corriendo, con esos modales británicos a los que me he referido. Pero el juego era peligroso y en una de esas acometidas y frenadas, la liebre acabó entre las ruedas. Se oyó un golpe. Las risas y las voces de todos se interrumpieron de cuajo. Detuve el motor. Se hizo un silencio que era por sí mismo como los primeros compases de una acusación en toda regla. Me quedé sin cómplices: ¡Asesino!, hubiera podido escucharse en el ambiente. La has matado, dijo alguien. Si hubiese sido Unamuno, se habría defendido: la hemos matado entre todos; pero en absoluto me hubiese sentido mejor. Me bajé, y lo hizo también G. Fue quien primero la vio. Se arrastraba con las patitas quebradas y desgarrada la piel del cuarto trasero izquierdo, con los haces de músculos al aire. La estampa era desagradable, como para enloquecer a cualquiera. Quiero decir que puede uno comerse un "civet" de liebre y encontrarlo exquisito, pero algo tan sencillo sería imposible si tuviéramos que matar al animal con nuestras manos. De modo que no se trataba de alarmantes actuaciones de una inglesa histérica, sino de un pobre animal, bellísimo por lo demás, como lo son las liebres, que no debería morir y en cuya muerte, dos minutos antes, nadie tenía ningún interés. G. no podía ocultar un sentimiento de repulsión y pena. Me agaché y la cogí. No mostró ninguna resistencia. Ya no podía estar más asustada. Le latía el corazón con violencia. Lo noté entre los dedos, tras la suave piel. (...)»

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    2. "Del SALOON al Salón". Acertada declaración de intenciones. Seguiré su ejemplo, ya que algo chirrían las puertas de los SALOONES.

      ("Proverbios y consejos de Mairena").

      Los hombres que están siempre de vuelta de todas las cosas son los que no han ido nunca a ninguna parte. Porque ya es mucho ir; volver, ¡nadie ha vuelto!

      El paleto perfecto es el que nunca se asombra de nada: ni aun de su propia estupidez.

      Sed modestos: yo os aconsejo la modestia; o, por mejor decir: yo os aconsejo un orgullo modesto que es lo español y lo cristiano. Recordad el proverbio de Castilla. "Nadie es más que nadie". Esto quiere decir cuánto es difícil aventajarse a todos, porque, por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre.

      Así hablaba Mairena a sus discípulos. Y añadía: ¿Comprenderéis ahora por qué los grandes hombres solemos ser modestos?

      Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura.

      De "Juan de Mairena 1", ANTONIO MACHADO, Biblioteca clásica y comtemporánea, Editorial Losada.



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  3. Con todo respeto, no puedo estar de acuedo con esta entrada, señor Trapiello. Es cierto que Echeverría escribe una opinión personal sobre la promoción del mercado editorial que puede no gustarle a muchos, pero a mi entender no viene mal recordar que hay autores, títulos y editoriales de calidad que los lectores no conocen por falta de visibilidad y que esa falta de visibilidad suele deberse a la poca atención de los críticos que tienden a evadir la tarea farragosa de la búsqueda atenta entre cientos de obras y tienden también a evadir el riesgo que supone apostar por desconocidos. Creo que Echeverría denuncia fundamentalmente esa "comodidad" a la hora de realizar la selección de los mejores títulos del año y no, como parace usted insinuar, pone en duda la calidad de los grandes autores, entre los que usted se encuentra. "Ayer no más" es una de las mejores novelas de este año. Creo que nadie lo duda. Yo que la he leído estoy totalmente de acuerdo (y Echeverría no leo que diga tampoco lo contrario). Pero además de su magnífica novela, hay títulos que habrían debido aparecer en esos listados y que no lo han hecho por pura desidia de quienes se encargan de hacerlo. El hecho de que sean compañeros de Echeverría no les exime de las críticas.
    Me parece saludable para el oficio proponer este tipo de debates.

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  4. A Echevarría parece que se le ha subido Adorno a la cabeza, pero precisamente él no tiene ninguna autoridad para hacer la crítica de la crítica y pretender estar al margen de "lo mismo", o sea de la industria cultural que él se ha prestado a construir durante tantos años.

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  5. SOBRE LA CRÍTICA, "Habla Juan de Mairena a sus alumnos".

    Si alguna vez cultiváis la crítica literaria o artística, sed benévolos. Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin o conformidad con lo inepto, sino voluntad del bien, en vuestro caso, deseo ardiente de ver realizado el milagro de la belleza. Sólo con esta disposición de ánimo la crítica puede ser fecunda. La crítica malévola que ejercen avinagrados y melancólicos es frecuente en España, y nunca descubre nada bueno. La verdad es que no lo busca ni lo desea.

    Esto no quiere decir que la crítica malévola no coincida más de una vez con el fracaso de una intención artística. ¡Cuántas veces hemos visto una comedia mala sañudamente lapidada por una crítica mucho peor que la comedia… ¿Ha comprendido usted, señor Martínez?

    MARTÍNEZ.- Creo que sí.

    MAIRENA.- ¿Podría usted resumir lo dicho en pocas palabras?

    MARTÍNEZ.- Que no conviene confundir la crítica con las malas tripas.

    MAIRENA.- Exactamente.

    Más de una vez, sin embargo, la malevolencia, el odio, la envidia han aguzado la visión del crítico para hacerle advertir, no lo que hay en las obras de arte, pero sí algo de lo que falta en ellas. Las enfermedades del hígado y del estómago han colaborado también con el ingenio literario. Pero no han producido nada importante.

    De "Juan de Mairena", ANTONIO MACHADO.

    Podríamos imaginar al maestro Mairena, tan irónico, haciendo la "crítica" de este poema de Han -shan.

    ¿Cuántas veces he visto
    pasar
    las aguas claras del Río Amarillo?
    El agua corre deprisa
    cual una flecha.
    La vida humana es una hierba que flota.
    La estupidez es la raíz del Karma;*
    la ignorancia, trampa de las pasiones mundanas.
    ¿Durante cuántos Kalpas**
    girará la rueda?
    Sólo la mentira la mueve.

    *La sucesión encadenada de causas y efectos.
    ** Largo período de tiempo.

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  6. Algunos críticos canalizan sus frustraciones de singular manera. Cuando les toca hablar de un escritor joven y desconocido que no es de su cuerda lo aniquilan en su columnita semanal en lo que para mí es una ridícula demostración de poder y fuerza. Y aquella veces que han de tratar sobre autores consagrados con los que no comulgan (habría que analizar los por qués) y a los que ya no pueden tumbar, se esfuerzan patéticamente en darles reiteradas collejas con un tonillo condescendiente que atufa bastante.Y así pasan sus días, y sus años, ellos sí, viviendo en un constante más de lo mismo.

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    1. Yo no veo collejas hacia los autores aquí elegidos. Las collejas se reparten hacia otro lado, creo:
      http://www.elcultural.es/version_papel/OPINION/32122/Impugnacion

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    2. Yo lo que veo es que hay una búsqueda de argumentos para cargarse de razón y que así se pueda disimular o aún justificar la colleja a "los autores consabidos en constante rotación". No entra a valorar en ningún momento los libros de estos autores (quizás porque no los ha leído, lo cual, viniendo de un crítico profesional tendría bastante delito). Y sin embargo el hecho de no hacer apreciación alguna de estos libros pone de manifiesto una presunción velada de que todos ellos son, si no malos, peores que muchos otros.

      Y sí, hay más collejas, y más fuertes que la soltada a estos autores. Las víctimas que salen peor paradas son aquellos a quien más daño puede hacer, cómo no, los más débiles (en este caso sus colegas de El Cultural)

      Y terminando, ¿se ha fijado que no habla bien de ningún nombre propio en su artículo, que no propone alternativas? Esto debería darle algunas claves sobre las intenciones de Echevarría.

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  7. Críticos-editoriales-escritores. Tres patas de una misma mesa que para sostenerse necesita de una cuarta, que a veces es la mordida y otras la vanidad y el prestigio, sin olvidar la imprescindible publicidad.
    Estoy vásicamente de acuerdo con su comentario, excepto en esos por qués que se leen mejor escritos juntos, como mandan las santas normas.

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    1. Este comentario pretendía responder al del bloguero que me antecede. Por error mío no lo situé correctamente en su sitio.

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    2. A mí, personalmente, todo este farragoso contubernio de collejas, literatura y mobiliario cojo, me parece algo triste, por llamarlo de algún modo.

      Quizás sean inevitables estas polémicas mercantiles sobre literatura... porque "con las cosas del comer no se juega", como decía un compañero de hoja. Aunque otra persona le respondía con la cristiana y poética frase: "No sólo de pan vive el hombre".

      En fin, "¡No le toques ya más, / que así es la rosa!".

      Aunque todo este asunto tiene poco de poema.

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  8. "¿Para qué escribir tanto? El público no sabe más que uno o dos títulos de libros de los autores más fecundos.

    Es más que suficiente para un hombre cuando, a lo largo de su jornada, ha leído un diario, ha escrito una carta y no ha hecho daño a nadie.

    Los poetas están sentados en el Olimpo; pero son demasiado bajitos y sus pies no llegan al suelo.

    No debemos decir que releemos las obras maestras, puesto que parece siempre que no las hayamos leído nunca.

    Presuntuosa, cada palabra suya está como enharinada.

    Mi cabeza está poblada de palabras como un bosque lo está de pájaros. Cuando se ponen todos a cantar, ¡menudo jaleo!

    Las palabras deben ser sólo el vestido, hecho a medida rigurosa, del pensamiento".

    JULES RENARD, PENSAR NO BASTA: Sentencias y aforismos del Diario (1887-1910), Península.

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  9. Qué satisfecho posa el militar…
    ¡Cuidado, mi sargento, a sus espaldas!

    Toda cabeza de caballo es noble;
    y más si tiene delante un fantasma.

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    1. Pues sí. El caballo, resignado, emergiendo de las profundidades del cuadro, como fuera de lugar.

      Sin embargo, bien instalado en el mundo parece el militar.
      En su ovalado envoltorio acogedor.
      Tan contento en su medallón.



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  10. No lo conocía , me resulta friky leer criticas , criticar y ser un malheridor resulta fácil . De hecho las reseñas deberían hacerlo escritores reconocidos por los lectores y no " agentes tóxicos " de las editoriales que actúan de caballos de Troya . Sobre I.E. he leido una critica de un lector que lo califica del " Jimenez los Santos " de la literatura , los académicos podrían otorgar permisos para reseñar y así evitar críticos que se buscan la vida insultando y engañando a incautos o extraviados .
    Chao

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    1. "La literatura es un oficio en el que siempre hay que volver a demostrar que se tiene talento ante gente que no tiene ningún talento".

      JULES RENARD.

      ... no solamente en el oficio de escritor, no solo.

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  11. A mí los críticos no me van nada. Se habló aquí también de Ricardo Senabre, al que yo leo por el colofón, cuando tira de las orejillas a los escritores por un quítame allá esa letra. Es algo tocapelotas, como Lázaro Carreter. Buena persona, pero melindroso (Al remilgoso y al pejiguera, déjalos fuera). Claro que el idioma hay que defenderlo. Me fastidia, por ejemplo, oír o leer "en base a", y también los archisílabos.

    En cuanto al Echevarría ese, pues ni siquiera tiene la despedida aguijoneadora o dardo en la palabra. O sea, que ni fu ni fa.

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  12. Con las cosas de comer no se juega.

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    1. "Nada hay que degrade y humille más al ser humano que el ser movido sin saber por qué, sin saber por quién, el ser movido desde fuera de sí mismo".

      MARÍA ZAMBRANO.

      Siempre instalados en la tela de araña creada por la necesidad.

      ...pero no sólo de pan vive el hombre.

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  13. "las ideas liebres" de Bergamín. Que se liebren de los coches. Y "mi mundo no es de este reino".

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    1. "Mi mundo no es de este reino"

      Oportunísima "Idea liebre-sentencia". Gracias.

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  14. Hay que recordar que la salida de Echevarría de El País se produjo a raíz de una crítica despiadada y ruín de la gran apuesta literaria de Alfaguara (editorial de Prisa)para la rentrée literaria del otoño de 2004, cuando en un Babelia de septiembre se dedicó a la traducción al castellano de la novela de Bernardo Atxaga, El hijo del acordeonista, portada, entrevista a doble página y crítica de una página firmada, como he dicho, por Echevarría. Aquello fue miserable.

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