QUIEN haya seguido este almanaque le habrá oído decir a uno otras veces cómo me gustan las imprentas de pueblo y las tipografías populares cuando en ellas se produce de forma intencionada o azarosa, como ahora, algo que sabemos ver porque nos lo mostraron antes artistas como Schwitters. Y los dadaístas y surrealistas nos enseñaron a mirar, más allá de la sociología, los rótulos publicitarios y esos anuncios pintados y desleídos de las paredes, verdaderas flores de las ciudades que se marchitan ante nosotros, a lo largo de la vida, como los crisantemos sobre las lápidas de un cementerio.
Es el caso de este libro viejo, publicado como folletón en algún periódico. Estaba en una librería de viejo de Las Palmas. No tenía ningún interés como literatura. Pero sí el objeto. Conmovía la delicadeza del encuadernador a quien le llevaron los recortes de ese periódico. Probablemente podía haber suprimido el faldón publicitario (una galletas y un dentista) repetido a lo largo de todas las páginas, pero el libro hubiese quedado muy corto de margen inferior, y prefirió dejarlos, armonizándolo.
Diríamos que es un libro que se ha visto mejorado, enriquecido por un poema visual en cada página.
Diríamos que es un libro que se ha visto mejorado, enriquecido por un poema visual en cada página.
Recuerda en cierto modo al primor con el que las mujeres de pueblo cosían, para hacer decorosa su pobreza, los remiendos y soletas en los pantalones de los hombres que trabajaban en el campo, en la fábrica, en los talleres. No eran casi ni remiendos, sino verdaderos collages, patchwork de altura.
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RépondreSupprimerIba Andrés Trapiello por una calle, vio una imprenta, tal vez una librería de viejo, y entró?
RépondreSupprimer"Sucedió, pues, que yendo por una calle alzó los ojos don Quijote y vio escrito sobre una puerta, con letras muy grandes: ' Aquí se imprimen libros', de lo que se contentó mucho, porque hasta entonces no había visto imprenta alguna y deseaba saber cómo fuese. Entró.... y vio tirar en una parte, corregir en otra, componer en ésta, enmendar en aquélla..."
(CAPITULO LXII de la Segunda Parte)
El libro adquirido por el señor Trapiello muestra que los banners publicitarios que atufan muchas paginas web no son un invento reciente. Nihil novum...
RépondreSupprimerFalta, claro, que nadie en las oficinas de Planeta vea estas imágenes y piense "Hmm... ¿Y si...?"
Hace unos días intenté colgar en el muy prolijo blog de Eduardo Moga, “Corónicas de Ingalaterra”, un comentario, firmado, sobre un escrito suyo, reciente, en “Cuadernos Hispanoamericanos”, que citaba mucho a pié de página la antología de Ruano ("Ángel en llamas") que publiqué hace unos años. Don Eduardo no quiso publicarlo, quizás por cuestión de pudor, pero a todos los que hayan leído a Ruano creo que puede divertirles.
RépondreSupprimerEn su reciente trabajo, “Sobre la poesía y la vida de César González-Ruano” afirma usted que “su ingreso en la poesía y en la vorágine (¡) de la publicación, fue estrepitoso: su primer poemario, que ostentaba el disuasorio título de “De la locura, el pecado y la muerte” (sic), se publicó en 1921, cuando apenas tenía dieciocho años.” Pero el libro no se llamaba así, sino “De la locura, del pecado y de la muerte” y aún siendo su primer libro no fue, desde luego, su primer libro de versos. Cualquiera que acceda a un ejemplar, como el que tengo ahora en mis manos, podrá comprobar que lleva un aclaratorio subtítulo: “Prosas que escribió César González-Ruano”. Si usted equivoca el título y el género literario del libro, quizás sea porque, en realidad, usted no ha visto nunca ese libro ni, probablemente, algunos otros de los que habla con todo detalle. Aventuro la hipótesis de cierta falta de seriedad, por su parte, en estos asuntos. ¡Ahora comprendo que cite tanto mi edición!
Abelardo Linares
Muy bueno el Schwitters , cuando le criticaron por usar materiales usados , respondió : Si el mundo es una mierda hagamos de la mierda un Mundo.
RépondreSupprimerQuizás las improntas publicitarias singularizan a un libro poco o nada singular.
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