LA publicación de cierto reportaje sobre España en el New York Times, ilustrado con fotografías de menesterosos rebuscando en las basuras, dejó perpleja a mucha gente. Eran escenas tristes en las que podíamos imaginarnos la vida de esas personas que vagan por las calles sin rumbo fijo, desde que sale el sol hasta que se pone, a veces durante la noche, sin conocer el sosiego.
Algunos denunciaron, por un lado, lo inexacto y oportunista del reportaje y, por otro, que se explotara de ese modo la fotogenia en blanco y negro de la pobreza, acreditada por los grandes maestros de la fotografía. Probablemente llevaran razón los denunciantes, pero deberían haber buscado quizá en esas fotos otra cosa: lo mejor nuestro. No se quiere con esto ni justificar la pobreza ni estetizarla ni decir que esté bien sufrir o haber sufrido. Ni mucho menos. Hay que acabar con el dolor como hay que erradicar la pobreza. Aquí se está diciendo sólo que esos mendigos e indigentes son tan nuestros, de nuestra propia carne, como las catedrales o La Alhambra. Cuando un loco o un pobre o un niño o un vagabundo o un refugiado o un enfermo o una persona maltratada o un anciano sin amparo o un emigrante ilegal fijan en nosotros su mirada sentimos que señalan directamente en nuestro interior aquello que nos hermana a ellos, a menudo lo humano más valioso, tal vez en lo que nos convertiremos. Es lo que nos enseñan los bufones de Velázquez o los personajes cervantinos.
Ha oído uno decir también, a propósito de todo ello, que en Nueva York o en París o en Berlín o en Londres se podrían hacer fotografías como estas de Madrid, y que no dejaban de esconderse en su publicación propósitos oscuros o espurios. Es posible, pero acaso debiéramos estarles agradecidos: nos recuerdan que tales seres siguen junto a nosotros. A veces, de verlos tan a diario, nos olvidamos, y caminamos entre ellos sin reconocerlos. Debería darnos igual si somos mejores o menos pobres o más guapos que como nos saca el espejo del NYTimes, pero no el saber que cada día hay más gentes como esas de las fotografías por las calles, y que por eso, por su proliferación, habíamos dejado de reparar en ellas.
Se junta uno cada semana en el Rastro con bastantes que se dedican a la busca, a algunos los tratamos y los vemos pedir un socorro con verdadero estoicismo. Viven en la calle, pero la calle no es suya tampoco, tan pobres son. Es improbable que se les sorprenda en ninguna de las manifestaciones callejeras que ahora proliferan; ocupados como están con su supervivencia, apenas tienen tiempo como no sea para ir muriéndose poco a poco. ¿Pertenecen a la “inmensa mayoría de españoles que no se manifiesta”, a la que homenajeó Rajoy? El NYTimes publicó las fotos de unos menesterosos por las calles de Madrid, y un particular fotografió a Rajoy paseando por una calle de Nueva York mientras se fumaba un gran puro el día de ese “homenaje”. La calle, convertida en avenida, parecía suya, desde luego. Tan ancho iba. Sólo le faltaba la leontina de oro en el chaleco para ser una caricatura de George Grosz. Hasta su comitiva parecía formada por chupatintas que fueran detrás levantándole los faldones de su levita.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 20 de octubre de 2012]
Lo que nos hermana con los vagabundos y personas maltratadas es el viejo "humanismo español", al considerar que el valor intrínseco del hombre está por encima de sus posesiones materiales. En palabras de Antonio Machado: "Por mucho que valga un hombre, nadie tiene valor más alto que el de ser hombre". pensamiento en las antípodas de la cultura anglosajona, que , por lo general, encuentra su razón de ser en el éxito económico.
RépondreSupprimerDetrás de la supervivencia diaria de miles de menesterosos y defenestrados está la mano omnipresente de Cáritas, organización no reconocida con suficiente justicia debido a su vinculación con el catolicismo. En plena democracia hay unos que tiñen de color gris a su antojo y muchos papanatas que asienten a esa intención tergiversadora.
RépondreSupprimerYo que soy un poco papanatas tengo entendido que Cáritas se financia como una ONG a través de la casilla de "Fines sociales".
SupprimerDigamos que sin el entramado territorial de la iglesia la labor de Cáritas no sería tan eficaz. Y reconozcamos, también, que esa adscripción ideológica suscita no pocas antipatías y rechazos, por encima de la alta valoración que merece.
SupprimerExigimos JUSTICIA SOCIAL y no "caridad" y su consiguiente apostolado y aborregamiento; y me da lo mismo que la ejerza la cristiana, budista o musulmana... ¡ La JUSTICIA SOCIAL es una obligación del Estado, no de las ONG,s.!
Supprimer¡Qué extraños caminos recorre la fe, para llegar a creer con tanto denuedo en los propios gritos! Menos mal que mientras tanto hay unos cuantos descreidos que hacen algo por aquellos a quienes les urge llenar el estómago.
SupprimerMuestranos el camino Lerins. Dinos cómo se hace eso donde ni siquiera hay Estado.
En España de 1939 a 1975 por lo menos, el Estado (siempre hay Estado y gobiernos) dejó la JUSTICIA SOCIAL en manos de una iglesia católica afecta, que no tardó en hacer apostolado llenando los estómagos del pueblo en sus comedores y puertas de conventos donde daban la sopa boba y el bodrio, los roperos parroquiales y en Cáritas. Era el Estado de la beneficencia y la caridad para que la gente se aborregara.. El dictador duro 40 años y murió en su cama arropado por el manto de la virgen del pilar y el brazo de sta. Teresa...
SupprimerHoy ya hay colas de hambrientos a las puertas de la iglesia...y creo que ese NO ES EL CAMINO.
Cuesta trabajo entenderte, aunque creo que podre sobrentenderte. En medio mundo no hay Estados. O al menos lo que entendemos en occidente por Estado. Hay Satrapías, Bandas, Tiranías y otras gentes por el estilo que no se caracterizan por su afición a repartir sopa, sino a hacer degollinas. Allí, a veces, hay un par de individuos que hacen algo por los demás. Algo que sin duda no alcanza a tu exaltada proclamación, es decir probablemente no le quiten el hambre "al pueblo", pero resuelvan algún problema de unos cuantos necesitados. Desde luego no tienen por qué ser eclesiásticos, aunque no creo que a los que tuviesen que ser ayudados por ellos les importase mucho. A ti si, por lo que se ve.
SupprimerHace un par de semanas, salían por la televisión gentes de la Clínica Barraquer, creo que era la propia hija, o acaso una nieta del famoso oftalmólogo, explicando que hacían dos o tres expediciones médicas a países de estos donde no hay Estado para operar de cataratas o simplemente poner unas gafas. No es la justicia universal, pero si yo estuviese ciego, preferiría encontrarme con uno de estos, y no con alguien que me gritase a la oreja bonitas consignas. El sucio pragmatismo hace más por la vida que los más campanudos sermones.
En cuanto a lo ocurrido en España durante la dictadura de Franco creo que te quedas corto en la diatriba. Aunque creo que hemos llegado un poco tarde para derrocarlo.
Por lo que respecta a que la Iglesia apoyase y estuviese conchabada con el Estado Franquista, estoy de acuerdo.
Que la Iglesia utilizase la caridad a cambio de vanagloria propia y resignación ajena, también de acuerdo.
Ahora bien, ese extraño juego de manos, por el que aquellas colas del franquismo tengan algo que ver con estas otras de nuestro tiempo presente, y ya de paso hacer ver algún vislumbre de aquel Régimen en nuestra malhadada democracia, yo creo que ese es un camino un poco tramposo.
Y peor será cuando las ropas envejezcan y se acaben las ayudas familiares , es bueno se preocupen por nosotros . François Hollande parece el presidente de España y eso es muy bueno ya que andamos descabezados .
RépondreSupprimerse ve en esa historia con claridad que el New York Times empatiza naturalmente, piel a piel, con la tropa de los menesterosos empobrecidos, que les daría a ellos cuanto tiene, mientras que, Rajoy, claro, levita con su levita, que es que vibra al lado de los Amos del Universo.
RépondreSupprimerEsa es la herencia recibida del gobierno anterior :donde antes había 500.000 pobres hoy 2 millones, donde 80.000 hoy 200.000 exiliados en el exterior buscando trabajo ... Ahora el 2% de la población posee el 80 % del dinero.. no hay clase media...pero cada día hay mas pobres de solemnidad ... pero , claro !..el New York Times miente.... y Rusia culpable!! Dejà vu
SupprimerSi los pronósticos económicos se cumplen, y me temo que desgraciadamente se cumplirán, muchos de los que ahora miramos curiosos y apenados a esos desclasados que buscan en la basura pasaremos a ser carne de fotógrafos.
RépondreSupprimerViene a cuento recordar la entrevista al director de cine Antonioni que ocupó una doble página en El Pais hace años, cuando este periódico no llevaba aún el acento. Manifestaba su sorpresa al ver en las céntricas calles de Nueva York a multitud de enfermos mentales, mal vestidos y en condiciones de extrema pobreza que vagaban sin rumbo fijo o permanecían acurrucados en las esquinas que resultaban invisibles para el resto de viandantes. Las cosas que no se quieren ver se refuerzan con reportajes como el mencionado que llevan al lector a decir: ¡qué cosas ocurren!... pero es en otro país. O sea, que han pasado muchos años pero lo de la paja y la viga sigue vigente
RépondreSupprimerLos electos son felices , cuanto más crece la miseria más trascendentes se creen . Los plutócratas de NY parecían salir del camarote de los Hermanos Marx . El pedazo habano me recuerda aquello de " torito bravo lleva botines , no va descalzo " , los americanos están con el pueblo español , es gente honrada ( no les tembló el pulso en condenar a Arstrong y meterle una multa de 300 millones al Banco de Santander hace dias ) .
RépondreSupprimerCaritas y los bancos de alimentos son reconocidos por todas las persones razonables , pero están al limite ya que dependen al 95% de la caridad . Por cierto en Grecia ya se venden los excedentes y caducados a bajo precio con lo que peligra gran parte de provisión contra el hambre si la industria alimentaria exige vender lo que retira .
Quien come de un contenedor de basura , morirá en la miseria
Chao.
El Tercer Mundo está dentro del Primero. En todos los países desarrollados hay un trozo de Tercer Mundo. También en Estados Unidos, por supuesto. Pero se le esconde y pone a buen recaudo, para que no desentone ni salga en las fotos.
RépondreSupprimer¿Son ya póstumos todos los papeles? ¡Pues leamos uno de antes de Crisis!
RépondreSupprimerCARTAS AL DIRECTOR
Cocinando piedras
Elena Figueras - Madrid EL PAÍS | Opinión - 04-08-2003
Ayer, charlando con unos amigos, Thomas, un chico de Ghana, contó cómo se las ingenian las mujeres africanas para lidiar con el hambre de sus hijos y sus consecuencias psicológicas.
Nos explicó que a veces, cuando los niños no se duermen porque están angustiados e intranquilos esperando comer, ansiosos y nerviosos esperando comida y única y exclusivamente sintiendo la desesperación de esperar la comida que no llega, las madres cogen una cazuela, meten unas piedras en agua delante de ellos y fingen que cocinan. De esta manera tranquilizan a los niños y consiguen desangustiarles. Los niños, al sentir esperanza y creer que esa noche van a comer, se relajan y pueden dormir sin comer nada.
En Europa, si los niños ven el biberón preparado, suelen ponerse rabiosos si se les hace esperar unos segundos porque lo quieren "ya" y no pueden esperar sin tener una pataleta. En Europa no se consideran héroes a estas mujeres africanas que cocinan piedras delante de sus hijos para que se tranquilicen -los medios de comunicación ya se encargan sólo de mostrarnos lugares comunes y tópicos de sus vidas-, y a los jóvenes que vienen en patera se les clasifica en estereotipos, de tal manera que es difícil componer una imagen de ellos que se corresponda con la realidad: son personas normales que deciden arriesgar su vida y atravesar en patera 13 kilómetros para comer, trabajar y conseguir dinero para enviar a sus madres y a sus hermanos; para que cocinen arroz y mandioca en vez de piedras.
Al margen de lo que haga o deje de hacer el Gobierno de Aznar, los españoles debemos ser compasivos y ayudar a los inmigrantes africanos que llegan a España. Cada uno como pueda. Toda ayuda, por insignificante que parezca, es ayuda y es buena para ellos. Aunque nos intenten convencer de lo contrario, lo natural y lo lógico es tan simple como compartir con ellos la comida, darles hospitalidad, darles dinero, tratarles de tú a tú y, desde luego, olvidarnos de esa categoría nueva que nos han metido en el inconsciente colectivo, los "sin papeles", concepto absolutamente monstruoso y discriminatorio.
La imagen del menestoroso registrando el contenedor será cada vez menos extraña, no tardaremos en verla reproducida desde Amsterdam o Berlin, ese es el futuro. A no ser que las rogativas del Papa a indicación de Fernandez Díaz den algún resultado ¡pronto!
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