LOS periódicos locales son fuente inestimable de historias tanto más inverosímiles cuanto más reales. Esta se la tropezó uno en un viaje a Bilbao, en la contra de El Correo, que a su vez la obtuvo de una de las esquelas del periódico Abc. La sección de esquelas del Abc es toda una Comedia Humana de cuerpo presente y en pocos lugares se encontrarán tantas y tan monumentales novelas, relatadas apenas con los hilvanes poéticos de las palabras contadas y tasadas según tarifa.
Hace unas semanas murió en Madrid (las esquelas, no sabemos por qué, prefieren la palabra fallecer a morir, porque deben de pensar que el que fallece, fallece en gracia de Dios y va al cielo, y el que muere, muere en pecado y va directamente al infierno), murió, decía, la que según esa esquela fue Ilustrísima señora Soledad Hernández viuda del coronel don Honorio García Polo a la edad de setenta y ocho años habiendo recibido los Santos Sacramentos, costumbre esta que tiene a bien seguirse en el género esquelístico de Abc. Tras esos datos, publicaba la esquela esta nota, la novela en cuatro líneas: “Quiso en sus últimos momentos de vida dejar encargada la publicación de esta esquela para manifestar su perdón a los familiares que la abandonaron cuando más los necesitó, sus hermanos Juan y Manuel y su hija Soledad por su absoluta falta de cariño y apoyo durante su larga y penosa enfermedad”. Cierra el alegato un hijo de la difunta “y sus amigos” que “ruegan una oración por su alma”. Ellos, suponemos, habrán corrido con los gastos de la lápida del cementerio en la que han hecho grabar estas palabras en letras aún más grandes que las del coronel y las de su ilustrísima señora: “Dios hará justicia con los que te hicieron daño”.
De momento, y como ocurriera este verano con aquel Ecce Homo con el se le fue la mano a cierta restauradora de la localidad de Borja, han empezado a acercarse los curiosos al cementerio de Camarma de Esteruelas para constatar que si, como creía Quevedo, es posible un “amor constante más allá de la muerte”, también podría serlo el rencor. De hecho es más frecuente esto que lo otro, pero ya no podemos preguntar a esa mujer si todo este cafarnaún fue cosa suya o de los deudos, y poco más podrá saberse.
Luis Carandell alcanzó la celebridad con dos libros curiosos, Celtiberia Show y Tus amigos no te olvidan. Se recogían en ellos, entre muchos, algunos excesos necrológicos. El de esta señora habría podido figurar en ambos, junto a aquel epitafio que dijo haber visto en su viaje por la España negra en el cementerio de un pueblo andaluz el pintor Darío de Regoyos, según el historiador y amigo de este Rodrigo Soriano: “El polvo yace aquí de mi querida, que lo tuvo magnífico en su vida”. Agradece uno que haya quienes se tomen a chirigota un asunto de tanta gravedad como la muerte, incluso quien contribuye involuntariamente con sus pequeñas tragedias a alegrarnos un poco la vida, vida, por cierto, a la que no podemos apuntalar con agravios y resentimientos eternos. Y como diría el otro, a buen entendedor pocas palabras bastan.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 28 de octubre de 2012]
Eduardo Zamacois en sus amenas memorias, Un hombre que se va...cuenta que un conocido suyo se dedicó a coleccionar todas las esquelas de ABC durante un año. Y al siguiente se dedicó a visitar a los familiares, darles el pésame y hacerles ver la conveniencia de publicar una esquela de aniversario. Casi siempre la familia aceptaba, el la redactaba y, una vez en la administración del ABC le daban el diez por ciento de la misma. Como no había jornada que no hubiera una o más muertes, durante muchos años vivió de los muertos.
RépondreSupprimerESQUELAS ESCALAS
SupprimerHace pocos días contaba el periódico que en una sureña ciudad española (“125.000 habitantes y 17.000 parados”) un ser humano (varón, 29 años, “un producto de la crisis, un emprendedor a pequeña escala, un almacén de ingenio desesperado”) fue colgando por las calles un cartel que así decía:
“No tengo trabajo. Estoy casado y voy a tener una hija. 50 céntimos no son nada. Usted puede ayudar a un padre de familia olvidándose de bajar la basura”.
Emprendedores. Grande o chica la escala, ay dolor, Tántalos siempre.
La piedra de Tántalo parece pesar menos que por ejemplo los pedruscos con tantalio del Congo. Frente al horror de los rencores que altos emprendedores inyectan al corazón de África, la gracia de la mitología griega. A falta de designio humano, a esperar que sea la propia tecnología la que se ponga al servicio de griegos, africanos... catalanes y españoles.
SupprimerAlgunos escritos en lápidas dignos de ser recordados:
RépondreSupprimer"Por fin soy perfecto. Ya nunca me equivoco".
...
"Éstas son vacaciones, y no las de verano".
....
(A su suegra):
Aquí estás tú, y estás muy bien.
Tú descansas. Yo también.
El epitafio, tema que sin duda veremos tratado en medios de comunicación ahora que se acerca el Día de Difuntos, digamos que cierra con una última inscripción en piedra, con el fin de que perdure, la novela de nuestra vida. Algunos quieren cerrarla con una moraleja, otros con un resumen de lo que fue su vida, los hay que prefieren cerrarla con un guiño de humor o con los honores y empresas que coronaron con éxito. La mayoría simplemente se limitan a consignar en su epitafio las fechas de su nacimiento y muerte. En cualquier caso ante una tumba sin nombre nos quedamos en una especie de suspensión del ánimo, una gran interrogación ocupa nuestro pensamiento, como cuando leemos esas novelas conceptuales y de final abierto en que nos preguntamos si para tal viaje hicieron falta tales alforjas. Necesitamos rematar las cosas, que la novela acabe con una frase que indique el sentido de la historia, para que esa historia pueda ser recordada. Los mejores epitafios son así los que son memorables.
RépondreSupprimerY sin embargo uno no puede dejar de recordar a Cernuda: “Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas”
A veces la muerte de los demás resulta interesante , extravagante y divertida ( quien no recuerda el óbito de David Carradine ) . Las esquelas han dado mas de una alegría .
RépondreSupprimerUna muerte muy extravagante fue la de Francisco Franco , ya que junto a él tenia la mano incorrupta de Santa Teresa ( la tuvo 40 años en la mesita de noche ) . Eso sí tuvo la sensatez de no llevarse la mano en el féretro , pero fue muy egoísta secuestrando la reliquia .
Saludos
Un artículo con mucho sentido del humor. Se agradece.
RépondreSupprimerJavier