El ejemplar perteneció, en efecto, a un tal Martín Paredes, de Alange. Quien escribió ese nombre en la cubierta del libro no fue él. No es esa su letra. La suya, florida, figura en una cuartilla con membrete de imprenta en la que se declara eso mismo, “Martín Paredes. Alange. Teléfono 5”. Acaso fuese un abogado. Tal vez administrador. De su puño y letra hace constar que Doña Isabel Freire de Andrada, vecina de Lisboa, tenía en una de las fincas que figura en el Libro, “Encinilla”, una participación de 333 maravedíes. Alguien en Alange nos daría más noticias, si las buscáramos. No las vamos a buscar. Sobran a este libro noticias de todas clases.
Nosotros, como el prologuista, don Daniel Borjano, tratamos de encontrar ideas generales, más que noticias particulares o de particulares.
Ha querido ser exhaustivo don Daniel Borjano, ilustre registrador de la propiedad, y en su prólogo no deja fuero sin citar ni principio del derecho romano sin lucimiento. No ve tampoco contradicción alguna entre ricos y pobres; todos, con un poco de buena voluntad, podrían llevarse bien. Lo dice bien alto y claro en el “Corolario”, con el que ha querido cerrar su prólogo: “Es un hecho triste, que exige pronto remedio en bien común, el de que, teniendo Extremadura harta tierra por laborear, nuestros labriegos emigren a bandadas en busca de suelos, ya que no más fértiles, más susceptibles de ser adquiridos y explotados”.
A don Daniel Borjano le duele la incuria de un campo en mano de absentistas. ¿No está hablando Joaquín Costa por él?: “Non omne quod licet honestus est (no todo lo que es lícito es honrado). La enfiteusis y aparcería en sus variadas formas (…) serían lazos que anudaran la armonía y convivencia de pobres y ricos; así como el cultivo por los dueños y la supresión del absentismo, que padecen las ciudades y villas provincianas desde el comienzo del siglo XVII, practicando con el ejemplo y educando y dirigiendo a sus clientes, cuyas necesidades verían y sentirían de cerca y completaría la hermosa obra del retorno a los campos, que ha de ser la redentora de nuestra anémica patria”.
Pero basta una lectura atenta de este Nuevo Libro de Yerbas, para advertir de dónde proviene la anemia: mucha tierra en pocas bocas. Los apellidos se reiteran en todas las propiedades y un puñado de gentes y títulos se han repartido la provincia. Bastaría presentar este libro en el Registro de la Revolución, para que fuese bendecida una de inmediato para Cáceres y comarca.
¿Y los topónimos? "Altos,sonoros y significativos"
RépondreSupprimerCerro mentiroso...¿Parecía cerro,pero no lo era?
La humanización del...paisaje.