Como muchas de las que se publican en este almanaque, esta fue hecha también en el Rastro, esta primavera. No recuerda uno desde qué punto tiró la foto, quiero decir, si estaba yo respecto de la bota o la bota respecto de mí, al norte o al sur, a poniente o a levante. De modo que es una foto que carece de punto de vista, y por tanto podría hacérsela rotar, desplegarse cabría decir, y en cada posición nos hablaría de cosa distinta. En una de ellas parecía incluso ladrar, por su parecido con un caniche, y sólo por esa razón se descartó darla en esa posición. Nada tan tonto y ocioso como ir quitándole a las cosas su forma original para darle otra, buscar animales mitológicos en las nubes, por ejemplo, o continentes en las humedades de las paredes. Y desde luego la hoja verde (como la mancha azul de otra foto publicada aquí junto a unos correajes falangistas) se hizo real después de haberse hecho la foto, probando de ese modo que lo no visible no es lo invisible. Estaba allí colocada por nadie y para todos, como un heraldo, anunciando el otoño. Y lo mismo ha de decirse de ese "dios piadoso" que el azar trajo hasta el suelo.
Laberinto de Fortuna...¿Vemos en qué quedó OT?Aquellos prometedores diamantes en bruto pisoteados por el pliegue de una bota anónima.
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