LA mayor parte de las cosas que nos suceden parecen apoyadas en otra anterior, como descansan en una melodía unas notas en otras, y estas a su vez, cuando cesan, en el silencio que les sigue. ¿Cuál es la razón por la que precisamente hoy, que ha enviado uno su libro de poemas Segunda oscuridad a la imprenta, tropezara con este otro libro, fuera de su estante no sé por qué? ¿Y cómo ha ido a abrirse justo por esa página? Es un libro muy pequeño, cabe en la palma de la mano, como los ases de la baraja, y tipográficamente lo ha considerado uno siempre un dechado del oficio, con ese retrato estarcido de Nietzsche a lo Valloton y su sabia combinación de cuerpos, sin salirse del mismo tipo de letra. El autor de estos poemas, más que Nietzsche, es su traductor, Francisco A. de Icaza, el poeta modernista, autor de aquella memorable copla que puede leerse en un azulejo de La Alhambra: "Dale limosna, mujer / que no hay en la vida nada / como la pena de ser / ciego en Granada".
Y así dice este poema que Icaza tradujo como "El gai saber", de igual título que el libro de Nietzsche La gaya ciencia o, como parecen preferir los filólogos actuales, La ciencia jovial:
Este libro no es libro, ¡qué te importan los libros!
Son féretros, mortajas...
El pasado es la presa de los libros,
en ellos del presente no hay nada.
Este libro no es libro, ¡qué te importan los libros!
Son féretros, mortajas...
Es una voluntad, una promesa
que corta las amarras.
Es un romper los puentes,
es un levar de anclas,
es un viento marino,
es del timón la barra,
el penacho de humo
y el ruido de las máquinas;
es el cañón que truena:
es un reírse de la mar encrespada.
¿Que secreto impulso le llevó a uno, precisamente hoy, en que ha enviado su libro a la imprenta, a este otro librito, y en él hasta ese poema que tanto recuerda el de Unamuno, aquel su "armador de casas rústicas", en el que se decía de las palabras de Jesús que eran aladas, "hasta que al fin cayeron en un libro, / ay tragedia del alma"? ¿No se apoyan las notas de nuestra melodía unas en otras, entre sí, y en tantas melodías ajenas?
El gai saber y el gai trinar
RépondreSupprimerLas palabras irán en un libro para hacer el viaje, pero ya volarán de nuevo...
RépondreSupprimerel libro, mas que féretro, es, en mi opinión, una barca, ay, quien maneja esa barca, varada o alada según y como, total Unamuno apenas publicó cuatro libros,joviales sí.
RépondreSupprimersaludos
Por fin. Enhorabuena... a todos.
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