EN su pesquisa de la impronta de Ramón Gaya en otros autores, Miriam Moreno se tropezó con este fragmento de Juan Gil-Albert, en el Breviarium vitae de este. De haberlo recordado uno a tiempo, tendría que haber figurado al frente de Ayer no más:
"En nuestro tiempo, de guerras civiles y revoluciones, se oye decir con lamentable frecuencia: he de matar a quien mató a mi padre. Esta reacción, por lo humana, es vulgarísima. ¿Cómo podemos investir al asesino con la misma desdicha que nuestra víctima, hacerlos sucumbir juntos, igualándolos en la desventura? Se debe dejar a los perros que aúllen entre las tumbas entreabiertas y no darles ocasión a que se rediman por un momento de la debilidad en que no hemos podido contener nuestro deseo de venganza".
El Rastro, 5 de mayo de 2013 |
Mi experiencia personal es que la gente que vivió la guerra civil (mis abuelos e incluso mi padre) no hablaban sobre lo ocurrido en ella, e incluso les molestaba recordarlo (si yo les preguntaba no me contestaban, o lo hacían a regañadientes). Pero no actuaban así por miedo, sino por una especie de vergüenza y un deseo de olvidar.
RépondreSupprimerYa digo que es mi experiencia personal, y probablemente habrá quienes lo hayan percibido de otra manera.
A mí, teniendo en cuenta lo poco edificante del comportamiento de unos y otros, no me extraña nada que hubiera una especie de "pacto de silencio": un pacto colectivo al margen de imposiciones políticas, para olvidar, acallar todo aquello y pasar página.
A nadie (salvo a los masoquistas) le gusta recordar lo peor de sí mismo.
Imagino que algo así debió pasar también en la sociedad alemana después de 1945 (tanta gente que apoyó al nazismo), y en la sociedad francesa (división entre colaboracionistas y resistentes a la ocupación).
La venganza esta ligada a la masculinidad y la cultura ; los que la ejercen no se arrepienten a pesar de saber que es injusto . Te dirán : no soy peor que tu , tu habrías hecho lo mismo si eres un hombre de verdad . La gente ,ahora ,no queremos ver a la asesina del violador de su hija en la cárcel . Cuanto peor van las cosas más legitima parece .
RépondreSupprimerCierto, este fragmento de Juan Gil-Albert es la esencia de “Ayer no más”. Esto apunté en la última hoja del libro: “Estupenda en el fondo -justicia/venganza- y en la forma: la novela discurre a modo de diario por el que accedemos a las reflexiones interiores de cada personaje, cada una de las cuales añaden luz a la “Historia”, conformando lo que parece la trastienda un auténtico libro de investigación de la Guerra Civil, que esconde enormes dosis de reflexión sin perder una tensión narrativa no exenta de suspense. Pues eso, que me encantó (y si eres de León añádele la curiosidad de poner caras a los personajes)”
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