7 janvier 2012

Una fotografía extraña

¿Quién que ame a Antonio Machado no se ha dejado subyugar por este retrato, uno de los más fascinantes que se le hicieron y desde luego uno de los más célebres? La hondura y gravedad, la soledad y melancolía que a menudo descubrimos en sus poemas, parecen igualmente haber modelado su rostro. Se diría que Machado no haya tenido fuerzas ni siquiera para quitarse el abrigo y el gabán. Cuánto frío en sus huesos, qué cansancio el suyo tan metafísico. Hasta sentado, parece necesitar apoyarse en el bastón. En cuanto a la figura del camarero, reflejado en el espejo, con su aspecto aflamencado, ¿no nos recuerda a alguno de sus apócrifos?
Cuando se conoció y publicó el encuadre original de la foto (Ministerio de Cultura, 2001), muerto ya su autor, Alfonso, y cuando los archivos de este había pasado ya al Estado, aumentó el misterio de esa fotografía tomada en los años treinta en el café madrileño de Las Salesas, al tiempo que daba pie a algunas consideraciones no pequeñas. En primer lugar: ¿Quién es esa mujer que aparece al lado del poeta? ¿No se atrevió el fotógrafo a decirle que se apartara, pensando que en el laboratorio la devolvería al limbo de lo indefinido, o, por el contrario, se trataba de una persona significativa? ¿Una desconocida que estaba allí por casualidad, una contertulia, una amiga del poeta, una de aquellas mujeres con las que este pasaba unas horas en la casa de la calle Válgame Dios (y, válganos Dios, cuánta predestinación en este nombre sabiendo lo que Machado iba buscando a aquella casa y con quién)? En todo caso, Alfonso la cizalló desde el primer momento de todas las copias que hizo. El encuadre definitivo es el que aparece ahora a la derecha. Sabiendo esto, que el fotógrafo jamás la publicó completa, ¿tenemos el derecho de circular el encuadre original? En este hay mucha información valiosa que queda afuera, no solo esa mujer cuya expresión de felicidad contrasta con la del poeta: el teléfono, los espejos, la mesa... Todo ello completa el clima y hace de la foto algo distinto. Cuántas y qué sabrosas consideraciones habría hecho Juan de Mairena al respecto. 
Como sucede a menudo con los enigmas que pone ante nosotros la vida, ante este hemos de seguir nuestro camino, sospechando episodios reveladores de la vida del poeta que nunca conoceremos. 
Desde que vio uno por primera vez el encuadre original, no hay vez que no vea el encuadre oficial (y quiso el destino que encontrara hace años en el Rastro una copia original de esa foto, hecha por el propio Alfonso), que no recuerde a esa misteriosa mujer con quien la posteridad y las tijeras del fotógrafo fueron poco misericordiosas, menos aún que lo han sido con el reflejo empañado de ese camarero en el espejo.




15 commentaires:

  1. Buenas noches Andrés:
    ¡Válgame Dios!, ¿quién sería la sonriente dama del siglo pasado que acompañaba a Antonio Machado y, que, desde el momento del fogonazo del fotógrafo nos mira con tanta franqueza por toda la eternidad desde su lugar de privilegio junto al poeta de la melancolía,al ladito de nuestro querido y admirado Antonio Machado, en el café de las Salesas de Madrid?, ¿Por qué Alfonso quiso hurtarnos el valioso detalle y cizallarla de un certero tajo que, a punto estuvo de enterrarla en un velo de olvido permanente?, cualquiera sabe, yo por mi parte tengo un pálpito que no me atrevo a plasmar sobre el papel por lo que pudiera pasar, sin embargo, me resisto a silenciar que debió ser una señora muy importante para él, tal vez trascendente e inspiradora, incluso, de algunos de sus poemas, pero mejor será no seguir por ese camino para así cumplir con dignidad franciscana lo que antes anuncié. El artículo como de costumbre magnífico. Enhorabuena. Un abrazo.
    Primitivo

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  2. El dedo índice de la mano izquierda de la sonriente mujer. Del crimen que se estaba cometiendo contra su memoria debió alertarnos ese dedo. Camarero, ¿puedo usar el teléfono?... “¿Don Juan de Mairena?"...

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  3. "Y rosas en un balcón
    a la vuelta de una esquina,
    calle de Válgame Dios."

    Es lo único que conocía de don Antonio relacionado con esa calle. No sabía de las visitas a una casa de tal calle. Y... ¿a qué iba el poeta a tal lugar?¡Válgame Dios!, que los pensamientos toman a veces caminos insospechados.

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  4. yo creo que la sonrisa de esa chica -a quien le veo cierto aire entre Maite Pagaza y Ava- debía calentar ella sola más que el mismo sol de invierno, más casi que los días azules de la infancia, y quizás el fotógrafó la cizalló porque robaba todo el plano a Machado, quien debió descubrirse ante ese fulgor

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  5. Manuel Cañedo Gago7 janvier 2012 à 13:07

    La mujer que aparece sentada junto a Antonio Machado podría ser Rosario del Olmo, periodista y miembro de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.

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  6. Para mi que estaban juntos, compartían mesa y ademas había 4 o 5 vasos, medio llenos o medio vacíos pero mucho vaso para Don Manuel

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  7. para mi que están juntos, comparten mesa y ademas hay 4 o 5 vasos medio lleno o medio vacíos. Demasiados para Don Manuel

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  8. Don Antonio tiene cara de sorpresa y enfado contenido, una mirada cínica y muy profunda. Ella tiene un baso de agua casi lleno y uno pequeño vacío, por lo que deduzco había bebido aguardiente. La mirada de don Antonio me recuerda a la mirada que tiene Robert de Niro ( ahora de mayor ) cuando va a entrar en acción. Saludos, Manuel

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  9. En este blog http://minernm.blogspot.com/2009/12/antonio-machado-en-el-cafe-de-las.html
    se cita el pasaje de Troppo vero donde se habla de la foto de Machado. Luego, se reproduce la versión de encuadre cpmpleto y se añade: "Esta es la autentica fotografía de Alfonso, a la derecha de Antonio Machado, aparece la periodista Rosario del Olmo. La fotografía sirvió para ilustrar la entrevista, 'Al comenzar el año 1934. Deberes del arte en el momento actual.' En el periódico La libertad el 12 de Enero de 1934.
    Por el espejo sabemos que es día ocho. Parece ser que ocho de diciembre de 1933, y que la fotografía más conocida no es más que una mutilación de esta."

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  10. Este último amigo se nos ha adelantado un poco a la entrada de mañana, donde se seguirá hablando de todo ello. gracias, no obstante. AT.

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  11. Una mera curiosidad, sin ningún afán (Dios me libre) de corregir o reprochar nada; sólo es que dudo. La primera frase de esta entrada dice: "¿Quién que no ame a Antonio Machado no se ha dejado subyugar por este retrato...", etcétera. Y pregunto: lo que aquí se quiere decir, ¿no exigiría que desapareciera la negación? ¿No es lo correcto preguntar: Quién que ame a A. M. no se ha dejado subyugar...? Gracias.

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  12. Sobra el primer no en la primera frase.

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  13. Tiene un medio aire a Sanchez Ferlosio

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  14. Lo extraño, sin ánimo de corregir al autor lo expreso, es el recorte que el fotógrafo le hizo a la original. Aunque no tan extraño si pensamos en que la fotografía en el siglo pasado, es decir hasta 1999 más o menos ha estado en pañales. Reconozco que el original me ha subyugado, ¡cuánta más fuerza aportan a la representación del protagonista todos esos elementos, incluida la figura de la mujer: el teléfono, el reflejo de la figura del camarero (¿camarero?, porque lo suponemos con acierto, pero en su interpretación simbólica se me asemeja a todo "aquello" que ayudó a que Don Antonio muriera lejos de su patria , enfermo, abatido, cansado, sin esperanza) y su acompañante con expresión poco fotogénica.
    Viéndola al completo me hace reflexionar sobre cierta escatimo en el ojo fotográfico, no voy a decir del autor por no entrar en críticas, aunque ese simple recorte dejando a la vista parte de la mano de la acompañante deja mucho que desear (o no, o tal vez fue un recorte mal hecho premeditado, intencionado?) de la sociedad de entonces. De alguna forma, de muchas, creo, hemos ampliado horizontes. Pero quizás si esta fotografía hubiera sido conocida en su totalidad desde el primer momento, este país, el ámbito geo-político y social cercano a Don Antonio, habría necesitado menos "fotografías" para reconocerse, y por tanto lograr superar carencias y complejos que tanto mal comportaron (y comportan).
    De alguna forma todo grafista, todo "escribiente" en cualquier lenguaje, debe pre-asumir su grado de responsabilidad en la evolución de su tiempo/espacio, y más si su obra es pública.
    En cualquier caso, un placer la visión de estas fotografías y la lectura del texto que lo acompaña.
    Un saludo

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