DE su último libro, El Corazón de Dios, el último poema:
MUCHAS veces el tiempo
extravía las cosas de la vida,
las ideas más sólidas
que uno siempre ha tenido de sí mismo:
igual que si olvidáramos
incomprensiblemente
la luz de la mañana.
¿Miras hacia otro lado, que se apañen,
durmiendo se te olvida lo que somos?
¿Es eso? Deja al menos que lo diga
sin que nadie nos oiga una vez más.
Por ponernos pesados que no quede.
Claro que un día resucitaremos,
pero ahora, esta noche, ¿no es posible?
Poca gente sabe lo que todos hemos perdido, con la muerte de este hombre bueno y sabio, y grandísimo escritor. Su presencia -lo he dicho ya en otro blog- enriquecerá sin duda el cielo en el que creía. Descanse en paz. Ya sólo podremos leerle, pero eso sólo, por fortuna, ¡es tanto!
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