5 juin 2013

Léon Bloy, El Terrible

INICIA uno hoy la lectura de este Diario (Mercure de France, 1956), que JM Bonet, de paso por Madrid, ha puesto en mis manos. Es en su opinión, y aparte de otros indudables méritos, "el más feroz y maldiciente" de la literatura francesa.
De modo que entra uno con alguna prevención en sus páginas, por si salpica. 
El autor de El mendigo ingrato, lo empieza el 14 de febrero de 1892.
Esta es la primera línea:
"Visita a Georges L..., que miente más que un musulmán".
Caramba, sí, esto promete.
Y en este punto se acuerda uno de Carlos Pujol, la persona más bondadosa que hayamos conocido. Esta clase de ferocidades le divertían una barbaridad. Que conocía esos mismos diarios es cosa segura, pero nos quedaremos sin saber qué pensaba de ellos, y esto nos lleva a un país muy extraño e inhóspito: nunca volveremos a oír voz. Y tal certidumbre nos conduce hasta la La novela extramuros y su Itinerario francés. Y al rato nuestro amigo, que oyó que lo llamábamos, ha salido a la puerta para hablarnos, como él lo hacía, con finura y  sagacidad. Nunca escribió, creo, de este Bloy, que entendía su radical catolicismo de una manera bastante poco franciscana, pero recordamos de pronto, inspirados por su recuerdo, lo que dijo de él.

El Rastro, 2 de mayo de 2013

10 commentaires:

  1. En los diarios de Jünger las referencias a Bloy y a sus diarios son muy frecuentes.

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    1. Un par de ejemplos:

      « Bloy: “Todo lo que sucede es digno de adoración”. Gracias, pues, no sólo por la luz sino también por la sombra, no sólo por la dicha, sino también por el don del ser: este ser-tal en especial. »

      « También “interesar” es una palabra moderna: tal o cual pensador “ya no interesa”: una palabra del lenguaje comercial que (…) tiene valor peyorativo. / Hay que examinarlo bien: ¿Quién es el que ya no interesa y a quién? Hay que medirlo por la pregunta cardinal: ¿Interesan los dioses? (…) / Bloy: “El lenguaje del burgués está limitado a un muy pequeño número de fórmulas”. Lo cual explica su eficacia: se paga en efectivo. »


      Sin Bloy, nuestro erudito Jünger no muy lejos:

      « Henry David Thoreau (1817-1862) escribió un ensayo, “Walking”, que apareció un mes después de su muerte. En él menciona el verbo “to saunter”, ‘andurrear ociosamente’. En el diccionario etimológico del reverendo Skeats encontré la indicación “origen desconocido”. Pero Thoreau aporta una etimología. Considera que “deriva asombrosamente de los hombres ociosos que en la Edad Media vagabundeaban por el país y pedían limosna con el pretexto de que iban “à la Sainte-Terre”, a Tierra Santa. Así los niños empezaron a decir: “ahí va un sainte-terre…” / [Sigue Thoreau] “Hay quienes derivan la misma palabra de “sans terre”, sin patria ni casa, lo que significa estar [uno] en su casa en todas partes… A mí personalmente me parece más acertada la primera explicación. Todo vagabundear es una especie de Cruzada a la que nos convoca la voz interior, sagrada”. / En todo andurrear, pues, [acaba EJ] se oculta un peregrinaje con destino desconocido. »

      « El encontrar va precedido de un buscar deliberado, en tanto que en el reencontrar predomina la casualiddad. La sensación de ser afortunados es más intensa cuando no tenemos en la mente “nada que buscar”. Es algo que sobreviene inesperadamente desde un estrato sin nombre. (…) / “Se cierra el círculo”. Esto es posible en cualquier tiempo y lugar, y en lo limitado más que en lo amplio, en el jardín más fácilmente que en el reino. En última instancia, cualquiera lo logra: el anciano encuentra el camino de regreso a la niñez; el fin como camino hacia el comienzo, la pescadilla que se muerde la cola. / “Reencontrar” es más importante que “encontrar”, más originario. Reencontramos en el bosque el hacha que habíamos perdido, o el anillo en el jardín: eso hace sentirnos afortunados. Cuanto más tiempo hemos echado de menos un objeto, aunque sea sin valor, con tanta mayor alegría lo recuperamos. Reencontramos al hermano con el cual estuvimos largo tiempo resentidos, nos reconciliamos con él. / La vida está orientada a un reencuentro: esto es indicio de una pérdida que en el tiempo sólo puede ser atenuada transitoriamente y sólo mediante símiles, mediante sucesos fortuitos. »

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    2. "(…) 'Reencontrar' es más importante que ‘encontrar’, más originario."

      La mágica circularidad frente a la pacata línea recta, bien trazada y prevista.

      Vagabundear: "Vagamundo", creador de caminos circulares. Sin rumbo fijo, pues ¿Cuál sería el sentido de la ruta a seguir?

      La necesidad, tan humana, de organizar el caos. Como en una carta del onírico juego Dixit, en que aparece un personaje, con una larga escalera, creando seres a partir de la materia de las nubes.

      El orden ante todo, pero... ¿Qué ordenar?, eso no importa. Oportuno Cioran:

      AQUEL naúfrago, recién llegado a la isla, lo primero que vio fue una horca y, en vez de amedrentarse, se sintió tranquilo: se hallaba entre salvajes, de acuerdo, pero en un lugar donde reinaba el orden.

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  2. Es un post breve y precioso. Iba a decir que tengo por casa y pendiente de leer el 'Balzac y la comedia humana' (zas, ya lo he dicho... y esta es una manera chusca de caer en el 'Yo y el escritor', lo siento). Eso, que lo que cuenta es el post, tanto por la cita feroz como por el recuerdo del amigo.

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  3. Bloy-Castellani-de Prada....¿Trío Los Panchos?

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  4. "El naufragio del Titanic, el más grande de los transatlánticos, colma los diarios. En su primer viaje ha sido abierto por un témpano de hielo. Apenas un millar de hombres han podido salvarse, de los cuatro mil que llevaba esa construcción diabólica, cargada de riquezas. Dos multimillonarios murieron ahogados. Mientras estos viajaban rodeados del más insultante lujo, en el fondo de la sentina había una especie de infierno reservado a los inmigrantes pobres. Compadezco a éstos, pero ¿cómo no sentir el más dulce consuelo pensando en los otros? Excandescet in illos aqua maris."

    17/4/1912, Diario de L. Bloy

    ¡Qué sería de la santidad sin el contrapunto de la "crueldad" en su dosis exacta!

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    1. Excandescet in illos aqua maris.

      "Y las aguas del mar se enfurecerán contra ellos (…) y la maldad trastornará las sillas de los poderosos”. Dos de las últimas líneas del capítulo V del “Libro de la Sabiduria comunmente dicho, de Salomon” (Biblia del Oso).

      A ver, abejas.

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  5. La primera vez que oigo hablar de León , acabo de leer algo de él y me gusta , Kafka y Borges lo refieren , Se puede ser anti sistema y creer en Dios ( según convenga ) , ser predicador y profeta no deja de tener gran mérito y supongo exigía una retórica vehemente y mucha visión de " todo "
    Leon Bloy : " Cuanto más nos acercamos a Dios , más solos estamos . Es el infierno de la soledad ".
    Chao

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  6. Triste texto de Bloy éste, que yo no conocía, si lo interpreto bien. Me recuerda a la atrocidad, creo que de Tertuliano, que señalara (para criticarla) Borges, según la cual parte del gozo de quienes fueran al cielo consistiría en la contemplación (deleitosa, naturalmente) de la tortura de los condenados. No es ésa, desde luego, mi idea de lo humano (ni de lo divino).

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  7. León Bloy, es un escritor tremendamente controvertido, despreciado por sus coetáneos como hombre singular, pintoresco y tosco. Creo que sufrió mucha incomprensión, creo que fue un hombre de trato difícil pero consecuente, integro y fiel a sus convicciones más profundas. Éstas le llevaron a pasar su vida sumido en la pobreza, a ser valiente y denunciar toda la hipocresía y falsedad que le rodeaba. Seguramente ocultó la parte más delicada de su espíritu, en él se intuye “La elegancia del erizo”, las púas que esconden un corazón inmenso y compasivo.
    Hay un libro suyo para mí asombroso, quizás porque muestra a un Bloy desarmado: “Cartas a mi novia”, en él narra su encuentro con la que sería su esposa Jeanne Molbech: “este sentimiento se desarrolló de golpe como la llama de un incendio”. Su noviazgo, es el relato de un tiempo en el que comienzan a desvelarse dos seres. La correspondencia, que mantuvieron entonces, pone de manifiesto la perplejidad que fueron sintiendo ante la revelación del otro, que confirmaba la unión de sus destinos. Sólo un hombre y sólo una mujer, predestinados el uno para el otro. Quizás por ser capaz de percibir así el amor, criticó duramente esa perversión burguesa y aún hoy frecuente, del matrimonio que se deja seducir por el sentimentalismo incipiente, buscando acallar la soledad, y dar respuesta a las expectativas y patrones de su clase y condición.

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