25 mars 2014

Los huesos de Cervantes


                                                         A Juan Manuel González Martel 

LA casa de Lope de Vega está en la calle Cervantes, y a Cervantes se le enterró en la calle Lope de Vega. La calle Cervantes se llamaba antes Francos; la de Lope de Vega, Cantarranas. Se ve que siempre hay un alcalde gracioso al que le gusta jugar con esas cosas. Con todo, la casa de Lope es preciosa, tiene en el dintel una leyenda latina que dice que “lo pequeño, siendo propio, es grande, y lo grande, si es de otros, es pequeño”. La casa de Lope es grande y es pequeña, quiero decir que todo tiene en ella la proporción justa: el zaguán, los aposentos, el jardín, recoleto y horaciano. Lo contrario que la tumba de Cervantes, que es inmensa,  tanto como el mundo, porque nadie sabe dónde está enterrado. 

Cuando Lope vivía regaladamente en la casa de su propiedad, Cervantes, a una o dos manzanas de ella, compartía con “las cervantas”, las mujeres que lo cuidaban, dos o tres cuartos en una casa modesta de alquiler, y aunque también era un autor célebre, era pobre como una rata y no puede decirse que gozara del respeto de sus colegas. El caso es que murió, porque aún se estilaba eso en aquel siglo, y lo enterraron en el convento de la Trinitarias, a dos pasos de allí. Pero no en un sepulcro historiado, sino común. Al cabo de los años, se hicieron algunas obras en el convento y de los huesos de Cervantes nunca más se supo. La alcalda de Madrid, que debe de ser pariente de aquel otro que barajó las calles de Francos y Cantarranas, ha impulsado la idea de encontrar los huesos de Cervantes, con cargo a los presupuestos, y supongo que empezarán a hacer agujeros en cuanto les dejen. 

Yo confío en que no aparezcan nunca, porque España, y menos aún con esta alcalda y su corporación al frente, no se merece los huesos de Cervantes. Si aparecieran los meterían en un monumento horrible e irían con bombos y bombardinos en procesión todos aquellos que de haber vivido hoy Cervantes le hubiesen dado el primer premio Cervantes a Lope. Sin embargo, perdida como está, su no-tumba nos seguirá recordando el poco respeto que aquí se ha tenido siempre al trabajo, al estudio, a la poesía, y los rastacueros no podrán maquillar la historia, que lo mató de hambre, estando vivo, y de olvido y desidia, ya muerto. O sea, que sus restos, dondequiera que estén, siguen trabajando silenciosos, más grandes cada vez, en su “polvo, ceniza y nada”.
             [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 23 de marzo de 2014]

17 commentaires:

  1. Hay quien, como AT, sabe hacerse digno de las obras de Cervantes. Y hay en cambio quien, como ciertos políticos, no da para más que (con mucha suerte) hacerse dignos de sus restos. O, si queremos ser un poco más expresivos, de su carroña. Igualico que las hienas, oiga.

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  2. Una pregunta que me hago ¿Fue Cervantes descendiente de judeo-conversos?

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    1. Eso es fundamental saberlo. F u n d a m e n t a l

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    2. Un poquito de Wikipedia:
      Según Américo Castro, Daniel Eisenberg y otros cervantistas, Cervantes posee ascendencia conversa por ambas líneas familiares. Por el contrario, Jean Canavaggio afirma que no está probado, y lo compara con los documentos que apoyan esta ascendencia sin lugar a dudas para Mateo Alemán.

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  3. Se muere por sus huesitos, los querrá meter, como a su marido, en una Botella.

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  4. El imponente cardenal italiano y el rastacueros “rastacura” cordobés del XVII.

    “En tierra, en humo, / en polvo, en sombra, en nada.” / Encenizados.

    Menos Mnemosina, / qué perverso todo Dios, / ¿verdad, Giuseppina?

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  5. O se quiere la verdad,
    o se está por los eventos,
    rastacueros carroñeros
    inflados de falsedad.

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  6. Gracias por lo mucho que me hace disfrutar toda tu obra, Andrés. Hoy pensé en ti al descubrir en un periódico argentino la sección con el sugerente nombre de "Extravíos y hallazgos". O cómo la realidad nunca decepciona si uno sabe mirar ;-) Que tengas un buen día

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  7. Tengo fe en el futuro de la clonación humana y se necesitan esos huesos , Cervantes podría volver como renacido y encontrarse con
    doña Ana , una conversación de encuentro podría ser :
    Cervantes : Quizás fue coincidencia encontrarme contigo
    Ana : tal vez esto lo hizo el destino
    C: quiero dormir de nuevo en tus pechos
    Ana: y después me despierten tus besos
    C: tu sexto sentido sueña conmigo
    Ana : se que pronto estaremos unidos
    C: te envio poemas de mi puño y letra
    Ana : te envio canciones de Cuatro Cuarenta.
    Conversación copiada del tema " Colgando en tus manos " de Carlos Baute.

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  8. Apuesto a que aparecen antes que los de Lorca , por ahí van los tiros , la típica guerra de reliquias .
    ¿ Nos merecemos a Ana Botella como presidenta de España ?

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    1. No lo quiera Dios, ni lo uno ni lo otro.
      Reconozca usted que su uso de 'por ahí van los tiros' en este contexto ha sido levemente desafortunado.
      Después de leer el libro de Morla Lynch sobre sus días y noches con Federico en Madrid a uno lo asombra que llegara vivo hasta agosto de 1936.

      Trapiello, excelente su entrada, bajo todos los conceptos, sobre todo los municipales. Y me complace su dedicatoria a JMGMartel, a quien hace siglos que no veo, pero que fue compañero de fatigas en la RAE.

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  9. Leo otra vez "Al morir Don Quijote" y descubro cosas nuevas.
    Gracias, señor Trapiello, por un libro tan extraordinario...!

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  10. ¡Qué buen artículo es éste, voto a bríos!Gracias,Sr. Trapiello.

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  11. ¡Qué buen artículo, voto a bríos!Gracias,Sr.Trapiello.

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  12. Sr. Trapiello: Acabo de encontrar un libro suyo en la Feria del Libro Antiguo de Madrid que no había leido. Se trata de Días y Noches. No sabía cómo ponerme en contacto con usted y creo que he encontrado el medio. Solo quiero que me aclare una duda. Esta obra que le indico es ficción (novela) o es realmente el diario de un miliciano socialista. Encantada de conocer su obra, la disfruto muchísimo, nunca me decepciona. Gracias.

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    1. No sé cómo ha ido tan atrás a poner este comentario, pero bien está. Gracias por su comentario, y de esa novela le diré lo que puedo decir de ella: que las novelas no han de ser ni reales ni ficticias, sino verdaderas.

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