ACABAN
de concederle el premio de novela Vargas Llosa en el Perú a la
novela de Juan Bonilla Prohibido entrar sin pantalones, de la que se trató aquí
el pasado mes de julio. Aunque aquellas palabras de uno no presagiaran premio
ninguno, porque las leyes de Murphy son universales y muy estrictas, nada
podría alegrarnos tanto. Como decía Fernando Savater cuando salió Parque
jurásico:
"si no tiene dinero, y sí dos pares de pantalones, venda un par y compre
esta novela". Yo iría un poco más lejos: si no tienes dinero, pero sí un
par de pantalones, véndelo y compra esta novela; habrás matado dos pájaros de
un tiro, como su propio nombre indica.
Juan Bonilla. Prohibido entrar sin pantalones (Seix Barral, 2013). Una novela, que como todas
las buenas novelas acaba teniendo un poco de todo, comedia y tragedia, miseria
y compañía. Claro que no siempre las cosas en ella son lo que parecen,
porque tiene de novela tanto como de biografía de Mayacosqui (por escribirlo de
la manera más futurista que se me ocurre) y de crónica de la época (una de las
más siniestras del siglo XX, aquella en la que se identificó vanguardia
artística con vanguardia política, las dos caras del mismo monstruo, el
totalitarismo. El totalitarismo político en Europa fue más o menos derrotado el
día que cayó el muro de Berlín; el totalitarismo artístico campea aún en todos
los comités centrales de los museos y medios de comunicación del mundo).
Bonilla ha querido contárnoslo todo con el lenguaje más adecuado. Ha pensado,
"si ellos pintaron bigotes a la Monalisa e iban por el mundo reventándolo
todo y sacudiendo la badana a los que se les ponían por delante, ¿por qué no
iba yo a tocarle un poco los güevos a Mayacosqui, a Marinetti, a Lenin y a su
puta madre?". Las comillas no son de Bonilla, pero el tono y habla del
libro son esos, y no podría ser de otro modo. Es uno de sus mayores aciertos,
junto al propiamente narrativo: la novela no se puede dejar. Bonilla les ha
salido más futurista que ninguno. Mayacosqui, Marinetti, Lenin y su puta madre
pensarán en sus tumbas (el único sitio donde acaso piensen, porque aquí
pensaron poco y mal): "Cría cuervos". Yo no he leído en ninguna otra
parte una crónica de aquella época más divertida, sagaz e inteligente que la de
Bonilla. Pero vivimos en un país que no se ha enterado aún de dos cosas, nos
recuerda Bonilla, por si lo habíamos olvidado: que todo ese cuento de la
revolución rusa y las vanguardias es uno de los más tenebrosos que se le ha
ocurrido al ser humano, y que hay que ir pensando en ir dándole a las cosas un
nombre más apropiado: camelo (el futurismo), asesino (Lenin), soplón, delator y
poeta de quinta fila (Mayacosqui). Todo eso sin acritú, como la leche que corta
el café, haciendo su dibujo. Quiero decir que Bonilla aquí y allá trasluce una
vaga nostalgia de todo aquello, la nostalgia que sentimos de mayores por los
cuentos de la lechera que nos contamos y comamos a otros siendo jóvenes. La
joven Europa acabo quitándose la máscara un día: una calavera. Esa es la
primera cosa: qué suerte hemos tenido con no haber vivido aquella época ni
conocido a aquellos sovietarios peligrosos. La segunda: que si este libro, sin
cambiar una tilde, hubiese aparecido en España como traducción de un autor, por
ejemplo, sajón, cartaginés o galo, estaríamos hablando de un libro de culto,
aplaudido en todas partes. Bonilla ha hecho lo que tenía que hacer. Que esta
época haga lo que hacen las épocas, o sea, estorbar, y a nosotros que nos
quiten lo leído.
París, 25 de marzo de 2013 |
Oño, ¿así que el totalitarismo ha desaparecido? ¿Y el económico, no existe o qué?
RépondreSupprimerSi la novela es tan recomendable resulta muy buena noticia conocer que no todos los premios literarios están concedidos de antemano, como suele ser habitual. En los últimos años los trileros encontraron la fórmula que aplica la alternancia como el viejo caciquismo: ahora a un español y el próximo a un sudamericano, donde el mercado editorial consigue sobrevivir.
RépondreSupprimerSí, muy buena noticia para los que de cuando en cuando ejercemos de candorosos participantes.
Me alegro . Encargue hace días : Buñuel ( libro cd de Aub) , la biografía de Juan Ramón y el librito de Azorin . No obstante hace tiempo no leo una novela de un español joven y lo voy a comprar , si Mario le ha dado un premio , tiene que ser muy bueno . Los franceses se saben vender y son muy buenos , el aval de un Goncourt o un Gran Prix para mi es definitivo , en cambio el Planeta o el Cervantes no los leo , eso sí estoy siempre con las viejas glorias españolas que tenia olvidados o no había leído.
RépondreSupprimerOrgánicas o inorgánicas, negras o blancas, dioses u hombres: muñecas rusas, en este parpadeo, todas las materias. Ínfima o inmensa, gitana toda cosa en las aceras del Rastro. Siempre es domingo. Eternos gitanos todos, pobres dioses del Rastro.
RépondreSupprimerYo leí el libro de Bonilla por la indicación del comentario de AT en este almanaque, me gustó mucho, tuve la suerte de conocer a Bonilla y decirle lo mucho que me gustó la novela sobre la época de la revolución rusa y las vanguardias artísticas de primeros del siglo XX. Luego vino el premio y lo felicité. Una concatenación de felices acontecimientos.
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