3 mars 2014

Vida de cómico

ACASO porque es mucho más difícil hacer reír que llorar, los actores y actrices de teatro se llamaron durante mucho tiempo cómic*s. Antes se habían llamado comediantes, aunque representaran una tragedia,  tal vez para no olvidar de dónde venían y lo inestable y triste que puede ser la vida para ell*s, sobre todo cuando llegan a viejos o pierden el favor del público o dejan de llamarles para trabajar. ¿Era este el caso de Philip Seymour Hoffman? Admirado y respetado como sólo lo son los elegidos por los dioses y con una vida que parecía prometerle logros y satisfacciones aún más sobresalientes, la muerte no le dio tiempo ni siquiera a quitarse la aguja que unos instantes antes se había dejado él en el brazo.

La noticia, apenas se supo, dio la vuelta al mundo y estremeció a muchos, que no encontraban una explicación para ella: ¿Cómo es posible?, se preguntaban desconcertados. ¿No lo tenía todo: talento en grado sumo, juventud, la admiración de los mejores, el respeto general, salud, dinero, unos hijos pequeños? Hubo incluso quien, llevado de la indignación que creían justificada en lo mucho que lo admiraban, “le recordó” (un decir sólo retórico, pues ya se dirigían a un muerto) que alguien de su talento y con sus dones tenía unas responsabilidades y obligaciones para con el arte dramático y con los cinéfilos que tanto han disfrutado con sus interpretaciones y a los que su muerte prematura ha privado presumiblemente de otras aún más sublimes. Y todo tal vez, decían, por haber sucumbido a la estupidez de considerar la heroína el dorado fruto prohibido del árbol de la ciencia, algo sólo al alcance de los valientes que quieren conocer sin temor el bien y el mal.

No sabe uno nada de Seymour Hoffman. Lo que ha visto en el cine. Es decir, todos aquellos “otros” Seymour a los que dio una vida real en la ficción. Eso es un actor, alguien que vacía su vida para poder llenarse con la de aquellos que necesitan de ella para salir de su nada. Pero a menudo les cuesta estar en la realidad a la altura de sus ficciones. Aaron Sorkin ha contado ahora que su amigo le dijo que si algún día alguno de los dos moría de sobredosis, la noticia que de su muerte se diera podría salvar de la droga a diez adictos. Parece estar dicho eso por alguien que trataba de darle algún sentido a una muerte que truncó una vida que, ahora lo vemos, se quedó sin encontrarlo. Y por eso decíamos que no es fácil hallar una vida de cómic* que no acabe sobrecogiéndonos con su tragedia, a menudo sin tener ellos que esperar a hacerse viejos. 
    [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 2 de marzo de 2014]

5 commentaires:

  1. Que el sentido de la muerte y el sentido de la vida de tantísimo ser humano parezcan unas veces nada y otras totalmente equivalentes, no les ayuda mucho. No es difícil de entender, por tanto, que los actores de lo que sea pero demasiado implicados en la actuación que sea, héroes de tanta suma y resta de vidas y muertes ante sí mismos y millones de personas, acaben agotados en brazos de cualquier heroína. Descanse, Mr. Hoffman.

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  2. "(...) Freddie... marinero de los mares. No pagas alquiler. Eres libre para ir adonde quieras. Pues, vete. Alcanza esa libertad sin tierra y buena suerte. Pues, si descubres una forma de vivir sin servir a ningún amo, sea cual fuere, cuéntanos a los demás cómo lo lograste. Pues serías el primero en la historia del mundo".

    "The Master", (Paul Thomas Anderson)

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  3. HONESTO GARCIA3 mars 2014 à 17:56

    El ultimo concierto , cuando murió me acordé mucho del actor top Joaquin Phoenix que ya sufrió la tragedia de la muerte de su hermano River y como no de PT Anderson ( el heredero del mejor Scorsese ) , voy a opinar sobre su muerte .
    Fue víctima de una enfermedad , al consumo de la heroína se llega cuando tu no puedes controlar las emociones negativas y te ves abocado a una depresión , la heroína ( o cocaína , Pasión de fuertes de John Ford ) te da una tregua en la que eres feliz y vuelves a soñar que puedes reiniciar tu vida , pero mientras esto ocurre el deterioro físico es muy grande y te conviertes en un suicida , en alguien muy enfermo que sabe que va a morir . Esto supone un cambio de prioridades , lo importante ya no es salvar la depresión sino salvar tu vida ; es muy duro porque la heroína te llega a gustar más que nada en el mundo , te gusta y lo deseas ( te ha subyugado , eso eres tu mismo ) .
    Urge rehabilitación , Seymour lo había superado varias veces , pero hay algo malo que te gusta mucho , algo por lo que te has jugado tu vida , tu libertad tu futuro pero que sabes puede sacarte del abismo si no tienes fuerzas para aceptarte a ti mismo . Si encima tienes mucho dinero es más fácil recaer , una vez que dejas de consumirlo ya no eres la misma persona , y te conviertes un poco en alguien diferente , casi todos los grandes de Hollywood son drogadictos y muchos artistas .
    Cuando a Bowles le preguntaron si Capote y T. Williams eran unos surrealistas dijo " cuando has sido adicto a la heroína irremediablemente acabas siendo un surrealista , es así ".
    Saludos

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  4. Michael Douglas usó como argumento en la defensa de su hijo ( que cumple condena ) que nació enfermo , que tanto el abuelo como Michael y sus hermanos eran drogadictos y que su hijo lo llevaba en los genes , dijo que varios familiares habían muerto de sobredosis .

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  5. Soy de los equivocados que encuentran en la muerte una excesiva capacidad mitificadora. Un día tal vez fuera interesante poner sobre el tapete los nombres de algunos de nuestros poetas ilustres que, siendo muy grandes, no hubieran sido enormes de no haber coincidido sus existencias con la la de la guerra civil. AT sabe, mejor que nadie, cómo aquella época desvirtuó las estelas de muchas vidas.

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