OTRA de las novedades de la 5ª edición de la 3ª de 2010 de Las armas y las letras, que recoge la de bolsillo de Austral que se comentaba ayer aquí, fue esta fotografía de Azaña, que debo a Miguel Ángel Merodio.
Es una de las grandes fotografías de Azaña, un personaje del que se hicieron cientos, comparable a esa en la que se le ve jugando contra sí mismo al ajedrez, muy conocida y también reproducida en el libro. Esta, inédita hasta su inclusión en Las armas, habría sido tomada según el biógrafo de Azaña Santos Juliá, que tampoco la conocía, en la finca La Barata (Tarrasa, Barcelona) en 1938. El nombre de la finca, las labores de poda por un Azaña en zapatillas, la escalera mal sujeta con un cordel y ese seto que le estorba la visión de lo que haya al otro lado, se diría en ese 1938, cuando hace ya mucho que la República ha perdido la guerra y Azaña el poder, una suma cervantina de ironía y metáfora. La absoluta soledad de Azaña, podríamos decir.
Qué hermosa y triste tragedia la de Azaña y su soledad. Y qué lucidez y desesperanza en sus palabras al final de la guerra, cuando dirigiéndose a no recuerdo quién, le dice que, en caso de triunfar el bando republicano, los primeros en ser eliminados serían ellos mismos. El capítulo final de Las armas..., dedicado a la figura de Azaña, es para mí el mejor del libro. Un bello epílogo.
RépondreSupprimerConviene recordar que Azaña estuvo muy cerca de ser entregado a las autoridades franquistas por el gobierno títere de Pétain (de la Francia ocupada por Hitler) y, si no llegó a ser devuelto, se debió a su "oportuna" muerte natural en 1940. De otro modo, probablemente habríamos asistido a otro fusilamiento (como el de Companys).
RépondreSupprimerOtra muerte "francesa y oportuna" fue la de Antonio Machado en 1939, quien de lo contrario es muy posible que también hubiera sido devuelto a España, donde se le habría condenado a presidio por su apoyo intelectual a la República, y en la cárcel presumiblemente habría fallecido de frío y malnutrición (o sea, ejecutado a fuego lento, como Miguel Hernández).
A veces la muerte puede ser una suerte (perdón por el pareado).
Azaña fue víctima de la guerra, como tantos otros, y de sí mismo por no saber a tiempo abandonar un buque a la deriva; Negrín en cambio supo adaptarse como buen político. Era imposible que sobreviviese a un tiempo que ya no era el suyo, compañero de Valle, Ricardo Baroja, Rivas-Cherif, esa España regeneracionista se hizo añicos y se los llevó a todos, a todos los que pensaban que la educación, la democracia liberal y la cultura podrían salvar a un país de su enconado y atávico atraso. Fue en vano.
RépondreSupprimerUna partida de ajedrez sin normas pero donde estaban muy presentes la muerte , la desolación y Dios por una parte , y por otra Azaña que representa la vida . La foto me recuerda el inicio de " El séptimo sello " de I.B. y esa es la realidad de este hombre , un buen hombre que se vio envuelto en la vorágine y actuó de acuerdo a la época ; las decisiones se tomaron en Berlin y Rusia ( fuimos un escenario donde los actores fueron reemplazados por títeres )
RépondreSupprimer[El Escorial: huérfano de madre, no de agustinos. “El jardín de los frailes”.]
RépondreSupprimer« [...] Aridez, turbulenta grosería en el colegio; lóbrega orfandad en casa. Un espíritu tierno, como de niño, ambicioso de amor, empieza luego a tejer un capullo donde encerrarse con lo mejor de su vida, con todas esas apetencias, generosas o no pero fervientes, que el mundo desconoce o pisotea. En esa edad, por el corazón se vive tan sólo. ¿Qué me importaban a mí los romanos ni la noción de lo sublime ni las luchas del Pontificado con el Imperio? Heroísmo, el mío; emociones, no la naturaleza exterior ni el estudio de los modelos, sino el divagar por la selva del alma me las brindaba. Y en secreto siempre. Los maestros preguntaban de historia, de física, de agronomía...; pero de ese laberinto en que el mozo se aventura a tientas, con pavor y codicia del misterio, nunca. Larva de funcionario que será por vocación padre de familia en cuanto se libre de quintas; así reza el cartel que a uno cuelgan del pescuezo.
[...] Menester es aceptarse; no hay opción. ¡Pero aceptarse así, a escondidas, creyendo cometer un crimen, y asomarse con remordimiento y pavor a los veneros que en el fondo de nuestra humanidad bullen y nos fascinan...! Cuanto me ha reconciliado con la vida: el amor o el arte, el afán de saber o la amistad, el apego a la acción por la acción misma, y el estímulo de añadir al mundo moral alguna criatura de mis manos no son sino las formas en que ha buscado empleo y saciedad aquella pujanza juvenil que entonces me puso miedo creyéndola ponzoñosa, y que todos, todos parecían ignorar no sólo en mí, pero en el ser humano. Con más cordura, sumiso al orden, la hubiera destruido. La defendí; fui un rebeldillo, un enemigo, prestando al orden aquiescencia mínima. Vivía para mí solo. Amaba mucho a las cosas; casi nada a los prójimos. Amaba las cosas en torno mío; amaba los objetos triviales de mi pertenencia, porque eran dóciles y sugerentes y andaba en ellos algo de mi persona. Amaba mis libros, y el aposento en que leía, y su luz, su olor. Amaba la casa, tan temerosa en los anochecidos, rondada por las sombras de los muertos, llena a mi parecer del eco de ciertas voces extinguidas por siempre jamás. Y el patio, y un conato de jardín entre escombros, donde las tardes de la canícula, apenas puesto el sol, atendía a los furiosos giros de los vencejos en torno al chapitel del convento contiguo, a las campanadas del rosario, a las voces de las mujeres que iban a coger agua en la fuente del hospital, y a otros rumores del pueblo desgarrado en la congoja vespertina. Amaba poco a las personas. Se me antojaba hostil su proceder.»
« […] La vida intelectual robusta no podría empezar justamente hasta salir del colegio. Todo cuanto en él adquiríamos era para olvidarlo en el punto de llegar a ser hombres. Tantos programas y libros, tantas clases, tantos exámenes no eran sino para ganar ciertas habilidades de orangután domesticado, habilidades caedizas, de las que nadie volvería a pedirnos cuenta en la vida. Esfuerzo que empleásemos en adquirirlas, esfuerzo perdido.
RépondreSupprimer[…] Aprender Derecho, era andar al estricote con fórmulas hueras; la historia, proselitismo. Difícil es que un mozo se amolde a decorar lo capítulos del Fuero Real; si el celo del maestro choca con la desgana del alumno, éste es quien acierta. Viéndonos rebeldes a la disciplina, el padre Rafael nos gritó un día: “Mañana os tomaré la lección con puntos y comas”. Llegado ese mañana empezó alguien a decir gravemente: “Lección novena, "punto". Rota en mil pedazos la unidad nacional, "coma" se rompe también la unidad legal, "punto".” La indignación del fraile y nuestra algazara probaban de qué parte estaba el ridículo.
[...] Alicortar la ambición intelectual parecía el supuesto de los estudios. [...] Tanto nos incitaba [la enseñanza] al cultivo superior del entendimiento como subir a la luna. […] Los frailes concienzudos trabajaban al revés de su cometido recto: ponderar la dificultad del arte; no descorazonar ningún esfuerzo; provocarlo; ensanchar las cuestiones por la misma escala de las capacidades habría estado en su punto.»
En el documental híbrido " los mundos sutiles " de Chapero Jackson se ve que Antonio ya salió de España herido de muerte , no tuvo asistencia medica ni en España ni en Francia , murió víctima de un crimen contra la humanidad . Antonio siempre fue el antihéroe y su trayectoria vital fue acompañada de muchas injusticias , hoy muchos lo empezamos a reconocer como el mejor poeta en castellano de la historia , el más creativo , el diferente , el genial .
RépondreSupprimerComo escribió Dario en su oración por Antonio Machado
Las maravillas de la vida y del amor y del placer
cantaba en versos profundos , cuyo secreto era él
Entrañable fotografia, no sabía de su existencia, pero si la de la estancia de Azaña en aquella casa, no en balde está usted hablando del pueblo donde vivo. Esta casa- que tuve la oportunidad de ver de cerca no hace mucho - queda a dos pasos de La Barata, antigua parada y fonda en el antiguo camino entre Barcelona y Manresa, dentro del término municipal de Matadepera y actualmente finca privada, ubicada dentro del parque natural de Sant llorenç del Munt, montaña conocida por tener un monasterio románico en su cima. Lugar tranquilo y de vistas igualmente tranquilas, con bosques de encinas y pinos. Pacífico, aunque no mucho por aquellos años. He paseado mucho por estos montes.
RépondreSupprimerPor cierto que Cervantes pasó una noche no muy lejos de aquella según cuenta la historia del pueblo, en la masia de Can Torrella, algunos siglos atrás.
Saludos,