EL
diálogo está sobrevalorado: casi nunca lleva a ninguna parte. El silencio, en cambio, es muchísimo mejor interlocutor.
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EL idiota destiñe por donde va.
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EL
niño se hace adulto el día en que empieza a sospechar que los buenos ejemplos
sólo son ejemplos, y que lo que importa, importa por incomparable.
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NUNCA
los ejemplos son a gusto de todos.
Cartel visto ayer en la caseta de El Asilo del Libro en la Feria del Libro Anciano del Hotel Miguel Ángel de Madrid. Maravilloso ejemplo de tipografía canalla del siglo XIX. |
Entonces los caballos de los picadores no llevaban protección, y verlos desangrarse hasta morir (a causa de las cornadas que recibían de los toros mientras el picador los lanceaba) formaba parte del maravilloso y edificante espectáculo patrio o fiesta nacional.
RépondreSupprimerEn otro orden de cosas, Babelia publica hoy la crítica de "El final de Sancho Panza...", muy certera y elogiosa, pero hace un spóiler de no te menees, pues cuenta gran parte de la trama. Eso sí que debe ser "sabotaje", como diría un ilustre comentarista de este blog, y no mis frasecitas (muy selectivas y que nada desvelaban del argumento de esta maravillosa novela).
Saludos a toda la peña.
Y el punto -cuadrado- del título hoy no se lo pondrían. Tres typos, a cada línea la suya. La T es como una cabeza de toro bravo. Por la simetría de las otras cuatro letras, leemos: Oros de muerte.
RépondreSupprimerCondenados a no entendernos, si a veces nos entendemos se debe a algún malentendido: algo así dijo... ¿un francés?
RépondreSupprimerNi naturalmente buenos ni naturalmente malos: artificialmente lelos.
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