SE han publicado al mismo tiempo estos tres libros: El impostor, Como la sombra que se va y El final de Sancho Panza y otras suertes.
Los dos primeros son biografías de personajes históricos: Enric Marco, que se hizo pasar por víctima del nazismo, el primero, y James Earl Ray, asesino de Martin Luther King, el segundo. Aun admitiendo lo que tienen de periodismo y crónica, sus autores reivindican para ellos la condición de novelas, y no sólo por huir del estigma que persigue a los libros de "no ficción", y aun al periodismo, a la hora de vender libros, como reconoce uno de ellos. El tercero narra la vida de los personajes de una novela, pero su autor ha querido presentarlos bajo esta cita de Dickens: "Hechos, sólo hechos". Los que han escrito una crónica, sostienen que se trata de una novela, y el que ha escrito una novela, se jacta de que sea una crónica. Pasa algo.
* * *
PERO ningún caso más extraordinario de Ficción/No ficción que la fotografía que se publica aquí.
Se trata de un selfie, probablemente el primero del mundo que se haya hecho mientras su autor dormía profunda, plácidamente (como queda acreditado).
No se conocen casos de nada parecido, y menos en un tren a su paso por la estación de Córdoba.
Viajaba uno ese día solo, tras la presentación, precisamente, de la novela de marras. Cuando llegué a casa descubrí el selfie en mi móvil. Alguien podría pensar que un extraño (aunque si fuese así, preferiría decir extraña) me hizo la fotografía mientras dormía, pero para ello ese alguien tendría que: 1/ haber metido su mano en el bolsillo de mi pantalón vaquero, cosa harto dificultosa incluso para mí en esa postura, 2/ rozar, aun sin querer, esas partes sensibles que tienen los hombres en tanto aprecio, 3/ sacarla (la mano), 4/ sacarla (la foto) y 5/ volver a dejar el móvil en su sitio volviendo a meterla (la mano). Que yo sepa eso tampoco ha ocurrido jamás en la Renfe ni tiene uno noticia de ello. Y prueba de que no se trata de un montaje, ni siquiera paranormal, es el hecho de que la foto haya salido no en color, como salen siempre, sino en blanco y negro, como los sueños, único abismo donde todo es verdadero, que es, como sabes muy bien, lo que va más allá de la ficción y de la realidad.
Se trata de un selfie, probablemente el primero del mundo que se haya hecho mientras su autor dormía profunda, plácidamente (como queda acreditado).
No se conocen casos de nada parecido, y menos en un tren a su paso por la estación de Córdoba.
Viajaba uno ese día solo, tras la presentación, precisamente, de la novela de marras. Cuando llegué a casa descubrí el selfie en mi móvil. Alguien podría pensar que un extraño (aunque si fuese así, preferiría decir extraña) me hizo la fotografía mientras dormía, pero para ello ese alguien tendría que: 1/ haber metido su mano en el bolsillo de mi pantalón vaquero, cosa harto dificultosa incluso para mí en esa postura, 2/ rozar, aun sin querer, esas partes sensibles que tienen los hombres en tanto aprecio, 3/ sacarla (la mano), 4/ sacarla (la foto) y 5/ volver a dejar el móvil en su sitio volviendo a meterla (la mano). Que yo sepa eso tampoco ha ocurrido jamás en la Renfe ni tiene uno noticia de ello. Y prueba de que no se trata de un montaje, ni siquiera paranormal, es el hecho de que la foto haya salido no en color, como salen siempre, sino en blanco y negro, como los sueños, único abismo donde todo es verdadero, que es, como sabes muy bien, lo que va más allá de la ficción y de la realidad.
En un tren (Sevilla-Madrid), 13 de noviembre de 2014 |
Un selfie de Sancho en su libro (este no en blanco y negro, sino negro sobre blanco, pág. 163):
RépondreSupprimer"Y para que vea en una muestra si soy o no el mismo, le digo que de casta le viene al galgo ser rabilargo, y quien tiene arte va por toda parte, y más vale saber que haber, y sí es verdad que entonces era, y ya no soy, pero tras un tiempo viene otro, y agradezco de vuestra merced tanto requiebro, pero no está ya el alcacel para zampoñas, y cada uno es como Dios le hizo, y aún
peor muchas veces..."
Un selfie universal: cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces.
Lo que está claro es que el misterioso autor de la fotografía no le robó el sueño a AT. Y ya se sabe que estamos hechos de la materia de los sueños. Al menos los que se dedican a la literatura.
RépondreSupprimerLo confieso. Fui yo quien hizo la foto. Ese día viajaba en AVE por motivos laborales y al ver al Sr. Trapiello durmiendo no pude resistir la tentación. Y no pienso revelar cómo me las apañé.
RépondreSupprimerPor lo demás, prosigo con mis frases subrayadas de "El final de Sancho Panza...":
"Se precisarían mil libros para contar la vida de cualquiera, hasta la del más porro, como yo, por no referirme a los incontables libros que pudieran escribirse de los pensamientos que cada cual lleva dentro de su cabeza, no por tácitos menos reales que aquellos que se comunican...".
Después de leer “España, aparta de mí este cáliz”, de César Vallejo.
RépondreSupprimerTuvo la suerte de morirse en 1938, cuando aún quedaba un poco de esperanza. Si España cae... Y cayó, fatalmente, a los pies de la bestia sanguinaria. Y no ha logrado todavía alzarse de aquella postración. Tener doblado el espinazo tantos años, propicia que los hombres adopten la postura de las bestias. Cuesta volver a erguir el esqueleto de la dignidad que vertebre de nuevo un colectivo de hombres libres... Los hay que piensan que teniendo inclinada la cerviz alcanzan mejor el pienso suyo de cada día. Centauros de híbrida condición, no se decantan por ninguna de las dos naturalezas: días hay que piensan sólo en los pastos de Tesalia; otros, son el torso y la cabeza quienes dictan la precaria voluntad.
Pero casi siempre les puede la condición de equino de coz, galope y algarroba.
Cesar Vallejo volvería a morirse -de pena- al contemplar el panorama de esta España nuestra.
Está hecho usted un verderón, don Andrés. Como lean estos desahogos (que seguro que lo hacen) el secretario y el ex-rector, abandonen usted y el jilguero toda esperanza.
RépondreSupprimerEmprendedor también el escritor: sin sueldo, autónomo...
RépondreSupprimerDe eso nada, Sandrita, fui yo quien se la hizo y después dejé el móvil en sus manos con cuidado de que no despertase...
RépondreSupprimer¡Es broma, ja ja ja!. El Sr. Trapiello tiene un sentido del humor estupendo.
Saludos,
Ver dormir a un niño y ver dormir a un adulto, aunque sea guapo, provocan pensamientos diferentes. Una cosa son mis nietos y otra, por más mágica que la presente, su “selfie”, caballero.
RépondreSupprimer“¿Qué es lo que parecen estar esperando siempre todas las cosas? ¡Maldición, que nos muramos!”.
Pero nadie tenga pena. La ocurrencia la tuvo la abuela sobre un suelo enteramente de madera.
No es un selfie, es un autorretrato, y discúlpeme mi arrogante corrección... Pero soy una maniática de estas cosas: al césar lo que es del césar, a dios lo que es de dios. Llamemos las cosas por su nombre (aunque sea mucha molestia)
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