Le gusta a uno lo indecible esa manera que tiene Rafael Sánchez Ferlosio de presentar sus batallas. Diríase que es la suya una política de tierra quemada, o como tal vez le gustara decir a él “a la manera de los lacedemonios”: atacar al mismo tiempo flancos, vanguardias y retaguardia. En esta divertidísima y muy recomendable carta publicada hoy en El País, arremete a un tiempo contra tres molinos de viento: Esperanza Aguirre, la Real Academia de la Lengua y la enseñanza inglesa a la que manda sin ningún requilorio “a tomar por saco”, no siendo esto, sin embargo, lo más notable de su escrito, sino esa sutil coña marinera que parece aludir a la GMI o Guardia Montada del Idioma de la RAE: “Los papás y mamás, o papaes y mamaes o papases y mamases -como "maravedís", "maravedíes" o "maravedises", que de las tres maneras se decía”, dando a entender con ello que cada cual ha de hablar y defender su habla como Dios le dé a entender, sin echar cuenta de los gendarmes. Y sin olvidarnos, claro, del fondo del asunto, lo que de verdad importa: que la vida enseña tanto o más que la mejor escuela y que no hay escuela que pueda darle a nadie los doctorados que da la vida. Y lo dice quien siendo ya doctor honoris causa de algunas universidades no superó nunca el grado de bachiller, con el que firmó aquel opúsculo sobre no sé qué desbordamientos del río Segura en tiempos de Maricastaña, de quien, creo recordar, aventuraba una genealogía fantástica.
Uno de los molinos de viento contra los que arremete Sánchez Ferlosio en la carta, el de la política segregacionista de Esperanza Aguirre, entre la que cabe destacar el Bachillerato de Excelencia y las subvenciones a colegios que separan a los alumnos en aulas por sexos, es realmente preocupante. Los cambios en el Sistema Educativo por un sistema competitivo ahondarán en la desigualdad social entre los ciudadanos de la Comunidad de Madrid.
RépondreSupprimer¡Amén!
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