VEMOS a diario durante años tal o cual rincón; la pared de un patio de luces, por ejemplo. Un buen día una circunstancia fortuita, un rayo de sol, tal vez, arranca de ese lugar un arpegio, y se diría que obedeciendo tal música se acciona un resorte hasta entonces secreto y nos franquea la entrada a un mundo nuevo, y ese rincón, esa pared en este caso, jamás vuelve a ser lo que había sido. Como cifra mágica que al fin, revelándose a sí misma, nos revelara esa sabiduría y esa fraternidad universales que se celebran en el Templo de Salomón.
Patio de luces. Conde de Xiquena, junio de 2012 |
¡Muchas felicidades! Usted es del 10, de 10.
RépondreSupprimerme encanta
RépondreSupprimerDe pronto un 7 de sol y sombra.
RépondreSupprimerMe recuerda algo que leí una vez:
Un gato que anda sobre la nieve me regala
sus huellas.
Donde un buen escritor ve un rincón, yo veo una pared con grietas y necesitada de una mano de pintura y ...
RépondreSupprimermuy bonito, ese rayo de sol inaugurando la música de un verano diferente bajo la bóveda del templo de Salomon... Brothers, claro.
RépondreSupprimerUn tres y un siete que hacen diez, hoy, es diez de junio, qué azules los cielos de madrileños!
RépondreSupprimerMuchas felicidades, Maestro! Y brindemos también el resto de "hemeroflexios" por este 10 de junio, que es el verdadero.
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