“DÍJELE
que me la dijese, y él, sin dejar la risa, dijo”, es una de las cientos de frases del
Quijote por las que, supongo, los críticos antiguos empezaron a circular la
especie de que Cervantes estilaba mal.
Algunos críticos de ahora (Mengano, Zutano, Beltrano) lo piensan también, a tenor de cómo escriben ellos sus atestados, y aunque no tienen los arrestos de salir a la palestra a decir lo "mal" que escribía Cervantes, se desquitan fieramente con algunos escritores pequeños de ahora afeándoles los que a su entender son gravísimos descuidos, cosa que, a decir verdad, tampoco le permite a uno dejar la risa.
Algunos críticos de ahora (Mengano, Zutano, Beltrano) lo piensan también, a tenor de cómo escriben ellos sus atestados, y aunque no tienen los arrestos de salir a la palestra a decir lo "mal" que escribía Cervantes, se desquitan fieramente con algunos escritores pequeños de ahora afeándoles los que a su entender son gravísimos descuidos, cosa que, a decir verdad, tampoco le permite a uno dejar la risa.
Del sastre del Retablo de las maravillas. Foto cortesía de un amigo.
|
Mengan*, Zutan*, Beltran*
RépondreSupprimerNo, en este caso yo estaba pensando en Mengano, Zutano y Beltrano. No querría levantar falsos testimonios. Gracias de todos modos.
SupprimerComo la vida propia no parece repetirse, lo propio que nos parezca bueno, bueno es repetirlo, todo lo que podamos, más o menos repetido.
RépondreSupprimerhttp://hemeroflexia.blogspot.com.es/2013/10/dijeleque-me-la-dijese-y-el-sin-dejar.html
“DÍJELE que me la dijese, y él, sin dejar la risa, dijo”, es una de tantas frases del Quijote por las que, supongo, empezaron a circular la especie de que Cervantes estilaba mal. Los críticos modernos lo piensan también, pero no tienen arrestos de salir a la palestra a decirlo, cosa que también nos impide a nosotros dejar la risa.
(…)
Anónimo 28 de octubre de 2013, 0:00
«DÍJELE que me la dijese, y él, sin dejar la risa, dijo: “Está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: ‘Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha’…”»
Así pues, inmediatamente tras su cita: ESTÁ, otro DICHO, ESTO, ESTA, ESTA y otro DICEN. Y salando bien los puercos, la mano de Dulcinea nada sufría con ello.
Después de Zutano, va Perengano.
RépondreSupprimerUn crítico.
Es innegable que Cervantes a veces escribe muy mal, que no corrige repeticiones de palabras o pleonasmos ("salió fuera", "entró dentro") y que hay en su obra frases muy confusas e incluso párrafos. Como también es incontestable que a veces escribe muy bien.
RépondreSupprimerQuien mejor resumió el problema del estilo en Cervantes fue Borges: "Cualquier página de Cervantes es una página corregible por Quevedo o casi por cualquiera, pero nadie puede escribirla."
Y la relación de Cervantes con la lengua, E. d'Ors: "Para mi gusto, Quevedo es el primer escritor castellano. He dicho escritor. Hay clásicos y clásicos. Quevedo, como Fernando de Rojas, como Santa Teresa, como Góngora, da la impresión de estar creando en cada momento el lenguaje en que se expresa. Los dos fray Luis, por el contrario, parece que lo hayan recibido ya hecho y que lo soporten. Cervantes ocupa un lenguaje intermedio; cierto que la lengua le lleva y no él a ella; pero, en este dejarse llevar, él mismo se regala y regocija, y bien se nota que da aire y ayuda a quien le lleva, como un buen jinete a su caballo."
Es la eterna disputa literaria entre el estilo (Quevedo, Góngora, Valle-Inclán, etc.) y la vida (Cervantes, Galdós, Unamuno, Baroja, etc.).
RépondreSupprimerPero tampoco hay que pasarse. Dicen que Flaubert, releyendo una de sus obras cuando ya estaba impresa, encontró una rima interna (lo que para algunos es cacofonía) que en su momento no había detectado, y casi le da un patatús.
RépondreSupprimerLo que no entiendo es que las editoriales no contraten a un revisor tipo R. Senabre que escudriñe y corrija estos deslices... antes de imprimir los libros.
Zurcidos Cervantes revisamos toda clase de textos. Incluso, después de imprimidos, los hacemos invisibles. Solo por el humo se sabe donde está el texto.
SupprimerLeyendo este comentario me encuentro con un párrafo de Borges en "Ficciones" del cuento "El milagro secreto", que dice a cuenta de Flaubert y sus cacofonías: "Descubrió que las arduas cacofonías que alarmaron tanto a Flaubert son meras supersticiones viasuales: debilidades y molestias de la palabra escrita, no de la palabra sonora...".
SupprimerCuando me dicen que Cervantes tiene problema de estilo es para mí como cuando plantean que Messi podría ser más elegante. Perdón por la poco sutil comparación. Un saludo.
RépondreSupprimerVOSOTROS sois la sal de la tierra (Mt 5,13-16).
RépondreSupprimerY serlo sin dejar la risa; sin pensar en corregirla, enmendarla y clasificarla: la luz no admite componendas.
Si se contratara por una editorial a Ricardo Senabre para corregir un texto, la obra resultante ya no sería la misma....
RépondreSupprimer(...) QUIERO que las palabras se superen y que colmen de tal manera la imaginación del que escucha, que no tenga éste recuerdo alguno de las palabras. El lenguaje que me place es un lenguaje sencillo y natural, igual sobre el papel que en la boca; un lenguaje suculento y nervioso, corto y apretado; no tanto delicado y pulido como vehemente y brusco:
RépondreSupprimer'La única buena expresión, es la expresión que conmueve' (Lucano, Epitafio).
(MONTAIGNE, Ensayos I)
Aparte de las obvias aliteraciones y cacofonías capaces de llevar a Flaubert al suicidio, es interesante notar que ni una vez se repite el mismo caso del verbo decir: DÍJELE, DIJESE, DIJO, HE DICHO y DICEN. El párrafo podría usarse para una lección de conjugación en una clase de español para extranjeros... O quizás es una repetición más mística, en plan: "En el principio era la palabra, y la palabra estaba con Dios y Dios era la palabra" o el arranque tan montaraz y llevadero del poema de Parménides: "Las yeguas que me llevan tan lejos cuanto mi ánimo podría alcanzar, me iban llevando luego de haberme guiado y puesto sobre el camino abundante en palabras de la divinidad, que por todas las ciudades, lleva al hombre vidente. Por él era llevado. Por él, en efecto, me llevaban las muy atentas yeguas tirando del carro."
RépondreSupprimer