“HABRÍA bastado con que en vez de ‘Galicia’ o de ‘los gallegos’ se hubiese dicho ‘cierta Galicia’ y ‘algunos gallegos’, y no habría hecho falta más”, me dices.
Tienes razón. Suponía que cuando Larra habla de ‘los españoles’ o de ‘los madrileños’ era obvio que no lo hacía de ‘todos’ los españoles ni de ‘todos’ los madrileños. Escribir en España es llorar, pero qué suerte la de Larra que podía hacerlo sin la gendarmería de la identidad encima. Pues de lo que deberíamos estar tratando es de lo que Cristina García Rodero nos mostraba, de esas mujeres enlutadas, de esas romerías desoladoras, de esas bacanales delirantes y de ‘esa Galicia’ que vive en el “trastempo” (este era, por cierto, el título de la exposición y del catálogo), y no de mi artículo.
La imagen que García Rodero da de Galicia es esa y no otra, estereotipada acaso para quienes tenían noticia de ella (y les gustaba poco), y brutal, extraña o mágica para quienes la ven por primera vez. Solana fijó un canon de lo negro, todavía vigente, cuando ante tal o cual estampa real decimos: “solanesco”, añadiéndola al amplio catálogo de estampas solanescas que él mismo nos dejó en sus obras. García Rodero ha reunido imágenes de una Galicia profunda y ha contribuido a fijar una idea de ella. A sus imágenes iremos sumando otras, durante cuánto tiempo, igualmente “garciaroderescas”, expresión de un tiempo que en su servidumbre vivía lejos aún de la emancipación ilustrada. Solana y García Rodero, sutiles creadores en y de mundos trastornados y lúgubres, supieron hallar en ellos vetas de poesía, a pesar de todas las supersticiones. Un día estas desaparecerán y no las echaremos de menos. Nos quedará, sin embargo, el recuerdo de la rara belleza que nacía de ellas y que uno y otra descubrieron, y sólo por eso les estamos agradecidos, por lo mismo que no es incompatible ser pacifista y lector de la Ilíada.
Y en esto estaba uno, pensando en cuánto le quedará a la España negra de negra y a la Galicia profunda de profunda, sin demasiadas esperanzas a causa de estos tiempos, cuando, embarcado como estoy en la lectura de las cartas de Van Gogh, me encontré con este fragmento esperanzador, a su hermano Theo, en 1879: “Muchos creerán que el hecho de creer en una mejoría no es más que una superstición. A veces, en invierno hace tanto frío que uno se dice: hace mucho frío, poco importa el verano, el mal siempre vence sobre el bien. Pero tarde o temprano el frío riguroso se termina, con o sin nuestra aprobación, y una hermosa mañana el viento sopla en otra dirección; es el deshielo. Cuando comparo los cambios de nuestro estado de ánimo y de nuestras condiciones de vida con las variaciones del tiempo, conservo un poco de esperanza: quizás esto termine mejor de lo que pensamos”.
Que terminara como terminó, no nos hará levantar un falso testimonio de la vida.
Que terminara como terminó, no nos hará levantar un falso testimonio de la vida.
Foto: Juan Manuel Castro Prieto, Musée d'Orsay |
Andrés: la última línea de tu entrada vale por todo. Qué mundo das ahí, para quien sepa leer.
RépondreSupprimerEs verdad, no dirás falso testimonio ni mentirás, que se decía antes en misa, aun cuando también puede verse, creo, el "brillo" póstumo de Van Gogh como el cuatro-cero del Alcorcón al Real Madrid, pues quizás cientos de vangohs no llegaron jamás a Van Gogh
RépondreSupprimerGendarmería de la identidad... Quiero creer que en su fuero interno sabe que las objeciones a su entrada eran algo más serias que todo eso. Por de pronto, parecen haberle llevado a reflexionar de nuevo sobre la cuestión. En lo que a mí respecta, objeté su artículo sobre Galicia desde la más absoluta distancia del nacionalismo, tanto gallego como español. Y lo hice convencida de que el único que estaba postulando una determinada identidad para Galicia (o para España) era usted. Sin generalizaciones, como sabía Larra, a quien oportunamente invoca, no es posible ni escribir ni pensar. Pero sería un error deducir de ello que todas las generalizaciones son legítimas.
RépondreSupprimerYa lo creo, ya.
RépondreSupprimerCuanto más rápido trata de distinguirse uno en el dominio de alguna actividad y en algún oficio, y se adopta una manera de pensar y de obrar relativamente independiente, y más se sujeta a reglas fijas, más firme se hará el carácter y no habrá por ello que sentirse disminuido.
RépondreSupprimerHacer esto es de sabios, porque la vida es corta y el tiempo pasa ligero; si nos perfeccionamos en una sola cosa y la comprendemos bien, adquirimos por añadidura la comprensión y el conocimiento de muchas otras cosas.
Referencia: Vincent Van Gogh,Cartas a Théo,
Para que la cosa termine mejor de lo que pensamos, tenemos que pensar un poco mejor de la cosa, digo yo.
RépondreSupprimerArnegado sexa o demo...Cànta susceptibilidade anda ceiba. Recomendo a calqueira galego ler por exemplo, Imprenta moderna, de Andrès Trapiello. Alí fàlase de Galicia. E despois pàgache muito a pena buscar ó largo dalgún dos seus libros algo do que di sobre Otero Pedrayo, Dieste ou Risco. ¡Ah! E sobre Rosalìa tamèn. Logo poderìamos seguir falando de si ten prexuicios sobre Galicia ou si è condescendiente. Aìnda que creo que abondo se explicou èl e non è preciso màis.
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