8 janvier 2014

No afligirse

EN una semblanza ejemplar de Stendhal escrita por Pedro Torres Curiel y publicada en el último número de Clarín (uno de esos números "completos", con mucho y bueno: una carta del propio Stendhal, de mano maestra, donde traza sus recuerdos de Lord Byron; un artículo magnífico sobre las bibliotecas, de Eduardo Jordá; una entrevista con José Mateos, sustancioso y certero y la revelación de los poemas de Rodrigo Olay; los pasajes matizadísimos del Azorín parisino, de Francisco Fuster, el viaje de Antonio Rivero Taravillo, tan sagaz, o la crónica desternillante de Enrique García Máiquez de cierto congresazo chez Caballero Bonald, por no hablar de las reseñas de Benítez Ariza o Juan Marqués, entre otras), en esa semblanza de Stendhal, decía, nos encontramos con uno de los muchos alegatos epicúreos del escritor que nos ha hecho amar la vida tanto como la literatura, quiero decir, que nos ha hecho amar la literatura tanto como la vida, acaso porque fue el primer escritor que nada detestó tanto como la retórica:

"Apresurémonos a gozar, nuestros momentos están contados, la hora que he pasado afligiéndome no me ha acercado menos a la muerte. Trabajemos, pues el trabajo es el padre del placer; pero no nos aflijamos nunca. Reflexionemos sanamente antes de tomar partido; y una vez decidido éste, no cambiemos jamás. Con la obstinación se alcanza todo. Dadnos talentos: un día lamentaré el día perdido". (Diario, 23 Mesidor, año IX, 12 de julio de 1804).



9 commentaires:

  1. Azar: estos días estoy releyendo el "Journal" (1801-1818) de Stendhal, publicado por fin hace tres años en edición de bolsillo (antes sólo se podía leer en la edición de la Pléiade), en la extraordinaria colección Folio de Gallimard (un "ladrillo" de 1260 páginas, que vale 14 euros pero que yo encontré de ocasión en Gibert - la mejor librería parisina, que mezcla libros nuevos y de segunda mano - a 8'50 €) y su Correspondencia ("Aux âmes sensibles. Lettres choisies 1800-1842", en la misma colección, 600 páginas, 7,5 euros nuevo - 220 cartas de las 2000 que se conservan), dos libros indispensables para todo fanático de Henri Beyle.

    Como la música de Bach, ningún antídoto mejor a la pesadumbre o a la melancolía que la lectura de esas dos "obras íntimas" de Stendhal, en donde está constantemente prsesente su obsesión mayor, por no decir única: no aburrirse. A los 18 años, después de una conversación con su médico, escribe en su Diario: "il paraît que ma maladie habituelle est l'ennui". Y a los 21, en una carta a su hermana, resume en una frase toda su filosofía de la vida: "Avec les passions, on ne s'ennuie jamais; sans elles on est stupide".

    En el párrafo del Diario que citas (p. 39 de la edición de Folio) hay un error en la fecha, que no es 1804 sino 1801 (Stendhal tenía 18 años). El 12 de julio de 1804 escribe, bajo el título "en lisant dans mes sensations", sobre el otro gran problema de su vida, el dinero: "Mon peu d'assurance vient de l'hbitude où je suis de manquer d'argent..." (p. 117). Y en la traducción hay un error gordo. El original dice: "Donnons-nous des talents; un jour, je regretterais le temps perdu." La buena traducción es: "Démonos las oportunidades: un día lamentaré el tiempo perdido". Stendhal quiere decir que debemos darnos a nosotros mismos la posibilidad de lograr las cosas que deseamos.

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    1. Agradezco el elogio y la censura que, según leo, ha producido la semblanza de Stendhal publicada recientemente en Clarín y de la que soy el autor. Me encuentro en la actualidad -y por una temporada- fuera de España, por lo que no tengo a mano algún dato que pudieran aliviar, no excusar, los errores cometidos. Aún así, intentaré explicarlos.
      En cuanto a la fecha de la cita, no hay más disculpa que mi despiste; es casi seguro que cometí un error de atención al tomarla, a pesar de que añadiera a continuación que el escritor contaba entonces 18 años. Por lo que se refiere a la traducción, merece otras explicaciones.
      Escribí ese pequeño ensayo sobre Stendhal hace algunos años, desde luego antes de que Folio publicara en bolsillo su Journal, del que nos habla El Lejano. También yo busqué en la última planta de Gibert Jeune, por cierto, un ejemplar de segunda mano, al año de publicarse, pero no tuve esa suerte y hube de pagar los eurazos correspondientes en la Fnac de Rue de Rennes. Pero a lo que iba...
      Recuerdo que Consuelo Bergés se quejaba de que nunca había sido traducido en su integridad al castellano ese Diario. Solo existía -estoy hablando muy bien de hace unos 9 o 10 años- una traducción parcial en Austral. Es de esta de donde procede la cita tan mal traducida como El Lejano denuncia, con toda razón. Desde aquí, Nottingham (UK), no puedo saber si existe nombre de traductor en la citada edición, que compré en una librería de viejo, aunque solo me sirviera para desahogarme con nombre y pellido.
      Pero, contando ya con la edición de Folio en mi estudio, me resulta imperdonable no haber contrastado cuanto se refería al fragmento de marras antes de remitir mi semblanza a Clarín. De lo cual pido disculpas al amable lector, que diría el clásico.
      Un cordial saludo, Pedro Torres Curiel

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    2. Agradezco el elogio y la censura que, según leo, ha producido la semblanza de Stendhal publicada recientemente en Clarín y de la que soy el autor. Me encuentro en la actualidad -y por una temporada- fuera de España, por lo que no tengo a mano algún dato que pudiera aliviar, no excusar, los errores cometidos. Aún así, intentaré explicarlos.
      En cuanto a la fecha de la cita, no hay más disculpa que mi despiste; es casi seguro que cometí un error de atención al tomarla, a pesar de que añadiera a continuación que el escritor contaba entonces 18 años. Por lo que se refiere a la traducción, merece otras explicaciones.
      Escribí ese pequeño ensayo sobre Stendhal hace algunos años, desde luego antes de que Folio publicara en bolsillo su Journal, del que nos habla El Lejano. También yo busqué en la última planta de Gibert Jeune, por cierto, un ejemplar de segunda mano, al año de publicarse, pero no tuve esa suerte y hube de pagar los eurazos correspondientes en la Fnac de Rue de Rennes. Pero a lo que iba...
      Recuerdo que Consuelo Bergés se quejaba de que nunca había sido traducido en su integridad al castellano ese Diario. Solo existía -estoy hablando muy bien de hace unos 9 o 10 años- una traducción parcial en Austral. Es de esta de donde procede la cita tan mal traducida como El Lejano denuncia, con toda razón. Desde aquí, Nottingham (UK), no puedo saber si existe nombre de traductor en la citada edición, que compré en una librería de viejo, aunque solo me sirviera para desahogarme con nombre y apellido.
      Pero, contando ya con la edición de Folio en mi estudio, me resulta imperdonable no haber contrastado cuanto se refería al fragmento de marras antes de remitir mi semblanza a Clarín. De lo cual pido disculpas al amable lector, que diría el clásico.
      Un cordial saludo, Pedro Torres Curiel.

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  2. Dos siglos después, con o sin pasiones, aburrirnos y ser tontos, a la vez o por separado, no resulta muy difícil.

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  3. Me gusta la fotografía el busto de Galdós guardado por el retrato de Stendhal, este a su vez mordido por las marcas de humedad y apoyado sobre las páginas amarillentas de libros viejos.

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  4. Completísimo el Clarín, pero no su recuento: se ha olvidado de los magníficos poemas de ese magnífico y prometedor poeta que es Rodrigo Olay, cuyo "Cerrar los ojos para verte", una maravilla, es uno de los mejores primeros libros de poesía que he leído nunca.
    Saludos.
    Pablo, Jaén.

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    1. cierto. acabo de leerlos ahora, y son muy hermosos. súmese su nombre a ese parnasillo, y yo al de los que van a buscar ese libro. gracias y saludos. AT.

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    2. El libro de Rodrigo Olay se puede leer aquí:
      http://www.portaldepoesia.com/Biblioteca/Rodrigo-Olay.htm

      La crítica de José Luis García Martín sobre ese libro:
      "Rodrigo Olay: Más es más"
      http://crisisdepapel.blogspot.fr/2011/05/rodrigo-olay-mas-es-mas.html

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  5. "Intenta ser sabio, ¡venga! Quien pospone vivir rectamente, se parece a ese campesino que espera que el río desaparezca; pero el río fluye y fluirá siempre" (Horacio, Epístolas, I. II. 40).

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