FRENTE, o junto, si se prefiere, al Diccionario de los lugares comunes de Flaubert, necesitaríamos un Diccionario del Genio de la Lengua que recogiera esas expresiones artilladas que acaban haciéndola invulnerable a cualquier atropello de los lugares comunes, incorrecciones gramaticales o disparates lingüísticos que tan contentos ponen a los académicos sin imaginación, convencidos estos de poder pavonearse a su costa. Así pues, a “Estar como una regadera”, o “Ser más chulo que un ocho” o “Hacer la vista gorda” o “Tener una gran empanada mental”, añadamos hoy esta expresión felicísima que al contrario que las anteriores, de origen incierto y caprichoso, sólo pudo ocurrírsele a un gran observador de la realidad: “Ser una mosquita muerta”, tanto o más certera cuanto más exacta en un plano simbólico.
Más mosquitas muertas: http://thechive.com/2009/10/07/dead-fly-art-surprisingly-hilarious-15-photos/
Más el retintín de disgusto y de sorpresa con el que suele complementarse el dicho: mírale, y parecía una mosquita muerta, cuando ya les ha demostrado a todos el aludido ser más vivo que la más avispada de las avispas con vespa.
RépondreSupprimerDescubro con sorpresa y alborozo este blog, y la página donde se incluye. Estaré muy atento y pretendo degustarlo como la Maura... tacita a tacita.
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