Nos asegura nuestro frutero que no tardando mucho desaparecerán las uvas de moscatel, una de las variedades más antiguas que se conocen. Proceden de Alejandría y en el siglo XIX circularon el nombre de Málaga por el mundo, también por las sombrías provincias septentrionales, como el viejo León. Su aspecto deslucido e irregular, el hollejo curtido, las semillas leñosas y abultadas y el tacto pegajoso la hacen, nos dice nuestro amigo, poco comercial, y el público se ha vuelto remilgoso. La desplazarán otras variedades, sospecha él, como esas llamadas uvas-fresa, de color amatista, pequeñas, sin pepitas, perfumadas y de un inesperado e inaudito sabor a fresa, a gominola y a transgénico. Sin embargo ninguna podía superar en dulzura a las de moscatel. En cada racimo llegan escogidos para nosotros, como en ámbar, los crepúsculos de Píndaro envueltos en la brisa salobre de la que habla Homero. Los dioses del Olimpo enviaban hasta el confín de Hesperia a buscar sus racimos para destilar de ellos precisamente la ambrosía.
Es posible que siga cultivándose en un jardín botánico o en un laboratorio, pero si un día arrancan las cepas por razones mercantiles, habrán desaparecido de nuestro paladar algo más que unas uvas.
Reclamamos hace años que se conservaran el sonido de las campanas y el olor de las tahonas, desaparecidas de las ciudades a manos de las panificadoras, y ahora, pedimos, a quién, que no desaparezcan esas uvas moscatel, elegidas por los dioses para darles envidia a los mortales. Pero ese mendigar nuestro no es pedir, es sólo mirar cómo se aleja el mundo a un septentrión aún más sombrío.
(Foto: Lluvia. Rafael Trapiello, 2011)
El futuro de las uvas de moscatel pasa por su comercialización como uvas pasas. Entre tantos olores que desaparecen, siempre nos quedará el de los lactantes.
RépondreSupprimerVivimos en una sociedad sumida en el consumismo y el comercio. Lo que no es rentable se suprime o se olvida. Así ocurre también con sentimientos y valores de los que nuestros mayores se sentían orgullosos. Imperan los valores transgénicos.
RépondreSupprimerUn saludo afectuoso Andrés.
me sumo al lamento por la uva de moscatel en estos desalmados tiempos del lifting y de la boba fotogenia
RépondreSupprimerPor favor, que no se pierda tampoco el olor y el sabor de la morcilla de León, la mejor del mundo, ni el de la espectacular cecina artesanal, esa que ahumaba la gente particular en sus propias casas. ¡Hummmm!
RépondreSupprimerY ya puestos que no se pierda el chorizo de León, probable alimento de la Legio VI Victrix, acampada entre los ríos Bernesga y Torío.
RépondreSupprimer¡¡Qué suerte vivir en mi pueblo!! Las fruterías anuncian con grandes carteles: uva moscatel. Y, cuando las compras, el frutero te guiña el ojo, felicita tu elección y te anima a seguir disfrutando de ellas. Estoy por imprimirle esta entrada para que descubra que, más que alimento, vende vida y poesía, historia y belleza.
RépondreSupprimerLas uvas moscatel, al igual que las uvas-fresa, proceden de la tradicional selección artificial de variedades que el hombre lleva practicando durante siglos. Especialmente en la vid, la selección de dichas variedades ha sido poco utilizada en comparación con otras plantas cultivadas (trigos, patatas, otros frutales, etc)debido a ese apego a lo familiar, a lo existente localmente, junto al temor a lo novedoso y el desconocimiento de la tecnología. Es muy probable que en los próximos decenios se nos abra un mundo de nuevas variedades de uva que disfrutar, (obtenidas de igual forma que las moscatel, sin necesidad de la trasngénesis innecesaria e inexistente en el desarrollo de las variedades actuales), las cuales compartirán el escaparate con otras uvas tradicionalmente cultivadas. Aunque las sospechas sobre la evolución del mercado de las uvas puedan estar fundamentadas, creo que no se ha de temer más que al placer de una nueva diversidad como la existentes en los tomates, o las manzanas (para los que están volviendo a los escaparates las variedades "de siempre"), la cual aportará a las nuevas generaciones de humanos y dioses otra fuente de ambrosía y poesía.
RépondreSupprimerCarlos
La uva moscatel está muy bien, no digo que no, pero el chorizo y la morcilla de León, son insuperables.
RépondreSupprimerEl profesor pregunta:
RépondreSupprimer-¿Qué son las moscatel?
Y el más vivo y atento de los alumnos le contesta:
-Son las moscas posadas en el teléfono.
Cultiva muy bien la elegía y las uvas de moscatel se la merecen. Me ha hecho sonreír con ese "el público..." ¿también para comprar estas cosas elementales nos hemos convertido en público?
RépondreSupprimerDe mayor quiero ser como Carlos
Me gusta la fotografía, de algo cotidiano mil veces visto.
RépondreSupprimerUn saludo