PODRÍA decirse que esta (*) no es una biografía al uso. Es un ensayo
biográfico que tiene gran interés, desde luego, pero no es una biografía, como
podría dar a entender su título. Tampoco creo que su autor, Jon Juaristi,
quisiera escribir una biografía de Unamuno. Baroja y Machado, confiesa en las
primeras páginas, le resultan más próximos y simpáticos, pese a lo cual son
muchas las cosas que le atraen de don Miguel, entre las cuales el haber nacido
ambos en Bilbao no es la menor.
Digamos que las dificultades de abordar un libro sobre Unamuno son
profusas y extensas, porque Unamuno es, como sabe bien Juaristi, mucho Unamuno,
a lo largo y a lo ancho, a lo alto y a lo hondo, en toda clase de terreno,
fragoso y desértico, ameno, feraz o pedregoso. De hecho Juaristi reconoce que
la biografía de Unamuno ya estaba escrita: “Hoy por hoy el mejor y más
fundamentado estudio sobre la vida de Unamuno”, nos dice, es el reciente, 2009,
de Colette y Jean-Claude Rabaté (lo que no le ha impedido enmendarles la plana
cuantas veces los cita, que no son pocas). Pero a mi modo de ver la principal
dificultad para escribir una biografía de Unamuno es esta: ya la escribió el
propio Unamuno. No hay nadie que haya escrito tanto de sí mismo: más de doce
mil páginas de sus obras completas (veinticuatro mil, si las contamos en
octavo), en las que hay miles de artículos, miles de poemas, cientos de
ensayos, docenas de relatos, diarios, recuerdos, decenas de novelas, discursos,
intervenciones, entrevistas y diez, veinte, treinta mil cartas. Y diríamos que
en todas y cada una de esas páginas Unamuno escribe de sí mismo de una u otra
manera pero siempre con naturalidad, como quien habla, y nos pone al tanto del
momento que está atravesando, de lo que piensa, siente o le preocupa, de lo que
sueña o teme, de a quien ve o no quiere ver, de lo que le dicen o le molesta o
le deben, de las confidencias a su mujer y a sus hijos, enternecedoras casi
siempre… Todo en alguien que es por añadidura cambiante y paradójico en las
ideas, reservado y atronador, y en los afectos, efusivo y tímido sin dejar
nunca de ejercer en el lector un efecto hipnótico. Por todo ello la única
biografía de Unamuno posible sería acaso una a escala 1/1, como aquel mapa
borgiano.
¿Y cómo es este libro?
Juaristi nos presenta al Unamuno político, al filólogo y al agitador
alrededor, o principalmente, de los tres grandes momentos públicos de su
personaje: el socialista y nacionalista vasco, primero, el del destierro luego
y, por último, el de la guerra civil. O sea, más del Unamuno histórico que del
Unamuno intrahistórico, por usar sus palabras.
El primero de estos tres Unamunos, el de sus orígenes vascos, Juaristi
lo conoce al dedillo, sin duda como nadie, acaso lo mejor de su libro. Este fue
el Unamuno de En torno al casticismo, en opinión de Juaristi el primer gran
ensayo español en el sentido moderno del término. Del Unamuno de Fuerteventura
y París, Juaristi nos desgrana su novelesca peripecia, y por último, en el de la guerra y el célebre episodio con Millán Astray,
Juaristi, sigue a biógrafos anteriores, y sugiere que El resentimiento
trágico de la vida no serían notas para un libro futuro sobre la guerra civil, sino un
poema épico, al modo de La Tierra Baldía de Eliot.
Juaristi ha preferido, por lo demás, orillar al Unamuno íntimo, al
poeta (apenas le dedica dos líneas), al padre, incluso al marido (y resulta tal
vez una pequeña licencia ocuparse más de una irrelevante y chiflada espontánea
que acosó con sus delirios amorosos a Unamuno que de su mujer Concha, figura
crucial en su vida). Acercarse a Unamuno es, pues, sobre todo comprender su
tono, inconfundible, personalísimo, original. Se lo decía Unamuno desde su
exilio parisino a su hija Salomé: “De la misma fuente de donde brotan esas efusiones
y por el mismo manantial, brotan las imprecaciones a la canalla que está
degradando y envileciendo a España”. Ese Unamuno completo, agónico, silencioso
y energuménico (también), becqueriano y quevedesco, fue el que adaptó de una
manera originalísima el eterno retorno nietzscheano a su ideal de vida:
conducirse de un modo tal, que la improbable eternidad pudiera ser reflejo de
una vida mortal intachable y plena: “Obra de modo que merezcas a tu propio
juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no
merezcas morir”, dice en el Del sentimiento trágico de la vida. Esto fue lo que
admiraron en él los mejores de su tiempo, de Machado a JRJ. De ello habló María
Zambrano en memorable ensayo.
El personaje histórico, activo y descomunal que a tantas caricaturas
ha dado lugar y al que Juaristi dedica su ensayo biográfico es inseparable del
personaje atribulado, lírico e intrahistórico. Y hace bien Juaristi en no
ahorrarse ninguna de las pequeñas o grandes extravagancias y defectos de don
Miguel en su excelente ensayo, porque aún nos agiganta más su figura
arrastrándonos a la relectura de tantas páginas memorables de Unamuno, actuales
y sagacísimas.
[Publicado en Babelia, El País, el 24 de noviembre de 2012]
(*) Jon Juaristi, Miguel de Unamuno. Taurus, 2012.