A MUCHA gente le ha escandalizado el modo en que el Presidente del gobierno del Psoe y el Padrino de Podemos se han repartido Rtve, a favor de este último, en un despacho y sin luz ni taquígrafos, desde luego: “Rtve es cosa nostra”, parece que dijo. Uno, francamente, no alcanza a ver la razón de ese asombro. Quien quería quedarse con Rtve, en realidad con sus servicios informativos, de fake news y propaganda, tenía todo el derecho a exigirlos, por su experiencia. Hace ya años puso en práctica la célebre frase de Arquímedes, con los óptimos resultados que conocemos. No tuvo más que adaptarla: Dadme una Tuerca y no sólo moveré el mundo, sino que lo cambiaré. Y en efecto, en menos de cinco años La tuerca le ha llevado en volandas a Rtve y a Galapagar, de un sencillo Mecano, como si dijéramos, a dirigir la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos a la que se ha encomendado la construcción de los famosos puentes, tan de actualidad, colgantes y movedizos.
Pero como un gran jerarca del movimiento (“quítate tú, para ponerme yo”) no puede estar presente (¡Presente!) en todo, pensó para dirigir su cosa nostra (con pólvora del Rey, naturalmente, como buen republicano), en dos periodistas, uno por si fallaba el otro, él y ella, la parejita. Y lo que han hecho estos dos nigromantes sí le parece a uno, en cambio, escandaloso: han borrado los casi veinte mil tuits escritos por ellos en estos últimos años: toda la vida laboral, profesional y personal que ellos mismos hicieron pública, como quien quema o tritura documentos de una manera precipitada, minutos antes de que entren en ella la luz y los taquígrafos. Una gran injusticia, porque fueron esos tuits precisamente los que les proporcionaron la celebridad que les había hecho lo bastante visibles como para que su Jefe se fijara en ellos. Al margen de otras consideraciones (si se han desprendido tan fácilmente de su vida pública es porque estaría fundada, supongo, en exabruptos, insidias o lametones que igualmente contaminaban su vida privada y su eticidad), al margen de todo esto, digo, la justicia poética les ha dado un pequeño pellizco, abortando su nombramiento. Y mira por dónde, pese haber hecho un pan con unas tortas, la vida les ha permitido empezar de cero, al menos en Twitter, aunque lo probable es que acabarán volviendo a tropezar en los mismos tuits.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 29 de julio de 2018]